Por Melissa Zenobi | Tras un anuncio que copó los principales portales durante todo el día, anoche Shakira y Bizarrap finalmente lanzaron una canción que hicieron en colaboración y cuyo mensaje va de lleno contra el futbolista Gerard Piqué.
Se trata de la Music Sessions #53 del productor argentino, estrenada ayer a las 21, y que se volvió viral a los pocos minutos. En sólo doce horas consiguió más de 17 millones de reproducciones únicamente en youtube. Al mismo tiempo las redes sociales explotaban de memes por la cantidad de indirectas hacia su expareja, pero también haciendo eco de la admiración por cómo está monetizando esta ruptura.
Que Shakira convierta su dolor en arte no es algo nuevo. Sin embargo, el tema plantea un giro concreto en el mensaje de aquello que genera la traición. Incluso se aleja del reciente “no fue culpa tuya, ni tampoco mía, fue culpa de la monotonía”. Pero más aún si se compara con las letras de Dónde están los ladrones, editado en 1998, donde cantaba “Si te vas, si te vas, mi cielo se hará gris”, “Mis días sin ti son un derroche, Las horas no tienen principio ni fin”, y pedía: “Yo quiero que vuelvas, yo quiero que regreses”.
Lejos de la lastimada que se queda llorando, y sin temor a mostrarse resentida, ahora dice “Perdón, ya cogí otro avión, aquí no vuelvo, no quiero otra decepción”, y es que “Una loba como yo no está para novatos”. “Te creíste que me heriste y me volviste más dura”, contesta y remata: “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”.
El punto flojo de la letra está en la forma en la que habla de Clara Chía Martí, la nueva pareja de Piqué. “Tiene nombre de persona buena, claramente no es como suena”, y cierto sesgo clasista en el modo de medir el valor de las mujeres con metáforas que no suman: “Cambiaste un Ferrari por un Twingo. Cambiaste un Rolex por un Casio”. La robamaridos no existe, es un invento del patriarcado.
Sin dudas, la mejor música de Shakira es la que hizo con el corazón roto. Viniendo de la narrativa del sufrimiento pasivo de las mujeres que por décadas caracterizó un modo de hacer música en todo el mundo, pareciera que la cantante colombiana se está aggiornando a los nuevos tiempos. La traicionada ya no garpa, basta de melancolía. ¡Bienvenidas sean siempre estas transformaciones!
La escritora y divulgadora feminista Florencia Freijo usó sus redes para poner en valor el lanzamiento “’Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan’ probablemente se convierta en una frase que eduque a cientos de miles de mujeres que aún hoy se mantienen calladas y temerosas, creyendo que su valor no debería expresarse en dinero”, y pondera a “una Shakira centrada en sus condiciones materiales de existencia que deja las moscas en la casa para ir al banco a llenar su cuenta de verdes”.
La culpa no es de la monotonía, sino del patriarcado
Hace tiempo los feminismos comenzaron a poner en debate la necesidad de deconstruir las lógicas que sostienen el valor del amor romántico, un modo vincular que se retroalimenta en el capitalismo y el patriarcado, y que establece jerarquías que en muchos casos devienen en violencias.
“Las mujeres sufrimos de dependencia emocional aguda y los hombres se declaran en estado de crisis transitoria. Unas sufrimos las contradicciones entre los discursos de la posmodernidad y las estructuras emocionales arcaicas que heredamos de nuestras abuelas”, escribe la feminista Coral Herrera Gómez en su blog.
La intelectual española autora de Mujeres que ya no sufren por amor explica que el amor posee “una dimensión política y económica que configura nuestras emociones y sentimientos, nuestro deseo y erotismo, nuestras formas de convivencia, nuestra cotidianidad”.
Herrera Gómez analiza el rol de la cultura y las distintas disciplinas artísticas en el sostenimiento de estas estructuras: “La construcción cultural del amor romántico de nuestras sociedades está basada en modelos muy limitados, en realidad es siempre el mismo esquema narrativo”.
Propone entonces la construcción colectiva de otras formas de quererse, despatriarcalizar el amor y descapitalizarlo dejando de idealizar las utopías románticas para “poder construir relaciones bonitas”.