Por Melissa Zenobi | Cada día hay más ajuste y despidos en su trabajo y Julián se ve venir que él puede ser el próximo. En paralelo, ve que su hermano menor Daniel, fanático del rock argentino, no estudia para rendir las materias que debe del secundario, a él sólo le interesa pasar el día tocando la guitarra. La decisión está tomada: Julián se va a ir del país, y Daniel debe hacerse cargo de la casa.
“Los argentinos somos muy familieros, muy de la costumbre: domingo de pastas o asado, mate, charlas ruidosas, juntadas espontaneas, construimos vínculos familiares con vecinos y amistades o mascotas que terminan formando parte de tu vida y siendo la familia que uno elige. Al ser tan arraigados a nuestros vínculos y seres queridos surgen las preguntas ¿Qué nos pasa cuando un integrante de la familia decide irse? ¿Qué pasa cuando un ser querido sin quererlo se comienza a ir de a poco? ¿Cómo se acompañan las decisiones de la personas que amamos y qué peso tienen las mismas en nuestra vida?”, reflexiona Lucas Vanini, autor de la obra e intérprete del personaje de Daniel, el hermano menor.
Viejos rencores afloran cuando, más de 10 años después, Julián vuelve a visitar a los suyos. El reencuentro con su hermano y su madre, que ahora tiene problemas de salud, y volver a ver a su exnovia -una vecina muy querida por su familia-, pone de cabeza al grupo que pasa sus días entre música nacional y charlas alrededor de mates dulces y amargos.
Julián había partido luego de la crisis económica, social y política del 2001. “Si bien nuestra obra transcurre en el 2010, todo lo que ocurrió en el 2001 es un tema que sigue tan vigente como siempre. Todos tenemos un conocido o escuchamos de alguien que decidió emigrar en busca de un futuro mejor, o por un fuerte deseo de conocer otros lugares, otras culturas, conocerse a ellos mismos y muchos otros motivos”, dice Vanini.
Con su novia embarazada, y su madre enferma, para Daniel la visita de su hermano implicará la oportunidad de sanar viejas heridas: “Mientras tanto, la vida nos atraviesa, tanto a los que se fueron como a los que se quedaron. Dulce o amargo trata de colocar al espectador en un punto medio de observación, para que entienda y desentienda a los personajes, para que empatice, se emocione y se conmueva con una historia que en algún que otro punto nos toca a todos por igual”.
Dirigida por Valeria Camino, la obra, tan conmovedora como realista, retoma el espíritu costumbrita de la argentinidad, y transcurre en una casa real: De la Tía, la sala donde se presenta la obra los viernes a las 20:30, es un espacio no convencional que permite a las y los espectadores sentir que están espiando el día a día de estas familias.
“Fue una decisión muy acertada de la directora y de nuestra vestuarista y escenógrafa Julia Seras, quienes desde que recibieron el texto pensaron que el teatro debía ser una casa, para que desde que el público ingrese a la sala se sienta invitado por estos personajes a conocer su vida, su cotidianeidad y hacerlos parte de esta historia”.
Se puede ver los viernes a las 20:30 en De La Tía (Ecuador 751, CABA)
Ficha técnico-artística
Idea Original: Lucas Tamer, Lucas Joaquín Vanini
Dramaturgia: Lucas Joaquín Vanini
Actúan: María Gabriela Ceñal, Julia Gel, Rosario Gelado, Fernando Cesar Martínez, Lucas Tamer, Lucas Joaquín Vanini
Voz en Off: Marina Malpelli
Vestuario: Julia Serás Rodríguez
Escenografía: Julia Seras Rodríguez
Diseño sonoro: Pol Camino
Realización de escenografía: Arturo Padial, Julia Seras Rodríguez
Diseño De Iluminación: Jorge Thefs
Fotografía: Julia Gel
Asistencia de dirección: Ignacio Llanes
Dirección y Puesta en escena: Vale Camino