Redacción Canal Abierto | El barrio Carlos Mugica, más conocido como las villas 31 y 31 bis de Retiro en la ciudad de Buenos Aires, sufre desde hace meses la escasez de agua.
Esta situación se agudiza con las altas temperaturas del verano porteño y conseguir un poco de agua para cocinar, refrescarse o, apenas, lavarse las manos se convierte en una odisea. Para beber, es obvio, los vecinos que pueden compran agua envasada porque además de escasa el agua que se les provee no está en condiciones seguras, dista de ser potable.
El gobierno de la Ciudad ha destinado para obras de infraestructura más de 1000 millones de pesos pero por el momento no ha formalizado ninguna conexión de agua ni la red cloacal. El tendido de agua corriente está realizado de forma precaria, con mangueras de poco calibre y en muchas zonas se superpone con el tendido cloacal.
Las familias denuncian hace meses la falta de agua y coinciden que, a partir de las obras recientemente realizadas por el Gobierno de la Ciudad, el acceso al servicio empeoró. Por este servicio deficitario, insuficiente y sin garantías sanitarias, la Ciudad le paga a AYSA, como así también lo hace con Edesur por el suministro eléctrico –también deficiente, inconstante, con frecuentes cortes y subas y bajas de tensión que provocan un alto costo de reposición de electrodomésticos a las familias.
Hicimos un recorrido con vecinas del barrio Güemes –uno de los más viejos del asentamiento– y del bajo autopista y con María Eva Koutsovitis y Matías Goyeneche de la Cátedra Libre de Ingeniería Comunitaria (CLIC) de la Facultad de Ingeniería de la UBA. De esta forma pudimos comprobar lo que relevaron en los últimos meses en el marco del Seminario de Servicios Públicos y Barrios Populares: las mediciones de presión y los indicadores sanitarios elaborados evidenciaron la crítica situación sanitaria que atraviesa el barrio.
“El relevamiento evidenció que la situación sanitaria era crítica en el Barrio Güemes, más del 40% de los vecinos refirió desbordes frecuentes cloacales, más del 70% refirió no tener presión de agua, más del 70% refirió que el agua que recibía para consumo se encontraba alterada. También medimos presión y el resultado confirmó lo relevado. La presión es un indicador indirecto de la calidad del agua: cuando el servicio se interrumpe o cuando la presión baja, la probabilidad de que el agua se contamine mediante el ingreso de una sustancia externa, aumenta”, señala Koutsovitis.
Mientras tanto, Horacio Rodríguez Larreta inaugura una sucursal de Mc Donalds y el Ministerio de Educación porteño en el barrio, los funcionarios de la SISU (Secretaría de Integración Social y Urbana) amenazan a los pobladores del Bajo Autopista para que se muden a las viviendas construidas por el gobierno y se endeuden por 30 años, y vecinas y vecinos se organizan para resistir el fenomenal negocio inmobiliario en ciernes y luchar por sus derechos.