Redacción Canal Abierto | La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que comienza este 23 de septiembre, lejos de despertar expectativas por el abordaje de un tema tan urgente como importante, ha suscitado críticas de todos los sectores. Incluso, desde adentro mismo de la ONU.
Michael Fakhri, relator especial sobre el Derecho a la Alimentación de la organización, aseguró en un informe del 29 de julio pasado que aquello que se acuerde en la Cumbre tendrá menos que ver con las necesidades de las millones de personas que padecen hambre en el mundo que con los intereses de un puñado de multinacionales.
Y es que los antecedentes de la reunión, promovida por el Foro Económico Mundial, no son alentadores. “A diferencia de las anteriores, no fue una cumbre trabajada centralmente por los Estados, sino que inaugura un modo distinto de construcción a partir de esto que llaman un ‘abordaje de múltiples actores’. Y dentro de este abordaje se les da un lugar de legitimación a las grandes corporaciones trasnacionales”, explica Marcos Filardi, abogado, docente de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA y de la UNLZ y cofundador y miembro del Museo del Hambre.
La captura corporativa de los alimentos
El nuevo abordaje múltiple nació como fruto de un acuerdo entre la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, y el Foro Económico Mundial de Davos que nuclea, justamente, a las grandes corporaciones transnacionales, como Unilever, Pepsico, Bayer, Nestlé, Coca Cola, Microsoft, Google o Amazon. De acuerdo con él, los miembros del Foro se comprometen a financiar los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030.
Por otro lado, y en el Día Mundial de la Alimentación, el secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, designó como enviada especial para organizar la cumbre a Agnes Kalibata, quien también es presidenta de la Alianza para una Revolución Verde en África. Esta iniciativa, según detallan desde la agroecología, consiste en la producción de alimentos a base de transgénicos, agrotóxicos y fertilizantes sintéticos, y fue respaldada por la Fundación Rockefeller y la Fundación Bill y Melinda Gates.
“Esto significa una captura corporativa del sistema de Naciones Unidas, algo que fue fuertemente criticado por más de 500 organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo incluida la Vía Campesina”, asegura el investigador en diálogo con Canal Abierto.
Si a eso le sumamos el informe emitido por el propio Foro de Davos antes de la Cumbre, donde señala que el sistema alimentario actual está en crisis, todo hace suponer que en esta mesa se servirán, sobre todo, negocios.
“En ese mismo informe ellos dicen tener la receta para sacarnos de esa crisis. ¿Y cuál es la receta que proponen? La de las tecnologías transformadoras que llaman ‘de la agricultura 4.0’: nanotecnología, agricultura de precisión, carne sintética, edición genética, insumos de origen biológico para la producción –agrega el experto–. Están inaugurando otros paquetes tecnológicos, por eso viene con un ropaje verde. Van a decir, por ejemplo, que la ganadería industrial genera contaminación del agua, emisiones de gases de efecto invernadero responsables de las crisis climáticas, pero la receta que van a oponer es la carne sintética y no la ganadería a pasto que es capaz, incluso, de mitigar la crisis climática porque secuestra carbono”.
De la Cumbre al mundo entero
La preocupación alrededor de esta Cumbre sui generis, con marcada influencia del sector privado concentrado, radica en que de allí saldrán los lineamientos para los futuros planes alimentarios que llevarán adelante los Estados de todo el mundo.
“La Cumbre viene a minar un foro, que se ha consagrado en los últimos años, de discusión de las políticas de seguridad alimentaria que es el Consejo de Seguridad Alimentaria de la ONU, en el cual están presentes no sólo los Estados sino también la sociedad civil e incluso el sector privado. En vez de recurrir a ese sistema que funciona, que ha generado documentos muy importantes, esta cumbre abre una nueva institucionalidad incierta y éste es otro los aspectos incluidos por el por el relator Fakhri en su en su informe –asegura Filardi–. Estamos de acuerdo en que los sistemas alimentarios están en crisis, pero no estamos de acuerdo con la propuesta que va a salir de esa Cumbre”.
Y agrega: “Con el discurso de que es necesario producir más para alimentar al mundo, el agronegocio se volvió el modelo vigente en nuestros países. Lo cierto es que bajo estas revoluciones verdes, biotecnológicas, el hambre en el mundo no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado. Y un tercio de todo lo que se produce se echa a perder porque no tiene por objeto alimentar a nadie, sino llenar tanques a través de los agrocombustibles, engordar a los ganados de otros mercados, o proporcionarle materiales a la industria. La lógica del agronegocio no está pensada para alimentar a nadie sino para generar ganancias para muy pocos actores cada vez más concentrados: grandes empresas químicas o de la industria alimentaria. Los mismos actores que moldearon a este sistema hoy en crisis te dicen que ahora tienen la solución para sacarnos”.
En oposición a la Cumbre, desde las organizaciones lanzaron un documento titulado “¡No a los sistemas alimentarios corporativos! ¡Sí a la soberanía alimentaria!”, el hashtag #FoodSystems4People en las redes sociales, y una contra movilización en Nueva York ante la cumbre de la ONU. “Hoy hay más conciencia individual y colectiva y movilización ante estos temas. Por eso desde los pueblos, desde las organizaciones campesinas, desde los movimientos sociales, estamos llamando a una contracumbre para pensar una salida desde y para los pueblos, que no va a ser la que establezca la Cumbre de Naciones Unidas, sino que tiene que ver con la agroecología de base campesina, que es la que produce los verdaderos alimentos que llegan a las mesas, y con la soberanía alimentaria como soluciones de fondo”.