Redacción Canal Abierto | Javier Matías es el nombre que le pusieron su padre y su madre, Juan Manuel Darroux y Elena Mijalchuk. Hoy, después de más de 40 años, volvió a presentarse con esa identidad, que le fue arrebatada cuanto apenas tenía cuatro meses, junto a sus padres, ambos desaparecidos por la dictadura.
En la sede de Abuelas, rodeado de Abuelas, nietxs, hermanxs y de sus tíos biológicos, el joven contó que, si bien tenía dudas sobre su identidad y a pesar de la insistencia de sus dos amigos y su esposa, prefería no embarcarse en una búsqueda incierta: “Fue a fines de 2006, con casi 30 años, que comprendí el egoísmo de mi postura ya que al fin pude entender que si no era importante para mí tendría que haber sido consciente que del otro lado también podrían estar buscándome”, dijo. Y llamó: “Creo que muchos pueden tener una sensación similar, así que los invito a juntar coraje y acercarse”.
Javier Matías leyó un sentido texto resaltando la lucha de sus familiares por saber de él y de su hermano o hermana -ya que su madre estaba embarazada al momento de su secuestro-, valoró que “la posibilidad de hacer visible la historia da una luz de esperanza para encontrar a alguien que sepa que ha sido de la vida de ellos”, y dejó bien en claro que “la restitución de mi identidad es un homenaje a mis padres, un símbolo de memoria, verdad y justicia”.
Por último destacó la lucha de “Madres y Abuelas que con su incansable coraje y militancia hacen posible que podamos sanar un poco el daño sufrido por las fuerzas armadas que hoy siguen siendo cómplices”.
“El derechos a la identidad no se negocia, no se abandona y no se olvida”, cerró Javier Matías Darroux Mijalchuk.
“Creo que muchos pueden tener una sensación similar, así que los invito a juntar coraje y acercarse”.
Por su parte Roberto, el tío de Javier, contó que empezó a buscar a su hermana a los 19 años: “Tengo dos líneas de teléfono, una de las que vienen con la empresa de cable, pero hubo una que nunca di de baja, la que sabían mi hermana y mi cuñado” expresó, visiblemente conmovido.
“Con mi madre siempre tuvimos la esperanza de que mi hermana y Javier estuvieran vivos. Las esperanzas se fueron haciendo más livianas respecto de mi hermana, pero nunca, nunca, sobre Javier. Guardé un álbum de fotos para el momento en que viniese”, concluyó.
En el inicio de la jornada, Estela de Carlotto leyó la historia de Juan Manuel y Elena, y la lucha por recuperar a sus hijos:
Juan Manuel Darroux trabajó en la Prefectura Naval Argentina de diciembre de 1961 hasta junio de 1966. De septiembre de 1969 a mayo de 1975 se desempeñó en la Universidad de Morón, en tareas administrativas, y allí conoció a Elena Mijalchuk, que estudiaba la carrera de Contadora Pública en ese establecimiento. Elena y Juan Manuel formaron pareja y aunque la familia de ella en un principio se opuso por la diferencia de edad –él era mayor que ella–, finalmente aceptaron la relación. Elena se mudó con Juan Manuel, quien ya vivía solo, a Capital. La familia de él era de San Antonio de Areco, provincia de Buenos Aires.
Según consta en el legajo de la Universidad de Morón, Elena rindió su primera materia en 1969 y la última en diciembre de 1976. El 5 de agosto de 1977, en el Hospital Alemán de Capital Federal, nació su primer hijo. Lo llamaron Javier Matías, y si bien a Elena el nombre que más le gustaba era Matías, agregó Javier para que el niño llevara las mismas iniciales que su padre. Con el tiempo las tensiones con los Mijalchuk quedaron atrás, al punto que la pareja se mudó a Caseros con ellos. Elena volvió a quedar embarazada. Ella misma se lo contó a su madre y a su hermano Roberto, así como Juan Manuel también se lo había mencionado a su medio hermano Raúl Venturelli.
