Por Gladys Stagno | De las tandas publicitarias, las páginas de diarios y revistas, los banners que pueblan nuestros celulares y hasta de cada espacio callejero que soporte un cartel surge la invitación: pedir un crédito UVA. Hipotecarios, prendarios, personales, la nueva panacea del sistema financiero es apta para cualquier bolsillo, hasta para el ajustado. Pero hay una trampa.
“Estos préstamos son muy seductores para las familias porque implican una cuota sustancialmente menor al alquiler que estarían pagando, pero el capital por el cual se endeudan indexa por inflación. A nadie se le ocurriría endeudarse en dólares pero es como si lo hiciera. Si mañana merced de, por ejemplo, una crisis internacional o la inconsistencia de los números de la economía que está llevando adelante el Gobierno tenemos una importante devaluación que se traslade a inflación, la gente se va a convertir en deudora eterna”, explica el economista especialista en finanzas Alejandro López Mieres.
Los créditos UVA son préstamos que se ajustan por Unidades de Valor Adquisitivo, una unidad de medida creada por el Banco Central para –según afirma la propia entidad- fomentar el crédito hipotecario “y protegerte de la inflación”. De esta manera, la deuda queda fijada en UVAs que fluctúan de acuerdo al índice de precios, es decir a la inflación de la que dicen protegernos.
Las cuestiones financieras más ríspidas se vuelven comprensibles para el más ajeno cuando vive sus consecuencias en carne propia. “La gente sabe, dentro de lo que es el inconsciente colectivo, que hubo algo que se llamó convertibilidad, que fue nefasta para la industria nacional y que tuvo un final dramático con la crisis de 2001.No sea cosa que ahora se estén generando las mismas condiciones bajo otro nombre y bajo otras formas”, advierte el especialista del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP).
En esta pirinola, todos pagan… para siempre
Recientemente supimos que, desde que asumió Cambiemos, el país trepó al número uno del ranking de colocación de deuda de los países emergentes, por encima de China. La escalada responde a una política gubernamental –casi la única a nivel macroeconómico- que consiste en pagar deuda y gastos corrientes con más deuda.
“No es solamente el país el que se está endeudando: mediante estos mecanismos de crédito están generando condiciones para que toda la sociedad se endeude. Esto tiene un sentido de ganancia millonaria para el sector financiero internacional y nacional, pero tiene también un componente de orden político que es el chantaje que se le hace a la sociedad para poder imponer ciertas políticas, porque el deudor siempre es dependiente -afirma López Mieres-. El Gobierno no tiene la bola de cristal, no puede saber si la propensión a prestarle a la Argentina se mantendrá en el tiempo. De cortarse esta canilla, producto de cualquier externalidad, se acaba este esquema dejando, tanto al país como al pueblo, como deudor para siempre”.