Por Federico Chechele | El próximo 8 de agosto, la CTA Autónoma elegirán nuevas autoridades en todo el país para reafirmar las políticas que llevarán adelante más de un millón de trabajadores tras varios años de rupturas internas.
No se trata de una elección más, se termina el mandato de Pablo Micheli que tantas diferencias generó a partir de una conducción cerrada, con falta de debate y decisiones inconsultas. Esa política caló hondo en la mayoría de la Mesa Ejecutiva Nacional, conformada por el secretariado y los secretarios generales de las organizaciones, y de la Mesa Nacional, que aglutina a los secretarios generales de cada una de las provincias.
Por ello, ni bien comenzó su segundo mandato al frente de la Central, esta mayoría nacional, encabezada por Ricardo Peidro y Hugo “Cachorro” Godoy, tomó la decisión de desconocer a Micheli. Buscó aliados de diferentes sectores del campo popular como lo son las organizaciones sociales (CTEP, CCC y Barrios de Pie) junto a diferentes sindicatos de la CGT como los portuarios, aceiteros, trabajadores de prensa, etc.; y lo plasmó en decenas de medidas de fuerza y movilizaciones contra las políticas del Gobierno.
Ante ese escenario, Micheli, sin quórum en ambas mesas ejecutivas de la Central, se protegió bajo el paraguas de Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores, el mismo que desconoció el triunfo del propio Micheli allá por 2010 cuando las dos vertientes de las CTA definieron si subordinarse o no al poder político. Aquellas diferencias se resolvieron en octubre del 2014 al constituirse ante el Ministerio de Trabajo las dos organizaciones por separado.
Hoy Yasky lo lleva de la mano, lo hace marchar a su lado y lo sube en los palcos de las contiendas del kirchnerismo. Con una salvedad: cada vez que Micheli habla no lo aplaude nadie. Así quedó reflejado el pasado 28 de junio cuando realizó un acting eleccionario –que no fue noticia para ningún medio- flanqueado solamente por algunos sectores de la Federación de Energía (Fetera), como Luz y Fuerza de Mar del Plata y La Pampa o los Jerárquicos del Gas.
Por su parte, la CTA que lidera Yasky renovará autoridades en septiembre y el propio dirigente de CTERA irá por otro mandato, a pesar de que en los últimos años tanto él como Micheli se cansaron de anunciar la unificación de las dos CTA en detrimento de los dirigentes que encabezan la CTA Perón (denominada así por la calle de la nueva sede). No sólo no lograron agrupar ambas centrales y dejar el cargo como lo anunciaron, sino que, además, Yasky se pronunció a favor de regresar a la CGT, y dejó a Micheli mirando para todos lados.
De cara a las elecciones del 8, los candidatos Peidro, Godoy y Claudia Baigorria, de la Lista 1 «Germán Abdala», aseguran que bajo la conducción de Micheli la CTA Autónoma había perdido el eje de la disputa. Recuerdan que sólo se peleaba, junto a un sector de la CGT, por bajar el Impuesto a las Ganancias, desoyendo así las reivindicaciones históricas de la Central como lo son la lucha contra la pobreza, la desocupación, el salario Mínimo Vital y Móvil, la apertura a las organizaciones sociales y, por sobre todo, el debate interno.
El Ministerio de Trabajo será quien definirá la suerte de Micheli, un asiduo visitante del organismo ubicado sobre Leandro N. Alem que no dudó en sacarse una foto sonriente junto a Jorge Triaca en pleno proceso de despidos. Se estima que esa cartera también intentará mediar en las elecciones del 8 de agosto donde se enfrentarán la Lista 1 y la opositora Lista 6, la «Multicolor». Pero acá tendrá la difícil tarea de torcer la voluntad real de miles de afiliados.