Redacción Canal Abierto | “El último jueves, Mariano me tomó de los hombros y yo charlaba con uno, comentaba con otro, pero Mariano no me soltaba. Siempre lo recuerdo… En realidad, se estaba despidiendo de mí”, cuenta Elisa Martínez, quien fue apoderada de Mariano Pujadas, militante de Montoneros preso en el penal de Rawson y una de las dieciséis víctimas de la Masacre de Trelew ocurrida el 22 de agosto de 1972 en la Base Naval Almirante Zar.
Debido a esta actitud solidaria, junto a otros vecinos de la ciudad, fue detenida en el Operativo Vigilante lanzado por la dictadura de Agustín Lanusse para castigar a la población que había apoyado a los presos políticos y dio origen al hecho conocido como el “Trelewazo”, o Asamblea del Pueblo, una huelga masiva y protesta social ocurrida el 11 de octubre de ese año en reclamo de la liberación de los vecinos y vecinas apresados por la Marina y el Ejército.
“Una cosa interesante de estos encuentros es certificar, o vivir, esto que uno dice como slogan o lo ves escrito por ahí: que ‘la memoria se escribe en el presente’ o ‘si no hay presente, no hay memoria’”, reflexiona Elisa, quien también supo ser subsecretaria de Derechos Humanos de Chubut. En su gestión se recuperó el aeropuerto viejo de Trelew, escenario de parte de la fuga y de la detención de los luego masacrados, para convertirlo en el actual Centro Cultural por la Memoria.
La charla que se refleja en esta nota tuvo lugar en el Hotel Libertador de la ciudad de Trelew en el marco del 50 aniversario de la Fuga del Penal de Rawson y la posterior masacre, en agosto de 2022, y forma parte del ciclo que Canal Abierto presenta este año con producciones especiales y materiales complementarios al documental Y lo fuimos a buscar, producido en aquellas jornadas conmemorativas.
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1972
“Entonces, éramos muy pocos habitantes. En ese momento yo tenía dos hijos muy chicos, hacía poco que estábamos en Trelew, veníamos de Buenos Aires. Empezamos a darnos cuenta que venían presos políticos. Yo no tenía ninguna militancia partidaria. Te llamaba mucho la atención, nos preguntábamos qué era lo que estaba pasando”, comenzó rememorando la mujer.
“Recuerdo nítidamente –continuó– una reunión con abogados donde estaban Ortega Peña, Duhalde, Rodolfo Mattarollo, lo que luego conocimos como la Gremial de Abogados, y referentes locales de los partidos tradicionales. Después me di cuenta que ese fue el puntapié inicial, los abogados sensibilizan y así empezamos. Esos fueron los comienzos…”, narró Elisa sobre el origen de lo que se conoció como la Comisión de Solidaridad con los presos políticos.
“Ese fue el puntapié, hasta que se inventa la figura del apoderado. Logramos unirnos los diferentes partidos políticos, el peronismo, el radicalismo, el PC, el socialismo, no fue nada fácil. Lo que pasa es que en ese momento había un objetivo claro”.
“Los de adentro de la cárcel tenían muy claro qué era lo que querían hacer y los de afuera también; teníamos claro que este era un lugar tan alejado que había que asistir, había que hacer algo con los presos. Porque a las familias les costaba llegar, no sólo por las distancias sino por la posibilidad económica. Así empezamos y se logró esa figura”, describe.
Los apoderados
“La figura de la o el apoderado se hacía ante escribano público. Se instaló el jueves como día de visita. El primer jueves fuimos el representante del radicalismo “Chiche” López y yo. Yo nunca había entrado en una cárcel en mi vida, en una cárcel de alta seguridad”, cuenta Martínez a Canal Abierto.
Los apoderados apadrinaban de alguna manera a alguno de los presos. Les llevaban remedios, mercadería, mantenían comunicación con las familias alejadas, alojaban a los parientes cuando venían a la ciudad.
“Todos los jueves nos juntábamos –prosigue Elisa–. Los primeros jueves éramos uno a uno, pero después se empiezan a sumar más apoderados, más compañeros que van los jueves y se tiene que ampliar a una especie de galpón muy grande y ahí nos juntábamos todos los presos y los apoderados”.
“El último jueves, Mariano me tomó de los hombros y yo charlaba con uno, comentaba con otro, pero Mariano no me soltaba. Siempre lo recuerdo… se estaba despidiendo de mí…”.
