No ha sido un golpe, señores. ¡Faltaba más! En todo caso habrá sido un roce, a lo sumo una cachetada desprovista de intención y sin mayores consecuencias. Por lo demás, muy chévere, como dijo Ricardo Montaner. Ocurre que los golpes ya no existen. Son un fabulario. Las democracias tienen sus reglas y a esas reglas hay que atenerse. El tipo es aindiado, sucio y malvado. Un tipo que no llega a tener la catadura de tipo. Encima petiso y futbolero. Las reglas de las llamadas democracias, en fin, tienen un límite cuando a un loco se le ocurre ir más allá de los límites que reglan esa democracia burguesa que nos ahoga y somete y discrimina y nos muele a palos.
No ha sido un golpe. Ha sido un mazazo.