Redacción Canal Abierto | “La verdadera inocencia fue la de haber salido a trabajar, a estudiar, a realizar un trámite, buscar trabajo, un día 18 de julio, como un día más”.
Mirta Regina Satz trabajaba como jefa de tesorería de AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), intercalando su amor por el arte, hasta el 18 de julio de 1994. En plena jornada laboral, una bomba destruyó completamente el edificio. Mirta sobrevivió a la catástrofe y dejó la AMIA para reinventarse laboralmente con un trabajo propio y artístico. Se comprometió y decidió un nuevo rumbo.
“La película narra el proceso de pasaje de ese momento de destrucción que me acompañó por años, a la reconstrucción de mi vida, no sólo física y psíquica, sino también laboral”, cuenta Mirta Regina Satz en esta entrevista con Canal Abierto.
El término japonés “Ikigai” no tiene traducción literal al español, sin embargo su significado sería el de “razón de ser” o “tener una razón para vivir”.
“Es el arte y el trabajo con la gente lo que me salva, a mí y muchos otros que me acompañan en el camino. Porque cada uno va trayendo consigo una bolsita de escombros personales, cada uno es atravesado por tragedias personales”, asegura la protagonista del film dirigido por Ricardo Piterbarg.
El 27 de junio de 2015 logró llevar esa idea a un mural que cubre el frente de su casa, en Inclán 3090, en Parque Patricios, y que fue declarado Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad. Participaron 150 personas para armar, con azulejos rotos, 96 figuras de un Carlos Gardel que ríe. Satz eligió esa imagen porque la sonrisa del cantante es lo que hermana, genera empatía y unidad con el otro. Era su homenaje a las víctimas del ataque a la AMIA.
“En estos momentos crueles que tocan vivir, creo en estos pequeños mundo de resistencia y posibilidad, esperanza de generar espacios donde se dé lugar al arte, al pensamiento, el diálogo y la creación”.
“Se logra convivir con una herida abierta, como otras tantas que pasaron en el país: la dictadura, Cromañon y cada una de esas tragedias que no tocaron como sociedad”, asegura Satz, y agrega: “hay heridas que cerrarían más si la justicia actuara”.
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