Por Inés Hayes | Cada día mueren en el mundo unas 830 mujeres por complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. En 2015 se estimaron unas 303 mil muertes de mujeres durante el embarazo y el parto o después de ellos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), prácticamente todas estas muertes se producen en países de ingresos bajos y la mayoría de ellas podrían haberse evitado.
Entre 1990 y 2015, la denominada razón de mortalidad materna (RMM) mundial (es decir, el número de muertes maternas por 100 mil nacidos vivos) sólo se redujo en un 2,3% al año. Sin embargo, a partir de 2000 se observó una aceleración de esa reducción. En algunos países las reducciones anuales de la mortalidad materna entre 2000 y 2010 superaron el 5,5%.
El alto número de muertes maternas en algunas zonas del mundo no es más que el resultado de la desigualdad en el acceso a los servicios de salud y de las diferencias entre los más ricos y los más pobres, brecha que cada año aumenta a pasos agigantados.
La casi totalidad (99%) de la mortalidad materna corresponde a los países denominados en desarrollo: más de la mitad al África subsahariana y casi un tercio a Asia Meridional. “Más de la mitad de las muertes maternas se producen en entornos frágiles y contextos de crisis humanitaria”, señala la OMS.
Mientras que en los países llamados desarrollados mueren 12 por cada 100 mil mujeres, esa cifra es de 239 por mil en los países en desarrollo. Esa diferencia es también notable en las mujeres de un mismo país con ingresos altos y bajos y entre la población rural y la urbana.
La Organización Mundial de la Salud subraya además que el mayor riesgo de mortalidad materna corresponde a las adolescentes de menos de 15 años y señala que las complicaciones del embarazo y el parto son una de las causas de muerte principales en la mayoría de los países en desarrollo.
Otra elocuencia de las estadísticas es que las mujeres de los países en desarrollo tienen muchos más embarazos que las de los países desarrollados, por lo que tienen mayor riesgo de muerte relacionada con el embarazo a lo largo de la vida. El riesgo de muerte relacionada con la maternidad a lo largo de la vida (es decir, la probabilidad de que una mujer de 15 años muera por una causa materna) es de 1 en 4.900 en los países desarrollados y de 1 en 180 en los países en desarrollo.
“En los países clasificados como Estados frágiles el riesgo es de 1 por 54, lo cual demuestra las consecuencias de la descomposición de los sistemas de salud”, se lee en los informes de la OMS.
Principales causas
Muchas mujeres mueren de complicaciones que se producen durante el embarazo y el parto o después de ellos. La mayoría de esas complicaciones aparecen durante la gestación y son prevenibles o tratables. Otras pueden estar presentes desde antes del embarazo, pero se agravan con la gestación, especialmente si no se tratan como parte de la asistencia sanitaria primaria.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las principales complicaciones, causantes del 75% de las muertes maternas, son las hemorragias graves (en su mayoría tras el parto); las infecciones (generalmente tras el parto); la hipertensión gestacional (preclampsia y eclampsia); complicaciones en el parto y los abortos peligrosos o clandestinos. Las demás están asociadas a enfermedades como el paludismo o la infección por VIH en el embarazo.
Mortalidad materna
La mayoría de las muertes maternas son evitables y las soluciones sanitarias para prevenir o tratar las complicaciones son bien conocidas: todas las mujeres necesitan acceso a la atención prenatal durante la gestación, a la atención especializada durante el parto y a la atención y apoyo en las primeras semanas tras el parto.
La salud materna y neonatal están estrechamente relacionadas. Alrededor de 2,7 millones de recién nacidos murieron en 2015 y otros 2,6 millones nacieron muertos. “Es particularmente importante que todos los partos sean atendidos por profesionales sanitarios capacitados, dado que la atención y el tratamiento a tiempo pueden suponer para la mujer y el niño la diferencia entre la vida y la muerte”, dicen los profesionales de la OMS. Alertan que las hemorragias graves tras el parto pueden matar a una mujer sana en dos horas si no recibe la atención adecuada.
Las infecciones tras el parto pueden eliminarse con una buena higiene y reconociendo y tratando a tiempo los signos tempranos de infección. La preclampsia debe detectarse y tratarse adecuadamente antes de la aparición de convulsiones (eclampsia) u otras complicaciones potencialmente mortales. La administración de fármacos como el sulfato de magnesio a pacientes con preclampsia puede reducir el riesgo de que sufran eclampsia.
“Para evitar la muerte materna también es fundamental que se eviten los embarazos no deseados o a edades demasiado tempranas. Todas las mujeres, y en particular las adolescentes, deben tener acceso a la contracepción, a servicios que realicen abortos seguros en la medida en que la legislación lo permita, y a una atención de calidad tras el aborto”, señalan los informes de la OMS.
En este sistema capitalista las mujeres pobres de zonas remotas son las que tienen menos probabilidades de recibir una atención sanitaria adecuada. Esto es especialmente cierto en regiones con pocos profesionales sanitarios cualificados, como África subsahariana y Asia Meridional.
Aunque la atención prenatal ha aumentado en muchas partes del mundo durante el último decenio, sólo el 51% de las mujeres de los países de ingresos bajos cuentan con una atención especializada durante el parto. Esto significa que millones de partos no son asistidos por un médico, una matrona o una enfermera diplomada.
En los países de ingresos elevados, prácticamente todas las mujeres realizan como mínimo cuatro consultas prenatales, son atendidas durante el parto por profesionales sanitarios capacitados y reciben atención posnatal. En 2015, solamente el 40% de las embarazadas de países de ingresos bajos realizaron las consultas prenatales recomendadas.
Aporte de la tecnología
Actualmente más de la mitad de los habitantes de zonas aisladas tienen un teléfono móvil. Según estimaciones de la ONU más de 100 países están explorando el uso de los teléfonos móviles para mejorar la salud.
En Ghana, por ejemplo, las enfermeras comadronas utilizan el teléfono móvil para discutir los casos complejos con sus colegas y supervisores. En la India, el servicio mDhil envía mensajes escritos que proporcionan información sobre diversos temas sanitarios que raras veces se discuten y apoyan las iniciativas de prevención y autotratamiento de los pacientes.
En Ruanda se aplica un sistema de avisos rápidos mediante SMS, por cuyo conducto los agentes sanitarios de la comunidad informan a los centros de salud sobre emergencias obstétricas y del recién nacido, lo cual permite que los centros le brinden orientación o envíen una ambulancia si es necesario.
En los 49 países de ingresos más bajos del mundo el déficit general de financiación para los Objetivos del Milenio (trazados por la ONU) relacionados con la salud fluctuó entre 26 mil millones de dólares al año en 2011 (19 dólares per cápita) hasta 42 mil millones en 2015 (27 per cápita) a medida que los países van ampliando sus programas.
Los costos directos de los programas relacionados con la salud reproductiva, materna, del recién nacido y del niño (con inclusión del paludismo y el VIH/sida), y los costos proporcionales del sistema de salud para apoyar su distribución, representan casi la mitad de la financiación necesaria, que se calculó entre 14 mil millones de dólares en 2011 (10 dólares per cápita) hasta 22 mil millones en 2015 (14 per cápita), lo que suma 88 mil millones de dólares en total.
- Nota publicada en el portal www.americaxxi.com.ve