Por Néstor Espósito | La Cámara Federal porteña, de la mano de un fallo firmado por uno de los jueces que –según la Corte Suprema- no debería estar allí, salió a rescatar a la Causa Cuadernos. La estrategia es compleja y busca anticiparse a la catarata de nulidades que las defensas de gran parte de los imputados tienen preparadas para cuando sea el juicio oral y público.
El camarista Leopoldo Bruglia acaba de decretar la nulidad de un fallo del juez Julián Ercolini que había rechazado el planteo de uno de los empresarios imputados para que se declarara incompetente en razón de la materia del delito imputado y enviara el expediente a la Justicia Electoral. El imputado reconoció haber entregado sumas de dinero a funcionarios del gobierno 2003 – 2015, pero negó que esos pagos hubieran sido sobornos para obtener contratos de obra pública y, en cambio, dijo que habían sido aportes económicos para distintas campañas electorales. Pese a que la ley de financiamiento de los partidos políticos establece una limitación y un sistema de control a esos aportes, lo cierto es que permanentemente los jueces electorales detectan e incluso sancionan violaciones a esa normativa. La última de resonancia ocurrió en febrero pasado, cuando el juez electoral bonaerense Alejo Ramos Padilla rechazó la rendición de cuentas de Cambiemos en el marco de la causa por los aportantes truchos que sostuvieron la campaña de 2017 de los candidatos Esteban Bullrich y Gladys González, durante la gobernación de María Eugenia Vidal.
Pero una cosa es un soborno para obtener obra pública y otra, de menor envergadura (por lo menos en la consideración social) aportar para la campaña de un partido en un proceso de elecciones.
¿Quién fue el empresario que formuló esa defensa y pidió que la causa, en su caso, pasara a la Justicia Electoral? Armando Loson, ex titular del Grupo Albanesi. Según su página web, ese grupo empresario “de capitales privados desarrolla su principal actividad en el mercado de energía, ofreciendo servicios de provisión y transporte de gas natural y suministro de energía eléctrica a sus clientes. La capacidad de desarrollo y ejecución de nuevos proyectos que permiten afianzar su presencia en el mercado de energía, así como explorar nuevos negocios, generando un crecimiento constante”.
Loson está procesado en la Causa Cuadernos. Pero en 2020 la Cámara Federal suspendió la elevación a juicio oral de su caso específico en razón de que ya había insinuado que lo suyo no era corrupción sino aportes, acaso irregulares, para “la política”. Dicho de otro modo: si el juicio por Cuadernos comenzara mañana, Loson no estaría en el banquillo.
Pero Loson hizo algo más que ensayar un novedoso argumento de defensa. Encargó a peritos que él contrató un análisis exhaustivo del escaneo de los cuadernos. No revisaron los cuadernos originales (que están en poder del Tribunal Oral Federal número siete) sino las mal llamadas “fotocopias” (pues se trata de la impresión de copias escaneadas). Allí, los expertos particulares encontraron más de 1.600 irregularidades. Desde anotaciones sobrescritas hasta palabras ocultadas con Liquid Paper, pasando por infinidad de tachaduras y anotaciones alteradas. Tal conmoción causó esa revelación en el marco del expediente que el tribunal oral federal que en algún momento deberá convocar a juicio ordenó como medida previa a esa instancia un peritaje que, esta vez sí, se hará sobre los originales.
Loson encargó que se revisara todo lo que se refería exclusivamente a él y encontró más de 1.600 irregularidades. Hay un centenar de empresarios que están salpicados por la investigación. Si cada uno de ellos encargara un examen sobre sus apariciones y los resultados fueran más o menos similares habría unas 150 mil irregularidades en las anotaciones atribuidas al chofer del ex funcionario Roberto Baratta, el remisero y ex militar Oscar Centeno. Eso, sin contar que Centeno declaró como arrepentido y aseguró, con la obligación de decir la verdad, que había quemado los cuadernos en la parrilla del quincho de su casa. Mintió; los originales de los cuadernos aparecieron. Si un arrepentido miente, su acuerdo se cae automáticamente. Dicho de otro modo: Centeno podría perfectamente estar preso hoy o, cuanto menos, dejar de gozar de los beneficios de su singular arrepentimiento.
El empresario Loson es un protagonista molesto para la historia oficial de la Causa Cuadernos. El fallo de Ercolini que rechazó su planteo de competencia garantizaba que Loson permanecería en el pelotón empresarial que comenzó acusado de ser parte de una asociación ilícita, con el paso del tiempo pasó a ser responsable del pago de sobornos y últimamente, como parte de la estrategia para salvar la causa, comienzan a ser víctimas de “presiones” de funcionarios a las que debieron someterse porque, en caso contrario, sus empresas podrían haber quebrado. El Poder Judicial está justificando, casi naturalmente, la supuesta comisión de un delito.
El camarista que anuló el fallo de Ercolini y le ordenó (con un claro mensaje cifrado en la resolución) que redacte uno nuevo, es Leopoldo Bruglia. Fue una decisión unipersonal, pero la Sala que integra la completan Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi.
Los tres acaban de sobreseer al ex presidente Mauricio Macri en la causa en la que estaba procesado por espionaje ilegal a familiares de víctimas del ARA San Juan. De esa sala salió también el fallo que consideró que los ex policías de la Ciudad de Buenos Aires contratados por la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani pudieron burlar toda la estructura vertical de la inteligencia y hacer sus propios negocios, como cuentapropistas.
Si el juez Ercolini admitiera el planteo de Loson y su caso pasara a la Justicia Electoral, otros empresarios imputados recorrerían la misma huella. La causa Cuadernos quedaría debilitada, pero seguiría en pie. Para un sector del Poder Judicial es preferible “un poco de algo” que “el todo de la nada”.
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Néstor Espósito: @nestoresposito