Por Manuel Rodríguez | «Necesitamos Fuerzas Armadas que dediquen mayores esfuerzos en la cooperación con otras áreas del Estado, brindando apoyo logístico a las fuerzas de seguridad para cuidar a los argentinos frente a las amenazas y desafíos actuales». Esta cita no fue recogida de comentarios de lectores en una noticia de la sección de policiales, ni fue pronunciada en una tertulia de trasnochados nostálgicos de la última dictadura cívico militar. Se trata de un textual del presidente Mauricio Macri, en el marco de su discurso con motivo del Día del Ejército en el Colegio Militar de El Palomar.
La idea del Ejército abocándose a tareas de seguridad interior no es nueva. Ya desde diciembre de 2016, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, planteó la posibilidad de conformar Fuerzas de Despliegue Rápido con las que las Fuerzas Armadas colaboraran para combatir el narcotráfico y cuidar los recursos naturales.
«Esto está delimitado por las leyes que regulan estas cuestiones que son las de Defensa, de Seguridad Interior y de Inteligencia Nacional. Son un conjunto de tres leyes que organizan la lógica de la seguridad y la lógica de la defensa. Y el decreto reglamentario de la Ley de Defensa claramente indica que las Fuerzas Armadas sólo pueden intervenir cuando hay una agresión externa, que se define como un ejército de otro país», sostiene Manuel Tufró, coordinador del Área de Violencia y Seguridad del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), en diálogo con Canal Abierto.
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Para materializar esa consigna, el Ejecutivo debería cambiar las leyes, o el decreto en cuestión. «Y éste es el desplazamiento que el Gobierno está intentando hacer: modificar esa definición para entender que una agresión externa es cualquier mercado ilegal trasnacional», agrega Tufró.
El amigo (norte) americano
Elsa Bruzzone es especialista en geopolítica, estrategia y defensa nacional, cuenta con una amplia trayectoria como secretaria del Centro de Militares para la Democracia Argentina (Cemida), y consultada por este portal afirma: «Ésta es una aspiración que tiene el Comando Sur, que es el comando militar creado por Estados Unidos para toda la región que ellos llaman el hemisferio occidental, que es América Latina y el Caribe. Desde hace unos años viene insistiendo y particularmente lo hicieron durante 2016 y 2017 en las reuniones que ha mantenido el jefe del Comando Sur con integrantes de las Fuerzas Armadas y ministros de Defensa de los países que integran el sistema interamericano de defensa».
«También está el fin de convertirlas en una fuerza multinacional dentro de la región para acompañarlas en las intervenciones militares y, en menor medida, contra Bolivia y contra todos aquellos gobiernos que se resisten a seguir los alineamientos impuestos por Estados Unidos«, sostiene.
¿Son todos narcos?
«La presión del Comando Sur es romper la línea que separa la defensa de la seguridad interior, e implicar a las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo, las armas de destrucción masiva. Es una vuelta de tuerca para regresar con mucha más fuerza a la doctrina de seguridad nacional donde el enemigo vuelve a ser el pueblo», manifiesta Bruzzone.
Por su parte, Tufró aclara que «las fuerzas armadas no están preparadas para este tipo de intervenciones». «En los países en lo que lo han hecho, como México y Colombia, no sólo no han resuelto los problemas, sino que se ha empeorado en los niveles de violencia», remata.
Haz lo que yo digo…
«En Estados Unidos hay una ley que impide que las fuerzas armadas intervengan dentro de Estados Unidos en cuestiones de seguridad. De todos modos, ellos son los primeros que dicen que en Latinoamérica sí debería ser de esta manera. Las policías en Estados Unidos han tenido un proceso de militarización y de recibir armamento militar, pero no son las fuerzas armadas las que intervienen -detalla Tufró-. En Europa, como regla general, las fuerzas armadas no intervienen en materia de seguridad interior. Es un trabajo de inteligencia criminal hecha por la propia policía o por las fiscalías, y no un trabajo de dominio territorial militar».
