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Latinoamérica

Donroe Doctrine*

Mariano Vázquez, autor del libro “Rebelión en el patio trasero. Resistencia obrera a la Doctrina Monroe”, analiza la restauración de este dogma imperial, el bloqueo naval y la amenaza militar contra Venezuela por parte del presidente de los Estados Unidos Donald Trump.
Publicado 19/12/2025 8 minutos para leer
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Por Mariano Vázquez | Inflación, desempleo, recortes en seguridad y salud, amenazas a opositores y a la prensa, una política migratoria fuera de control, un gabinete dividido, la posible difusión de los archivos del pederasta Epstein, problemas de salud y delitos financieros. Para tapar todo eso, Trump volvió a poner en el radar a Venezuela como un Irak 2.0. Primero lo hizo con la excusa de la “guerra contra las drogas”, pero la mentira duró poco: terminó admitiendo que el verdadero objetivo del bloqueo naval es “recuperar nuestro petróleo”. Más aún, declaró –de manera insólita– que el crudo que está en tierra venezolana era estadounidense: “Tomaron nuestros derechos de petróleo. Teníamos mucho crudo ahí. Echaron a nuestras empresas y lo queremos de regreso”.

Pobre Estados Unidos: los bienes naturales del planeta, justo, están en otros países.  

Que Washington considere que los recursos naturales del mundo le pertenecen coloca a todo el planeta bajo la amenaza permanente de una invasión militar. No hay argumento que valga: ni la guerra contra el narcotráfico ni la defensa de la democracia. Solo el fosilizado eslogan del “destino manifiesto”: “Extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno”. Justificaciones místicas y racistas para un supremacismo que habilita el todo vale: matar y robar en nombre del pueblo elegido por Dios. Lo dijo John O´Sullivan en 1845; lo repite Trump en 2025.  

¿Qué garantías tienen entonces Chile, Bolivia y Argentina sobre su litio; Brasil, Colombia y México sobre sus combustibles; Perú y Ecuador sobre su cobre? Ninguna. Como no las tuvieron Nicaragua, Cuba, Haití, República Dominicana, Panamá, Colombia, Paraguay Granada y tantos otros países de la región que padecieron invasiones militares, bloqueos navales y económicos, y el expolio sistemático de sus recursos.  

Estados Unidos ya ha asesinado a 99 personas en el Caribe sin presentar una sola prueba de que se trate de lanchas utilizadas para el narcotráfico. El dato revela una paradoja inquietante: el país que tiene el 4% de la población mundial y consume la mitad de las drogas del planeta pretende que creamos que la cocaína llega en embarcaciones miserables a sus costas. Un negocio tan lucrativo del que, curiosamente,  no conocemos el nombre de un solo cártel con base en territorio estadounidense.

Hoy, un tercio de la fuerza naval de Estados Unidos, está apostada frente a las costas venezolanas, en un acto que –como tanto otros– no ha sido condenado por las Naciones Unidas. Tampoco fue condenado el robo de un buque petrolero venezolano, del cual se jactó el propio filibustero Trump. Este acto de piratería constituye, según el derecho internacional, una violación grave y un acto de guerra. 

¿Hace falta recordarle a la comunidad internacional los principios de inviolabilidad de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos?

Documento de (In)Seguridad

Aunque la Doctrina Monroe nació en 1823, de la mano del presidente James Monroe, sus bases se asentaron desde la propia independencia estadounidense en 1776. En apenas unas décadas, el territorio de las trece colonias de la costa este se duplicó cuando, en 1803, el presidente Thomas Jefferson compró Luisiana a Napoleón Bonaparte. Así, en menos de treinta años de vida, Estados Unidos amplió exponencialmente su extensión territorial, al mismo tiempo, que inició la conquista del oeste exterminando de su territorio a los pueblos originarios.

Luego vinieron la compra de Alaska a Rusia, la anexión de Florida y Texas, la invasión a México –al que le robaron la mitad de su territorio–, y una lista continua de rapiña.

Como cada año, Estados Unidos publica el documento “Estrategias de Seguridad Nacional”. Tras décadas de relativo silencio, América Latina y el Caribe reaparecen con furia en la retórica de Washington: “Tras años de abandono, Estados Unidos reafirmará y aplicará la Doctrina Monroe para restaurar la preeminencia estadounidense en el hemisferio occidental y proteger nuestra patria y nuestro acceso a zonas geográficas clave en toda la región. Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio”, afirma uno de sus párrafos. Dijo Monroe el 2 de diciembre de 1823: “Se ha juzgado la ocasión propicia para afirmar, como un principio que afecta a los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos […] no deben en adelante ser considerados como objetos de una colonización futura por ninguna potencia”, que no sea el propio Estados Unidos, por supuesto. Nada nuevo bajo el sol: Monroe, 1823; Trump, 2025. 

El documento no disimula en anunciar el inicio de una nueva era:

“Este Corolario Trump a la Doctrina Monroe es una restauración sensata y potente del poder y las prioridades estadounidenses, coherente con los intereses de seguridad de Estados Unidos”.

Y tampoco duda en explicitar los objetivos de Estados Unidos para la región bajo la lógica imperial de “reclutar y expandir”, casi un calco de la divisa divide et impera  (divide y vencerás): “Reclutaremos a amigos consolidados en el hemisferio para controlar la migración, detener el flujo de drogas y reforzar la estabilidad y la seguridad en tierra y mar. Nos expandiremos cultivando y fortaleciendo nuevas alianzas, al tiempo que reforzamos el atractivo de nuestra propia nación como socio económico y de seguridad preferido del hemisferio”.

Trump dispuesto a destruir cualquier atisbo de racionalidad en el orden internacional, ya había advertido estas intenciones apenas asumió su mandato hace once meses, con amenazas de anexión o invasión a Panamá, México, Groenlandia y Canadá. Make America Great Again (MAGA), el eslogan que lo identifica, cabalga sobre el imaginario de grandeza que marcó la expansión de los Estados Unidos de raza blanca a partir del siglo XIX. El oligarca de los bienes raíces exuda arrogancia imperial como lo demuestran sus bravuconadas.

Trump tiene además la peculiaridad de haber asumido la presidencia con múltiples delitos en su contra: enfrenta 34 cargos por falsificación de registros comerciales, pesa sobre él su participación en la conspiración para socavar las elecciones de 2016, y su liderazgo en el intento de golpe de Estado para desconocer los resultados de las elecciones presidenciales que perdió en 2020 y que culminó en el asalto al Capitolio. ¿Quién puede asegurar que no intentará violar la Constitución para acceder a un tercer mandato? Seguramente imaginará que ese es su “destino manifiesto”.

Como sintetizó un usuario de X: “Encontramos al peor hombre de la Tierra y lo convertimos en la persona más poderosa del mundo. Dos veces”.

we found the worst man on earth and made him the most powerful person in the world. twice. https://t.co/0psAV7m9yy

— sam (@sam_d_1995) December 15, 2025

*Donroe Doctrine fue la tapa del New York Post del 8 de enero de 2025:

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