Redacción Canal Abierto | En el tramo final a la segunda vuelta electoral en la que el próximo domingo el pueblo argentino decidirá entre Sergio Massa y Javier Milei al presidente que desde el 10 de diciembre esté al frente del país durante los próximos 4 años, desde la oposición se intenta instalar la idea de que el oficialismo cometa fraude.
El mecanismo no es nuevo. A partir de mesas puntuales en los que se detectan irregularidades, se busca poner un manto de duda del proceso electoral en la sociedad. Tras las primarias de 2019, cuando el Frente de Todos se impuso por más de 15 puntos sobre Juntos por el Cambio, la referente de la Coalición Cívica y entonces diputada Nacional Elisa Carrió, planteó que había “demasiados datos que son incorrectos y muchos son votos a Mauricio Macri directamente suprimidos en el telegrama”. La particularidad del caso es que el supuesto fraude hubiera perjudicado al oficialismo, organizador de las elecciones.
En 2015, el Frente Salta Nos Une también denunció fraude y el Tribunal Electoral terminó abriendo todas las urnas, situación tras la cual, no se detectó un cambio en los resultados. Situaciones similares se vivieron en las elecciones provinciales de Santa Fe en 2011 y 2015, cuando el comediante Miguel Del Sel estuvo a un tris de hacerse con la gobernación. A excepción del caso salteño, las denuncias fueron mediáticas, pero nunca avanzaron en el plano judicial.
Este tipo de artimañas era parte del folklore electoral hasta que en Estados Unidos y Brasil, en sendas elecciones presidenciales de 2020 y 2021 en las que los oficialismos perdieron por escaso margen, los derrotados levantaron la bandera del fraude y sus seguidores tomaron el Capitolio y las sedes de los tres poderes respectivamente.
Previendo la posibilidad de que la diferencia entre los candidatos que se medirán en las urnas el próximo domingo sea ínfima, existe el temor de que desde La Libertad Avanza se incite a hechos como los vividos en los países antes mencionados.
El recuento de votos para la intendencia de La Plata fue el escenario elegido a fin de instalar esta idea. También la difusión de telegramas en los que Juntos por el Cambio o la Libertad Avanza figuraban con 0 votos. A partir de estos ejemplos, se instaló la idea de que el oficialismo había perpetrado “microfraudes” que, sumados, inclinaron la balanza en su favor por 7 puntos.
El Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD) realizó un informe que muestra que esos errores son comunes en todas las elecciones y que todas las fuerzas políticas tienen mesas en cuyos telegramas aparecen sin votos.
Allí se explica el proceso del cuento de votos y los tres documentos que surgen tras el recuento en cada mesa: el acta oficial, que es sobre la que se hace el escrutinio definitivo y el único con validez legal, el telegrama, que se envía al correo para realizar el provisorio y el certificado, que se lleva cada fiscal partidario.
Luego plantea que “entre las múltiples causas usuales bajo este sistema aparecen los errores en la carga, fallas en la transmisión o errores humanos”. Pero aclara que estas tres instancias pueden ser enmendadas, ya que “el escrutinio definitivo no se hace con la información brindada por los telegramas sino con las Actas de Escrutinio”.
Y subrayan que “la existencia de mesas con telegramas con 0 votos no es algo privativo de una sola fuerza política, sino que es algo que le ocurre (y ha ocurrido) a otros espacios políticos, sean oficialistas u opositores”.
Dicha afirmación se demuestra en un relevamiento que el CICaD realizó a partir de los datos de la Dirección Nacional Electoral, en el cual se observa que la fuerza que lleva al economista híperliberal Javier Milei no fue la única perjudicada con telegramas en las que no se contabilizan sufragios. Allí se ve que La Libertad Avanza tiene 1.669 telegramas con 0 votos, mientras que a Unión por la Patria le sucede lo mismo en 1.652 oportunidades y a Juntos por el Cambi en 1.675.
Y calcula que “el porcentaje que representa esa cantidad de mesas sobre el total de las habilitadas para votar, el valor es bajo y, al mismo tiempo, equilibrado entre los principales contendientes a la Presidencia de la Nación”.
El trabajo se remonta a las elecciones de 2015 y 2019. En ambas, sucedieron situaciones similares. En la primera, ganó Cambiemos; en la segunda, el Frente de Todos. “Los números absolutos y los porcentajes sobre el total de mesas no difieren en gran medida entre los principales contendientes. Cabe agregar que, tanto para las elecciones generales de 2023 y de 2019, el porcentaje de mesas con 0 votos sobre el total de mesas disponibles para sufragar fue muy similar”, expone el informe.
Y destaca que en aquellas elecciones, la carga de mesas en el provisorio fue menor que en estas, con lo que “permite considerar que ha habido una mejora en todo el proceso del escrutinio provisorio de parte de la DINE”.
Y destaca que “el carácter público de los datos electorales permite que cada uno de los ciudadanos y ciudadanas argentinas realice por sí mismo este control. El debate generado en medios de comunicación y redes sociales, a veces planteando dudas sobre la legitimidad del comicio, paradójicamente fortalece los aspectos más positivos de la organización electoral argentina. Así, cualquier ciudadano puede consultar en este link el resultado de su mesa en el escrutinio definitivo realizado por la Justicia Electoral”.
El texto considera que “es responsabilidad de todos los partidos políticos que compiten en las elecciones argentinas, sean locales, nacionales o provinciales, colaborar en la confianza del proceso electoral. Como actores que compiten pero que, al mismo tiempo, participan en la co-organización de los comicios, tienen un rol central en reforzar el reconocimiento legítimo de las elecciones como un mecanismo para garantizar el normal funcionamiento de una democracia”.
“La fortaleza del sistema electoral argentino, un consenso construido responsablemente por el Estado, la sociedad civil y los partidos políticos durante estos cuarenta años de democracia, es un valor esencial para su consolidación”, concluye.
Ilustración: Marcelo Spotti