Redacción Canal Abierto | En Chicoana, a 50 kilómetros de la ciudad de Salta, más de 250 mujeres y disidencias integrantes de 21 pueblos naciones indígenas acordaron exigir al Estado el fin de una práctica tan antigua como aberrante: el chineo, la violación sistemática, a veces seguida de muerte, de niñas originarias por parte de hombres blancos con dinero.
“El chineo aún hoy es una práctica común en Argentina: hombres criollos violan, torturan y matan mujeres y niñas indígenas. Es infanticidio. El Estado es responsable de la vigencia de esta práctica. Exigimos el reconocimiento de la problemática, abolición y justicia para mujeres y niñas. La práctica del chineo viene desde la época colonial, implica el control absoluto de los cuerpos, sostenido por una idea de superioridad racial. Es un acto racista, patriarcal y genocida. Rompamos este pacto machista, racista y colonial. #Bastadechineo”, sostuvieron desde el Tercer Parlamento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir, que tuvo lugar del 22 al 25 de mayo en esa localidad salteña.
Allí, acordaron presentar un «exigitorio» al Estado argentino para poner fin al chineo, propuesta presentada por la referente mapuche Moira Millán, del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir.
Entre los puntos salientes del reclamo está que el chineo sea declarado crimen de odio, que se separen de las fuerzas de seguridad a aquellos miembros que cometan estos crímenes, y se inhabilite “de por vida para entrar al territorio” a aquellas empresas extractivistas que cuenten con empleados violadores de niñas indígenas en su nómina.
También piden que se embarguen los bienes de los violadores para destinar el dinero a hacer campañas de prevención y asistir a las víctimas a través de la creación de centros de contención.
Basta de chineo
El chineo es una práctica disfrazada de “costumbre”. Los perpetradores son varones criollos, con dinero o con poder político que someten en grupo a niñas y adolescentes de pueblos originarios como parte de sus privilegios de clase y de género. Se han registrado abusos sexuales contra jóvenes de las comunidades Wichí, Qom, Pilagá, y Moqoi, entre otras. Pero los abusadores nunca llegan a juicio.
“Esta lamentable y terrible aberración sexual está calificada por observadores del Estado, por funcionarios administradores de justicia, como un rito iniciático de la actividad sexual, como parte de una cultura”, detalló Millán en declaraciones a la agencia Télam.
En octubre de 2019, durante una ocupación pacífica del Ministerio del Interior por parte de las mujeres indígenas, se consensuó la campaña “Basta de chineo”. Pero hasta la fecha nada ocurrió.
La campaña constaba de distintas piezas gráficas que pedían la abolición del chineo, el acompañamiento psicológico para sus víctimas, y que los abusos sean juzgados como crímenes de odio. También realizaron videos que recopilan relatos de mujeres, muchas hoy ancianas, donde cuentan abusos y “forzamientos” padecidos por sus hijas, sus nietas, y hasta por ellas mismas cuando eran niñas.
Uno de ellos dice: “Volvía de la escuela con mi prima agarrada de la mano. Estaba cerca de mi casa, no faltaba mucho para llegar. Ella alcanzó a correr pero yo no. Me subieron a un auto. Eran hombres blancos y me violaron. Hoy no quiero que eso le suceda a ninguna de mis hijas, por eso digo: basta de chineo”.
Pese a los avances en políticas de género conseguidos por el movimiento feminista, el chineo rara vez toma estado público.