Por Inés Hayes | Con la presencia de Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, y de Verónica Heredia, abogada de Derechos Humanos, este martes a las 18 en Télam será el preestreno de “Antón Pirulero”, un documental sobre la desaparición forzada en democracia. El jueves será el estreno en el Cine Gaumont. Entrevista con su director, Patricio Escobar.
¿Cómo nació la idea de hacer Antón Pirulero?
La aparición del cuerpo de Luciano Arruga que desapareció en 2009 y apareció en 2014 como NN en el Cementerio de Chacharita nos impactó tanto que decidimos hacer la película. Que aparezca después de tantos años en un cementerio como NN nos dio la pauta de que algo funcionaba mal: cómo se puede desaparecer una persona y después ocultarla tranquilamente en algún lugar o gracias a algunas impericias de la justicia y del poder represivo de la policía o del que esté a cargo en ese momento. No siempre es sólo culpa de la Policía, también puede ser la Gendarmería como en el caso de Santiago o la Prefectura, pero en todos los casos son las fuerzas represivas del Estado las que desaparecen a las personas, por eso se llama Desaparición Forzada; está caratulada así en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Empezamos a investigar a partir de que apareció el cuerpo de Luciano lo mal que funciona este sistema que puede hacer que una persona desaparezca así porque sí.
Lo de Luciano fue la punta del iceberg…
Sí, cuando empezamos a investigar el caso de Arruga nos encontramos con muchos casos iguales en el país, como Iván Torres en Chubut, Solano en Choele Choel, Núñez y Julio López, en La Plata. Y así con otros casos. Investigando nos fuimos encontrando con otras organizaciones de derechos humanos como la CORREPI y el CELS que nos dieron información, y fuimos investigando con lo que ellos publican año a año sobre gatillo fácil. Nos encontramos con otros casos en Paraná de tres chicos que desaparecieron luego de ser vistos por última vez en la comisaría o los vieron subiendo a un patrullero, pero la Justicia no investigó en ningún caso y tampoco se les cree a las familias. Y no sólo eso, sino que además empiezan a investigarlas y a pincharles el teléfono, siguen las pistas falsas de que fueron vistos en otro lado, que se fueron a otro país, etc. etc.
Todo esto pasaba en todos los casos siempre: en la comisaría los libros eran ilegibles, adulterados o directamente estaban rotos el día que los chicos fueron a la comisaría, se descartan las pistas de la familia, no aceptan los Habeas Corpus. Nos contaron un montón de hechos e información de cómo puede desaparecer una persona cuando son chicos marginados de las villas, entre 19 y 36 años de distintas partes del país. Esto nos hizo dudar si eran sistemáticas o no las desapariciones, y a partir de ahí empezamos a filmar.
Sobre la responsabilidad del Estado
Sí, nos importó más cómo funcionan estas máquinas para desaparecer personas, cómo distintas instituciones del Estado provocan que una persona pueda desaparecer muy fácil y cuando aparece un cuerpo da cuenta de lo bien que funciona esta máquina. Entrevistamos a jueces y fiscales y a policías, pero estos últimos no quisieron dar entrevistas claramente. Tenemos dichos de jueces y fiscales muy importantes de cómo se fueron desarrollando los casos y ahí te das cuenta lo cómplices que son la justicia y la policía.
¿Por qué no hay juicios a los responsable de las desapariciones?
Nosotros lo entendemos como algo lógico: es el mismo Estado el que se debe incriminar porque es el mismo Estado el que desaparece a las personas. Por eso no aceptan los Habeas Corpus, porque si los aceptan, estarían aceptando una desaparición forzada. Hay juicios que se llevaron a cabo y llegaron a condena como el caso de Solano, en el que policías de Choele Choel fueron condenados; en el caso de Paraná hubo tres condenados y en el caso de La Plata hubo tres condenados prófugos.
El tema de las condenas es que no le dan la condena correcta como desaparición forzada sino como encubrimiento, o tortura u otras causas que no son las correctas. Desde el 2011 la justicia implementó la figura de Desaparición Forzada para los policías involucrados. Pero la mayoría de los casos quedan impunes por complicidad, falta de pruebas o como el caso de Maldonado, el Estado siempre apoya todo tipo de hipótesis de la Policía. Hay algunos condenados con pocos años y otros que quedan impunes por casos de chicos que no aparecieron jamás, porque hay chicos que aparecen pero la mayoría siguen desaparecidos.
¿Cómo abordaron el caso de Maldonado?
Queremos trasmitirle al espectador cómo lo vivimos nosotros: cuando estábamos terminando el rodaje de la película sucedió lo de Santiago y nos asombramos por la masividad que tuvo el caso cuando hay otros casos que no se conocen y por otro lado confirmamos el funcionamiento de la máquina con lo de Santiago. Se repetía día a día el patrón que habíamos investigado: Maldonado en Chile, en Chubut, un pueblo lleno de gente que se parece a Santiago, que se subió a un camión, que una familia levantó a un chico de la ruta. Maldonado no aparece en los libros de Gendarmería, la misma Gendarmería investigó los primeros días, pero limpiaron pruebas, lo buscaron como paradero y no como desaparición forzada, lo caratularon así como un mes y pico después. En la película lo abordamos como una confirmación del modus operandi de la máquina de cómo se desaparece a una persona.
¿Por qué Antón Pirulero?
Porque cada cual atiende su juego. Esto funciona porque cada uno hace lo que debe hacer para desaparecer a una persona y que no aparezca jamás, funciona de manera tal para que desaparezcan y nunca se encuentren los cuerpos o que nunca se llegue a un culpable. Así que de ahí viene el nombre en homenaje al juego en el que cada cual atiende su juego: la policía, la justicia, el Estado y también la Sociedad al no hacerse eco de las desapariciones forzadas de chicos de barrios marginales.