Redacción Canal Abierto | A días de un nuevo aniversario de la última vez que vieron con vida a Paulina Lebbos, arranca el juicio oral y público por su crimen. En el banquillo de los acusados habrá cuatro ex policías de la provincia de Tucumán, un ex secretario de Seguridad del gobierno de José Alperovich (todos acusados por «encubrimiento») y Roberto Luis Gómez, imputado por “privación ilegal de la libertad” y el homicidio de la joven.
Se espera que el proceso dure meses y tendrá más de 200 testigos citados a declarar. La Sala 3 de la Cámara Penal tucumana, integrada por los jueces Carlos Caramuti, Rafael Macoritto y Dante Ibáñez deberá establecer los grados de responsabilidad en el encubrimiento del crimen del ex jefe de Policía de Tucumán Hugo Raúl Sánchez; del ex subjefe Nicolás Barrera; del ex subjefe de la Regional Norte Héctor Rubén Brito; del ex policía Hugo Waldino Rodríguez; y del ex secretario de Seguridad Eduardo Di Lella.
“Las pruebas las presentamos en abril de 2006 y, a pesar de todas las interferencias y maniobras de encubrimiento, llegamos a juicio oral. Quiero que se sepa el nombre de cada integrante de la banda que asesinó a mi hija”, señaló en diálogo con Canal Abierto Alberto Lebbos, padre de Paulina.
En relación a la trama política detrás del encubrimiento del crimen, Alberto sentenció: “el propio Alperovich es el principal responsable del encubrimiento. Con las pruebas en las manos, sostuvo durante años a estos funcionarios en sus puestos, o re contratados en otras áreas. Encima él, senador nacional, se niega a sentarse a declarar personalmente como testigo”.
Los hechos
Paulina Lebbos, estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), salió con un grupo de amigos en la madrugada del 26 de febrero a festejar que el día anterior había aprobado una materia. Tenía 22 años y era madre de una nena de 5.
Desde la zona del Abasto, tomó un remise junto a Virginia, su compañera de facultad. Pero no volvió a su casa esa noche. Ese día la familia hizo la denuncia y, junto a amigos, salieron a buscarla.
El 11 de marzo de 2006 (dos semanas después), el cuerpo fue hallado en el kilómetro 3 de la ruta 341 (Tapia, provincia de Tucumán), en un estado de descomposición avanzado, con mutilaciones, el cuero cabelludo arrancado y las huellas digitales limadas.
Estigmatización
Desde un primer momento, durante la búsqueda, la Policía y el Poder Judicial tucumanos iniciaron un operativo de estigmatización de la víctima: ante los medios, manejaban la hipótesis de que Paulina había huido. Incluso anunciaban pistas en Salta, Jujuy y la Patagonia.
“En un principio fue el trato clásico en estos casos, tanto de las autoridades policiales como de algunos medios de comunicación. Me refiero a esas preguntas que buscan desviar la atención, como el ¿Por qué estaba en el lugar donde estaba?”, recuerda Alberto Lebbos, papá de Paulina a Canal Abierto. “Y la respuesta era simple: Paulina había ido a bailar como lo hacían miles de tucumanos, a una zona de boliches en el centro de la ciudad. Y otras preguntas repugnantes, como ¿Por qué andaba en pollera cortita? El planteo es nefasto. Mi hija era una chica adulta y libre de sus actos”.
Luego, tras años de estancamiento en la causa, el fiscal Carlos Albaca –también cómplice del encubrimiento- iría incluso más allá al poner en duda si el de Paulina no había sido un homicidio. “Lebbos tenía tendencia a las relaciones sexuales casuales, en ocasiones era ‘intrépida’ y capaz de emprender acciones temerarias”, aseguró en aquel entonces Albaca.
Encubrimiento y mentiras policiales
Por un lado, estuvo el entorpecimiento sistemático que la Policía de Tucumán encabezó durante la búsqueda de la joven y el cuerpo del delito. Desde la falsificación de actas, hasta la adulteración pruebas. Incluso presionaron a testigos.
En diciembre de 2013, Enrique García, Manuel Yapura y Roberto Lencina (comisario y policías de Raco en 2006) ya habían sido condenados por encubrimiento agravado. Durante el proceso, los ex policías declararon que Barrera y Brito habían dado la orden falsificar las actas. Además, acorde a otros testimonios, habría implicancia de Di Lella y Sánchez. En testimonios también se señaló que estos dos últimos, junto a Barrera y Brito, querían retirar el cuerpo de Paulina sin realizar pericias y sin mediar orden judicial.
“Lo más grave de todo es que la trama de corrupción continúa hasta lo más alto del poder político provincial. Muestra de ello es que a García (que además de este proceso penal tiene más de 20 sanciones en su carrera) lo premiaron con varios ascensos en la fuerza policial a lo largo de estos años”, recuerda Lebbos.
El brazo oculto de la justicia y la política
El fiscal Carlos Albaca estuvo a cargo de la causa desde abril de 2006 hasta 2013. Durante esos casi siete años la investigación no prosperó. Fue tan obscena la manipulación del integrante de la familia judicial tucumana que públicamente llegó a «no descartar» que el crimen de Paulina se haya tratado de una muerte natural que podía obedecer a, o bien un ataque de asma combinado con ingesta de alcohol y/o otras sustancias tóxicas, o a la práctica de la autoasfixia durante la masturbación o con una pareja.
“A raíz de los desastres que hizo en la causa, a este fiscal se le inició un sumario administrativo en el que se comprobó que había cometido una serie de delitos, entre ellos permitir que se deteriore y se echen a perder muestras de ADN que eran claves en la investigación. Este personaje, que contó siempre con la protección política de José Jorge Alperovich (ex gobernador de Tucumán y hoy Senador Nacional), logró el aval político para jubilarse y esquivar el juicio político”, cuenta Alberto Lebbos.
Sin embargo, el padre de Paulina siempre tuvo bien en claro que Albaca no podría haber actuado como lo hizo durante tanto tiempo sin la protección del Gobernador y del poder político tucumano: “Como lo sostuve siempre, detrás de este crimen hay alguien poderoso. Es la única explicación para tanto encubrimiento, para tener la causa totalmente paralizada durante tantos años. No tengo dudas de que Alperovich es el principal responsable de que el homicidio de Paulina haya estado tanto tiempo impune”.