Redacción Canal Abierto | En las calles argentinas el ánimo flaquea junto al bolsillo. El presunto programa de control de precios que congelaría algunos de los productos imprescindibles de la canasta básica generó un moderado entusiasmo que fue rápidamente enfriado por los dos alfiles de la Casa Rosada que ofician de voceros. «No vamos a repetir los errores del pasado», advirtió el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, este miércoles. Mientras, el jefe de Gabinete exponía en Diputados y aprovechaba para aclarar que no traicionarán el manual neoliberal. «Trabajaremos con todos los mecanismos que se puedan para acordar posibilidades de precios con las empresas pero no creemos en el mecanismo de control de precios», afirmó.
Christine Lagarde envió un mensaje a los candidatos presidenciales que podrían reemplazar a Macri. Les recomendó que, de ganar, mantengan las políticas actuales porque sería «una tontería darle la espalda al trabajo que se está haciendo”. Y así les marcó la cancha.
Por su parte, en el transcurso de una semana, el Presidente habló dos veces. Pero en ninguna llevó tranquilidad económica al electorado. «Sé que les está costando llegar a fin de mes, pero éste es el camino. Las soluciones mágicas ya fracasaron una y otra vez», aseguró en Entre Ríos, donde viajó a respaldar a sus candidatos, en línea con lo que ya había sostenido en la apertura del VIII Congreso de la Lengua, en Córdoba, cuando habló de “ir en la misma dirección pero lo más rápido posible”.
La fuerte presión tributaria y el deterioro del mercado interno, sumados al dólar inestable y la inflación creciente, tienen intranquilos a quienes Cambiemos gusta llamar “los mercados”, el principal objetivo a calmar por los mensajes gubernamentales. Las encuestas que maneja el Gobierno mostraron que había que salir a hablarles.
El domingo por la noche, en la cena del CIPPEC, Mauricio Macri confirmó que el destinatario del discurso oficialista no son los votantes. “Hemos decidido que en el pasado no existe la solución a los problemas. Es la primera vez en décadas que entramos a una crisis con un conjunto de reglas y estamos empezando a salir habiendo respetado las reglas. Esto no es más ni menos que lo que hicieron Chile, Perú, Colombia, Paraguay, justamente lo que estamos llevando adelante es un ordenamiento macroeconómico”, manifestó frente a la cúpula de un empresariado nacional que ya no le cree.
La fuerte presión tributaria y el deterioro del mercado interno, sumados al dólar inestable y la inflación creciente, tienen intranquilos a quienes Cambiemos gusta llamar “los mercados”, el principal objetivo a calmar por los mensajes gubernamentales. Las encuestas que maneja el Gobierno mostraron que había que salir a hablarles.
Chantaje
El lunes, Peña recibió en la Rosada a 50 embajadores para asegurarles la continuidad del modelo en este año electoral y su par en Hacienda, Nicolás Dujovne, se fue a Washington a participar de la asamblea de primavera del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y a participar de reuniones con inversores, con la intención de morigerar los malos informes que elevan los organismos financieros sobre la Argentina.
Es que hace semanas que hay una fuerte tensión cambiaria, incluso en vísperas del último desembolso del FMI por 10.800 millones de dólares. La desconfianza se refleja en el riesgo país, que ya supera los 800 puntos y subió 70 por encima del venezolano, según reveló el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Otra clara señal la dio ayer la directora gerente del organismo internacional de crédito, Christine Lagarde, quien envió un mensaje a los candidatos presidenciales que podrían reemplazar a Macri. Les recomendó que, de ganar, mantengan las políticas actuales porque sería «una tontería darle la espalda al trabajo que se está haciendo”, una forma nada sutil de marcarles la cancha para que a ninguno se le ocurra declarar el default, renegociar el acuerdo o, peor aún, desconocerlo.
La desconfianza se refleja en el riesgo país, que ya supera los 800 puntos y subió 70 por encima del venezolano, según reveló el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda.
“Las elecciones de 2019 van a ser un chantaje donde van a intentar imponer la idea de que quien gane tiene que seguir con el endeudamiento o, en caso contrario, se viene el colapso”, sostuvo hace algunos meses el economista Claudio Katz en diálogo con Canal Abierto. Y no se equivocaba.
En el Rotary Club Buenos Aires y en presencia de buena parte del “círculo rojo”, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aseguró esta semana que el plan económico está “a mitad del río” y que si no acompañan al Presidente la Argentina volverá “al 70 por ciento de inflación».
Los mensajes para el electorado, en tanto, se restringen al presunto combate contra el “narcoterrorismo” y las “mafias”, y a la eterna comparación con el caos y la corrupción kirchnerista a los que el macrismo le opone supuestos “ordenamiento” y “transparencia”. Fuera de eso, el Gobierno evitará por el momento dar respuestas económicas reales a los bolsillos flacos y rezará por que la polarización alcance para que el apoyo popular no continúe adelgazando a la par.