Las desapariciones
Al momento del secuestro, Juan Manuel, Elena y el pequeño Javier Matías, ya vivían en Caseros. Lo último que la familia supo sobre Juan Manuel fue a través de sus primos Luis Molina y Domingo Carmelo Graziadio, a principios de diciembre de 1977. Se habían encontrado con él en un bodegón en la localidad de Valentín Alsina, ubicado en Rucci y Viamonte, donde se solían reunir. Luego Juan Manuel le pidió a su primo Domingo que lo acercara hasta Paraná y Panamericana, zona norte del conurbano. Domingo lo dejó allí pero como lo notaba preocupado volvió a pasar y vio cómo su primo discutía acaloradamente con cuatro hombres que lo subieron a una Chevy azul metalizada. Fue la última vez que lo vio.
Elena se enteró de la situación. Juan Manuel no aparecía y ella no sabía dónde buscarlo. Hacia fines de diciembre de 1977, recibió una llamada y después una carta en la que su marido le indicaba que el 26 de diciembre debía encontrarse con unos compañeros en Capital Federal. En la víspera, Día de Navidad, Elena mostró la carta a sus padres y les pidió que la acercaran con su bebé al lugar. Al día siguiente, tal cual lo convenido, llevaron a Elena y al pequeño Javier Matías a la cita, en Pampa entre Lugones y Avenida Figueroa Alcorta, en Núñez. Esa fue la última vez que los vieron.
Las búsquedas
La familia Mijalchuk no conocía a nadie que les pudiera brindar información. A finales de los 80, tanto ellos como los Darroux pidieron a la justicia la presunción de fallecimiento. Pero en mayo de 1999 Roberto Mijalchuk se decidió y denunció la desaparición de su hermana embarazada, su cuñado y su sobrino. Así se abrió un nuevo legajo de una mujer embarazada desaparecida en la CONADI y otros en la CONADEP.
Roberto dejó como contacto un teléfono de línea que, en estos años, nunca dio de baja, esperando recibir alguna vez una noticia. Las familias Mijalchuk y Darroux fueron incorporando sus muestras al Banco Nacional de Datos Genéticos. Abuelas, por su parte, solicitó a la justicia que se realizaran exhumaciones de familiares fallecidos para completar la información genética. La última muestra que se sumó, la de su abuela paterna, Natividad Arelano Venturelli, junto a la ampliación de los marcadores analizados por el Banco, permitió la identificación de Matías. A todo esto, los equipos de la CONADI investigaban infructuosamente las causas de desaparición de la pareja.
Mientras tanto, un joven con dudas sobre su identidad se acercó a la filial de Abuelas Córdoba. Él siempre supo que no era hijo de quienes lo criaron y su expediente de adopción consignaba que había sido encontrado por una mujer la noche del 27 de diciembre de 1977. Fue en la intersección de Ramallo y Grecia, a tres cuadras de la ESMA, cerca de donde esa misma madrugada Elena Mijalchuk fue vista con su bebé por última vez. Por disposición de la justicia, el bebé fue entregado en guarda para adopción a un matrimonio, con quienes se crió en la Ciudad de Buenos Aires. El muchacho se mudó a Córdoba en 1999 y allí inició su búsqueda. Paralelamente, en Abuelas Capital se habían recibido denuncias sobre un joven presuntamente hijo de desaparecidos, que fueron incorporadas al caso para su investigación.
El encuentro
Como en todos los casos de personas con dudas sobre su identidad, Abuelas dio intervención a la CONADI, que ordenó los estudios genéticos. En octubre de 2016, el Banco informó que el perfil del hombre coincidía con el de la familia Darroux Mijalchuk, pero las causas de desaparición de sus padres aún continuaban indeterminadas. CONADI derivó el caso a la Unidad Fiscal que profundizó la investigación y luego la presentó ante la justicia federal, donde hasta hoy se siguen recabando datos y testimonios.
El tío Roberto Mijalchuk recibió el llamado tan esperado a ese teléfono fijo que nunca había dado de baja. La CONADI le comunicó que había encontrado a su sobrino y que podían reunirse. Javier Matías Darroux Mijalchuk conoció su origen y hoy las Abuelas le damos la bienvenida a esta enorme familia para restituirle su derecho a la identidad y contribuir a la reconstrucción de su historia.
Canal Abierto transmitió en vivo:
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