Redacción Canal Abierto | Este miércoles, el ministro de Economía partió rumbo a Estados Unidos por cuarta vez desde que asumió, el 3 de agosto de 2022.
En esos ocho meses, las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las periódicas revisiones del acuerdo a las que el organismo internacional somete al equipo técnico de Hacienda han estrechado las ya cercanas relaciones entre Sergio Massa y Washington, que precedían a su asunción en el cargo.
A sus viajes a la capital estadounidense en septiembre —el primero de su gestión— y octubre del año pasado, se les sumaron otro en marzo de este año y el actual, que durará hasta el sábado y tiene un objetivo principal: conseguir dólares.
Debido al impacto de la sequía, este viaje propenderá a negociar el cronograma de desembolsos y ajustar las metas del acuerdo para el pago de la deuda contraída por Argentina durante la presidencia de Cambiemos, con el fin de no tener que profundizar el ajuste en un año electoral. Y, no menos importante, apuntará a conseguir fondos de organismos multilaterales, como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), cuya vicepresidencia el Gobierno pretende para Cecilia Todesca.
Con ese horizonte, Massa hará una escala previa en República Dominicana donde se reunirá con la subsecretaria de Estado de la Casa Blanca, Wendy Sherman, quien pidió verlo a él, específicamente.
Relaciones carnales
Las relaciones carnales entre la Argentina y Estados Unidos desde la asunción de Massa no se limitan a los viajes.
En septiembre de 2022, Alberto Fernández se reunió con Kristalina Georgieva, titular del FMI, en Nueva York, encuentro que la funcionaria calificó de “excelente”. En el mismo viaje, el canciller Santiago Cafiero afianzó una cercanía con Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano.
En noviembre, una delegación del Ministerio de Economía —encabezada por el viceministro Gabriel Rubinstein— desembarcó en la capital norteamericana durante cuatro días para renegociar las metas del Fondo.
Un mes más tarde, el Presidente volvía a reunirse con Georgieva, esta vez en Bali; Massa anunciaba desde el CCK, y junto al embajador Marc Stanley, un acuerdo con los Estados Unidos para compartir información fiscal; y se reunía con Jack Rosen, presidente del Jewish American Congress con mucha influencia en Wall Street, en su despacho del Palacio de Hacienda para discutir posibles inversiones en las áreas de energía, minería y tecnología.
Ya en 2023, Massa volvió a reunirse con Giorgieva en febrero —en India y en el marco del G20—, y con el asesor presidencial especial para las Américas de Estados Unidos, Christopher Dodd, en marzo —en Panamá, durante la Reunión Anual de las Asambleas de Gobernadores del BID.
Pero en el viaje de septiembre de 2022, del que también participó el canciller Santiago Cafiero, éste recibió ciertas presiones del Departamento de Estado norteamericano para que fijara posición frente a la República China, que pretende estrechar vínculos con América Latina vía créditos blandos e inversiones en obra pública.
¿Tercera posición?
Pese a que tanto Cafiero como el Presidente sostienen públicamente que se mantienen en la histórica dentro del peronismo, una “tercera posición” diplomática (“Me reuní cuatro veces con Blinken y otras cuatros con Wang (Yi, canciller chino). Todo está parejo y en armonía”, dijo Cafiero en New York), la multilateralidad se ha inclinado hacia un lado desde la asunción de Massa en el Ministerio de Economía.
Sin ir más lejos, e invitado por Cancillería, acaba de desembarcar en la Argentina el presidente de la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, Christopher Hanson, luego de que ese organismo congelara la construcción de una nueva central nuclear en el país, financiada con capitales chinos.
La central atómica Atucha III iba a funcionar con uranio enriquecido y agua liviana —a diferencia de las tres existentes— y suponía una inversión de más de 8.500 millones de dólares.
Entretanto, China —principal socio comercial de Brasil desde 2009— y el país vecino acaban de firmar un acuerdo por el que ambas naciones podrán realizar transacciones comerciales y financieras en forma directa, intercambiando reales por yuanes y viceversa.