Redacción Canal Abierto | “Si nos faltaba algo… eran los médicos/espías/comisarios cubanos! #NoALosMedicosCubanos”. La ex titular de la Oficina Anticorrupción y uno de los cuadros político mediáticos más grotescos de la era Cambiemos, Laura Alonso se sumó al hashtag con que por estas horas se intenta denostar a los profesionales provenientes de la isla.
El tuit de la funcionaria acusada por presunto encubrimiento en diversas causas de corrupción no logró demasiado eco por fuera de los ya característicos trolls de la oposición y los medios que desde hace tiempo practican “periodismo de guerra” contra cualquier variante peronista. La explicación reside en el abroquelamiento de casi todo el arco político en torno a las medidas adoptadas por el Presidente Alberto Fernández, y a la conciliadora actitud de quienes pretenden heredar el liderazgo de Mauricio Macri.
Si bien la polémica comenzó luego de que trascendiera que Axel Kicillof contrataría a 500 médicos cubanos, la operación mediática quedó en ridículo cuando el gobernador de la provincia de Buenos Aires informó que la oferta del país caribeño todavía no había sido aceptada. Incluso aclaró que sólo prosperaría en caso de que los médicos argentinos no lograsen cubrir la demanda.
La propia Embajada cubana en Buenos Aires anticipó a este medio que por el momento no va a hacer declaraciones sobre información que calificó como “no oficial”. La intención –aseguraron- es no avalar “rumores” en medio de la crisis.
Mientras Italia (arribaron 53 médicos y enfermeros cubanos) y decenas de países afectados por la pandemia reciben con los brazos abiertos los contingentes de profesionales de la salud, algunos elementos de la oposición argentina resisten de antemano la posible llegada con el fantasioso temor a “invasiones y espionajes”.
El posicionamiento hostil no tiene nada de casual, ni responde únicamente a rencillas vinculadas a la política doméstica. Las brigadas médicas cubanas que salen al mundo para ayudar en las regiones más pobres son desde hace tiempo uno de los blancos predilectos del gobierno de Donald Trump para presionar a isla.
El argumento central de la Casa Blanca apunta a una supuesta intención por parte de la Habana para infiltrar elementos en los 60 países del mundo en que opera el programa.
Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, en los últimos años 60 han sido enviados a 160 países más de 600.000 cubanos como médicos, enfermeros y técnicos sanitarios. Desde los pueblos indígenas del Amazonas hasta los barrios marginales de las ciudades africanas o las víctimas del terremoto de 2010 en Haití.
En la actualidad son una veintena de misiones las que trabajan en naciones que no pagan nada a cambio, pero el resto entrega un dinero al Gobierno cubano a cambio de los servicios médicos.
Por otra parte, siempre según las acusaciones de la administración Trump, Cuba estaría explotando a estos profesionales. La crítica logró alguna repercusión internacional cuando llegó a la ONU: una relatoría especial de la organización global sugirió que las condiciones podrían llegar a calificarse de trabajo forzoso o un tipo de «esclavitud moderna».
La teoría conspiranoica de espionaje no resiste demasiado análisis, pero cala hondo en dirigentes como Laura Alonso y periodistas que aún no superan los “fantasmas rojos” propios de la Guerra Fría.
Es en el marco de los recientes cambios políticos en América Latina que Estados Unidos busca intensificar su campaña contra Cuba, y en particular contra sus médicos con expulsiones en las misiones de Bolivia y Brasil. En este último país la situación devino en la más aguda ironía cuando, luego de haberlos echado bajó la misma sospecha que Laura Alonso, el presidente Jair Bolsonaro debió dar marcha atrás debido a la falta de profesionales brasileños dispuestos a trabajar en zonas aisladas o de difícil acceso.
En tiempos en que la ultra derecha brasileña hace agua en la pelea contra el coronavirus y Donald Trump prioriza la salud de los mercados por sobre la de la población, la revolución latinoamericana más relevante del último siglo hace gala de su solidaridad y ayuda a salvar vidas. Quizás sea un buen momento para que el impopular atropello norteamericano contra Cuba (en 2019, la asamblea de la ONU resolvió condenar el bloqueo con 187 países a favor y sólo 3 en contra) caiga por su propio peso.