Redacción Canal Abierto | «La solidaridad que despertaba en mí lo que iban contando me producía ese sentimiento de cuidado sobre ellos. Y ahora me pregunto: ¿acaso no había que cuidarlos?»
Así concluye el prólogo original de La patria fusilada, tal vez, junto con Ni olvido ni perdón, la película de Raymundo Gleyzer, uno de los documentos más contundentes de lo que sucedió en la madrugada del 22 de agosto de 1972 en la Base Almirante Zar de la ciudad de Trelew.
Se trata de una breve entrevista al propio Paco Urondo, en la que explica cómo se realizó la charla con María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar ese 24 de mayo de 1973 en la cárcel de Devoto donde los cuatro estaban presos, a nueve meses de los hechos y un día antes de la asunción de Héctor Cámpora como presidente de la nación.
El reconocido escritor, periodista y poeta, que luego fue asesinado por la última dictadura, perfilaba un recorte de orden político histórico sobre la época, a la vez que entregaba una percepción humanitaria sobre las personas involucradas.
Sin embargo nunca fue aclarado quién hizo esas preguntas, y las incógnitas siempre rondaron entre la posibilidad de que hubiera sido aun compañero de la revista que publicó en primera medida la conversación, o el propio Urondo representado una conversación con alguien más, para incorporar su mirada a la publicación, ya que en la charla, como él mismo aclara en ese prólogo, sus participaciones fueron mínimas.
Anoche, en el teatro Rayo Verde de Trelew, repleto, se realizó la presentación de una nueva reedición del documento, publicada por el Fondo de Cultura Económica.
Allí, Daniel Riera, el editor, contó: «Este libro tiene un prólogo, que nunca pudimos saber quién escribió, es una entrevista a Urondo en la que él cuenta cómo se hizo el libro, yo intenté, hablando con varias personas de la redacción de Crisis de la época saber quien lo había escrito, pero nunca se pudo llegar, como si se hubiese perdido o si hubiesen creído que lo importante era el colectivo y no tanto el autor. En ese prólogo Urondo toma posición no solamente ideológica, filosófica, sino también de amistad, habla de la fragilidad con que notó a los compañeros y habla de la necesidad de cuidarlos, y se pregunta, hay una toma de posición ética que tiene que ver con una forma suprema de algo que está tan cuestionado y bastardeado por la prensa de la derecha que es la idea de un periodismo que sea militante. Es, además de un periodismo militante, un periodismo amoroso, comprometido con el otro y con la causa que tienen por delante».
Luego habló Ángela Urondo, hija de Paco, que contó como fue su primer encuentro con La patria fusilada, que le llegó con la herencia familiar de su padre, ya de adolescente, y describió otros caminos que unen a Francisco Urondo con los hechos de Rawson y Trelew: «Mi papá antes de tenerme a mí tuvo otros dos hijos, mis hermanos mayores Javier y Claudia, que está desaparecida junto a su compañero (Mario Lorenzo) el «Jote» Koncurat. Pero vengo a hablar de Claudia porque también está conectada a esta historia, y esto es algo que me di cuenta hace poco: mi viejo tuvo algunas pseudomilitancias más ligadas a lo cultural, pero la militancia fuerte empieza a través de mi hermana. Ella, con sus compañeras de escuela y con su novio de aquel momento, Carlitos Goldemberg, empezaron la militancia. A su vez, la hermana de Carlos estaba de novia con Carlitos Olmedo, fundador de las FAR, y en esas charlas familiares, de amigos, novios y piyamadas de chicos adolescentes mi viejo se fue interesando en lo que hablaban los pibes y terminó encuadrándose y militando bajo la conducción de Olmedo«.
“Carlitos Goldemberg tuvo un rol fundamental en la fuga de Rawson -continuó Ángela-, porque él con 19 años era el que conducía el auto que hace llegar a las personas que se escapan hasta el aeropuerto. Por eso cuando ocurre los hechos de Trelew, supongo que mi viejo estaba ya muy comprometido por la cercanía. Así que, en la memoria de Carlitos Goldemberg también, este homenaje”.
Por último, Raquel Camps, hija de Alberto y prologuista de la nueva edición, también compartió su primer encuentro con el texto: «Solamente leí las partes en las que hablaba mi papá, porque yo quería ver qué decía y cómo lo decía, y quería encontrar una palabra mara mi, un mensaje para mí, entonces no lo leí como un documento histórico sino como la palabra de mi viejo».
«Todo el proceso que tuvimos que hacer para poder hablar, para poder decir mamá y papá, durante un montón de tiempo yo no sabía decir mamá y papá, no me salía, lo tuve que aprender a decir», dijo, con la voz entrecortada.
Y concluyó: «El compromiso de mi papá con la denuncia de lo que había pasado fue más allá de La patria fusilada: mi hermano se llama Mariano Alfredo Humberto, por los compañeros de las diferentes organizaciones (se refiere a Mariano Pujadas, de Montoneros; Alfredo Elías Kohon, de FAR; y Humberto Suárez y Humberto Toschi, ambos del ERP), yo me llamo María, por María Angélica Sabelli, y Raquel por una compañera que había muerto en sus brazos antes».
#MasacreDeTrelew | "Sigo redescrubiendo nuestra historia colectiva, quién era mi padre, mi madre y aquellos compañeros, quién era yo", asegura @AngelitaUrondo en la presentación de la reedición de "La patria fusilada" de Francisco "Paco" Urondo, su padre. #CanalAbiertoEnTrelew pic.twitter.com/bdBowfbIDv
— Canal Abierto (@canalabiertoar) August 22, 2022
Cobertura de Canal Abierto desde Trelew y Rawson
Imagen principal: Los tres sobrevivientes de la Masacre de Trelew ofrecen una conferencia de prensa. De izquierda a derecha, con bigotes y lentes oscuros Ricardo Rene Haidar, Maria Antonia Berger y Alberto Miguel Camps. 5 de agosto de 1973, Trelew. Confitería del Hotel Touring Club. Foto: Emilser Pereira / Diario Jornada. Tomado de Revista HAROLDO.