La fuga
“Yo siempre me veo mirando la televisión, con mis dos hijos chicos, y yo sirviendo la cena. Y sale la entrevista, sale Mariano en la televisión. ¿Qué, entonces está en libertad? ¿Cómo, si no me dijo nada el jueves?, ¿qué pasó?”.
“El 15 es la fuga, el 22 el fusilamiento. En octubre viene el Trelewazo. Yo sobre la fuga no tenía la menor idea. Después recuerdo que algunos comentaron que se estaba implementando y empiezan a venir familiares. Empiezan a venir los abogados. Empieza el miedo a esparcirse y te enteras por comentarios. Y sobre todo que están pidiendo asistencia médica… pero ya todo eso es un tumulto de recuerdos, de angustia, de miedo”.
El Trelewazo
“Como éramos tan pocos habitantes, era muy fácil detectar quién no era vecino. Coches, caras, personajes. Yo no lo recuerdo como una invasión militar pero sí una invasión civil, paramilitar digamos, porque empezamos a ver personas totalmente extrañas, ajenas, eso duró mucho tiempo”, revive la reconocida vecina trelewense, y suma: “Hay una película que se llama Prohibido dormir (documental de Paula Bassi y Diego Paulí) y en la que se cuenta la vigilia que se produjo en el Teatro. Yo recuerdo que, por lo menos todos los que éramos apoderados, no dormíamos. Como uno sabía que te venían a buscar, que te encontraran despierto, no que te despertaran. Ese para mí era el ‘prohibido dormir’”, recuerda Elisa.
“Nos vinieron a buscar. Tuvieron el buen tino de llevarse la misma cantidad de compañeros masacrados y cada uno de diferente quehacer” ironiza, y enumera: “un escribano, un abogado, un docente, una médica, una docente, Encarnación de Mulhall, y un ama de casa que era yo. Nos llevaron a todos a Devoto”.
En el Operativo Vigilante, ordenado por el juez militar Carlos Di Pietro, fueron detenidos y trasladados al penal de Villa Devoto, además de Elisa, los vecinos de Trelew: Isidoro Pichilef, Sergio Soto Ojeda, Encarnación Díaz de Mulhall, Beltrán Mulhall, Orlando Echeverría, Sergio Maida, José Luis Roque Montalto, Horacio Mallo (marido de Elisa), Manfredo Lendzián, Horacio Correa, Celia Negrín de Montalto y Elvio Ángel Bel (docente, militante del PC, luego desaparecido). También corrieron la misma suerte Manuel del Villar de Puerto Madryn; Alberto Barceló de Puerto Pirámide y Gustavo Peralta de Rawson. Mario Abel Amaya –abogado radical de destacada trayectoria en la lucha por los derechos humanos, electo diputado nacional por Chubut en 1973, secuestrado y desaparecido el 17 de agosto de 1976. Fallece en octubre en el Hospital de la cárcel de Devoto como consecuencia de las torturas recibidas– había sido detenido el 18 de agosto, acusado de colaborar con la fuga. Todos ellos fueron “secuestrados” y confinados sin acusación judicial ninguna.
“El buen tino de haber elegido a alguien representante de cada parte del cuerpo social que éramos hizo que Trelew respondiera como respondió: un tercio de la población se levantó. Se tomó el Teatro Colón, se tomó la Municipalidad… tuvimos nuestro 18 Brumario. Un día de paro total. Hubo compañeras y compañeros que iban a cerrar las puertas y decir ‘acá no trabaja nadie’ para pedir por los presos de Trelew”.
“La respuesta fue inmediata. No entregaban la Municipalidad hasta que no liberaran a los presos de Trelew y nos sacaron de Devoto”.
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La liberación
“En Devoto planteamos que no nos íbamos si no salíamos todos juntos. Pero bueno, nos traen a un grupo en el avión y nos querían llevar a cada uno a su casa. Nos pusimos de acuerdo en que nos llevaran a la plaza del pueblo, pero todos juntos”, dice Elisa Martínez.
“No sabíamos todo lo que pasaba. Nos sorprendimos de la cantidad de gente que había cuando el coche en que nos trasladaron llegó a la plaza. Siempre cuento que yo bajé, me agarraron y de la plaza al teatro y al escenario no toqué el piso. Fui al escenario, me dejaron ahí y perdí la voz”, subraya finalmente.
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Cámaras: Nahuel Croza y Juan Alaimes
Edición: Pablo Martínez Levy
Producción general: Canal Abierto
Agradecimientos a Nadina Mallo, hija de Elisa, a su compañero y, obviamente, a Elisa.