Redacción Canal Abierto | A la euforia financiera poselectoral, esa “fiesta en los mercados” que marcó el clima de la última semana de octubre, la economía real está muy lejos de seguirle el tren anímico.
Con la actividad estancada desde hace varios meses y el consumo masivo en retroceso, la situación que el Gobierno asegura que es transitoria parece ir en camino a ser estructural. Al menos así lo evidencian los datos.
En su último informe, el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO), describe el cuadro sin anestesia: “Durante 2026, el estancamiento será la nueva normalidad”, asegura.
La actividad industrial confirma la tendencia. Según describe la consultora Vectorial en su habitual análisis semanal, en septiembre esta variable registró su “tercer mes consecutivo de caída interanual” y se ubicó “4,4% por debajo del nivel de noviembre de 2023”. La utilización de la capacidad instalada se mantiene en valores históricamente bajos, con más del 40% en situación ociosa. Se trata de los segundos peores registros desde 2016.
La recesión en los hogares
Ese freno tiene su correlato, fundamentalmente y entre otros indicadores, en el empleo: “Entre sector público y privado, se perdieron más de 240 mil puestos de trabajo registrados desde que asumió este gobierno”, resume el estudio del CESO.
También destaca que, en ese paisaje, las exportaciones aparecen como el único motor en marcha, pero no alcanzan “para traccionar el resto de la economía” porque “más del 70% de la actividad económica se concentra en el mercado interno”.
Ese cuadro recesivo se refleja con nitidez en las condiciones de vida y en el mercado laboral urbano, que relevó el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP). Según su último boletín, la desocupación ya comienza a ser una de las principales preocupaciones de los argentinos, si tomamos en cuenta los datos que circundan la cifra dura del INCEC.
La subutilización laboral asciende al 19,2% de la población económicamente activa (PEA), y la presión efectiva sobre el mercado de trabajo alcanza al 24,7%. Como consecuencia, la disponibilidad total de mano de obra “llega al 30,3%”, asegura el estudio.
De hecho, destaca que la situación aún no se ha tornado desesperante en algunos hogares gracias a las “políticas de transferencia”, es decir los programas sociales que aún sobreviven. Actualmente, las transferencias no contributivas “alcanzan al 20,8% de la población”, pero representan solo el 23,2% del ingreso total en esos hogares. Aun así, su impacto en la reducción de la pobreza es significativo: sin estas prestaciones, “la incidencia de la pobreza pasaría del 31,8% al 35,7%” y la indigencia “del 6,9% al 12%”.
Al mismo tiempo, los hogares recurren de manera creciente a estrategias de supervivencia: 37,6% debió utilizar sus ahorros, el 18% solicitó préstamos a familiares o amigos y el 53,2% usó compras en cuotas para financiar consumos básicos.
¿Cómo sigue esto?
En el mismo sentido, Vectorial también pone en duda la única victoria que el Gobierno asegura haber obtenido de forma indiscutida, al destacar que, con un Índice de Precios al Consumidor (IPC) de octubre en 2,3%, fue el quinto mes consecutivo sin reducción inflacionaria.
Asimismo, advierte sobre las tensiones de divisas que podrían ejercer presión sobre su valor: el Tesoro cuenta con menos de 100 millones de dólares en el Banco Central y las reservas netas rondan 1.400 millones. Mientras que en 2026 “el país deberá afrontar compromisos superiores a 20.000 millones de dólares”, entre deuda y organismos internacionales.
¿El diagnóstico? Una economía que no cae en picada, pero tampoco despega. Ni lo hará en un horizonte cercano.
Ilustración: Marcelo Spotti