Sobre esta cuestión, Bruzzone agrega: «en Estados Unidos para la seguridad interior tienen las policías. Tanto las de los estados como las de los ayuntamientos. Cuando esta policía es sobrepasada, interviene las guardias nacionales de los distintos estados». Y concluye: «No hay ningún ‘país serio’, como ellos dicen, donde las fuerzas armadas intervengan en la seguridad interior.»
El huevo de la serpiente
¿Son amenazas criminales, como el narcotráfico o el terrorismo, los verdaderos motivos por los que desde el Gobierno se azuza esta propuesta? De habilitarse esta posibilidad, ¿cómo se marcarían los nuevos límites que habilitarían la intervención?
«Si esto se lleva a cabo, es una regresión muy importante. La distinción clara entre seguridad y defensa es uno de los acuerdos básicos de la democracia argentina y es una de las características que hace que nuestra democracia sea más robusta que otras en las que los militares siguen teniendo intervención en temas de seguridad, y eso los convierte en actores políticos», alerta Tufró.
Mientras, este anuncio se da en un contexto de creciente movilización social contra las medidas implementadas por el Gobierno. Los tarifazos, las paritarias con techo salarial, el retorno al FMI, o la Marcha Federal que confluirá el próximo viernes en Plaza Congreso, son sólo algunas de las consignas que a diario movilizan multitudes a las calles de todo el país.
«El enemigo vuelve a ser un pueblo que no acepta planes de ajuste. Este modelo social y económico sin represión no cierra, entonces hay que prepararse para la represión. Y para eso no solamente se intenta implicar a las Fuerzas Armadas en este regreso muy recargado a la doctrina de seguridad nacional, sino también (la vuelta) a los acuerdos pasando por sobre el Congreso, con la Guardia Nacional del Estado de Georgia que autoriza a militares norteamericanos a intervenir en la represión interna de nuestro país si nuestras fuerzas de seguridad son sobrepasadas. Es doblemente perverso», agrega Bruzzone en este sentido.
Si bien desde las propias fuerzas no ha habido manifestaciones públicas al respecto, Tufró plantea que hay sectores a los que «esto no les simpatiza por diversas razones». «Primero, porque no quieren verse haciendo tareas policiales. También algunos ven que esto podría llevar a una reedición de lo que fue la rendición de cuentas que se tuvo que hacer por las violaciones a los derechos humanos y no quieren verse envueltos en estas cuestiones. Y hay otros sectores que ven esto como la posibilidad de volver a tener relevancia política. En algún momento otro de los factores era la posibilidad de que un cambio de estos redunde en un aumento de presupuesto, cosa que hoy se ve difícil en la situación de ajuste general del Estado».
Tufró también pone sus esperanzas en que la política haga que el viento se lleve estas palabras. «Nos parece que los actores políticos, sobre todo que han llevado adelante este consenso democrático, sectores del peronismo, el radicalismo y otros sectores políticos que han sostenido durante tantos años esta cuestión básica de la democracia, tienen que pronunciarse y plantear que una reforma de este tipo no puede hacerse por decreto. Si bien legalmente se podría hacer porque lo que busca el Gobierno es modificar un decreto, y se puede hacer con otro decreto, lo que hace es poner en duda un consenso muy importante de la democracia argentina y eso debería hacerse a través de un debate mucho más amplio que debería darse en el Congreso», sostiene.
Por otra parte, cuesta pensar esta situación sin el bombardeo constante de casos de inseguridad que emiten todas las usinas informativas del país. «El uso de la demagogia punitiva es la antesala de este tipo de medidas, pero las mismas fuerzas políticas que hace 30 años llegaron a este acuerdo y consiguieron de esta manera poder poner en línea al Ejército, aislarlo como actor político y que cumpla sólo el rol que le cabe como fuerza armada, deberían pronunciarse para ponerle un límite a esto. Mas allá de que haya problemas de seguridad evidentes, estos no se solucionan con las Fuerzas Armadas«, concluye Tufró.