Redacción Canal Abierto | Una poderosa investigación del Washington Post, la televisión pública alemana ZDF y la suiza SRF confirmó que la fábrica de maquinas de mensajes encriptados Crypto AG había sido comprada en 1970 por la CIA y el Servicio Federal de Inteligencia de Alemania Occidental, el BND, y que gracias a esos sofisticados sistema de comunicaciones codificadas Estados Unidos pudo colaborar con Gran Bretaña durante el conflicto bélico por las islas del sur de nuestro país.
A partir de 1970 la compañía suiza Crypto AG, fundada durante la Segunda Guerra Mundial por un ruso radicado en Suiza, comenzó a incrementar su cartera de clientes hasta llegar a ser proveedora de 120 países del mundo, entre ellos Argentina y toda América Latina. Así, además de un negocio millonario, obtuvo información clasificada de todos sus clientes. Bajo la fachada de la precisión y la seriedad suiza, y la tradición neutral del país, se escondía un fenomenal mecanismo de control y sometimiento, de dos de las grandes potencias hacia países dependientes.
Desencriptar el capítulo argentino
Las nuevas filtraciones presentadas por el Washington Post le permitieron al National Security Archive, un organismo independiente encargado de desclasificar, preservar y publicar archivos de estado de Estados Unidos, retomar y confirmar algunas líneas de investigación previas. Los cables de la CIA a los que tuvo acceso el archivo son categóricos. Por ejemplo, durante la reunión inaugural del Plan Cóndor, organizada por el régimen de Augusto Pinochet en noviembre de 1975 en Santiago de Chile, los militares al mando de cinco dictaduras del continente (Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile) firmaron un acuerdo para emplear un mismo sistema de encriptado. Varios años después se supo que era el de Crypto AG, reveló el diario Página/12.
En 1982 la administración Reagan aprovechó la absoluta dependencia argentina del Crypto AG para escuchar comunicaciones y colaborar con los ingleses durante la guerra de Malvinas.
Un documento descubierto anteriormente por la NSA incluía el agradecimiento de la por entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, «por la cooperación de los Estados Unidos en asuntos de Inteligencia y el uso de la isla de Ascensión». Los nuevos cables presentados por el también Post hablan sobre la inteligencia obtenida de la operación, pero proporcionan pocos detalles sobre su contenido y cómo esa información fue utilizada.
Hace algunos días una periodista suiza que trabaja para la televisión alemana visitó el Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas, de La Plata, para conversar con los ex soldados sobre los documentos desclasificados.
Consultado por Canal Abierto, Mario Volpe, del CECIM, explica que, si bien impacta la magnitud de la operación, nunca dudaron de la parcialidad norteamericana durante el conflicto: “No me sorprendió para nada, lo que sorprende es que hubo una filtración de la CIA y esa filtración sorprendió al público en general. Por lo que estaban preocupados los suizos es por la afectación que les genera a su reputación de país neutral, impoluto, que nunca se mete, su credibilidad hacia las maquinas suizas o el sistema bancario”.
Sin embargo, hubo un momento en que el gobierno de facto argentino descubrió una falla de seguridad en el antiguo aparato utilizado para codificar mensajes. Crypto AG envió enseguida un representante a Buenos Aires para que lograra convencer a los militares. El especialista sabía que los algoritmos habían sido manipulados, pero la maniobra había sido ejecutada «con una prominencia técnica» tal que garantizaba que el hackeo fuera «imposible de detectar mediante las pruebas estadísticas habituales». «El engaño funcionó. Los argentinos tragaron con dificultad, pero continuaron comprando los equipos», revelaron los cables ventilados en estos días.
En 1995 hubo una primera investigación sobre Crypto AG, a raíz de un vendedor de la empresa que fue detenido en Iran e interrogado durante nueve meses, sin saber porque, que luego de ser liberado habló con la prensa.
Luego, el BND alemán se retiró de la compañía dejándola completamente en manos de la CIA. La inteligencia americana la vendió en 2018, y sus nuevos dueños ahora denuncian haber sido defraudados. Suiza abrió una investigación oficial.