Redacción Canal Abierto | El flamante ministro de Energía, Javier Iguacel, tuvo cuatro días de reuniones con sus pares en Washington, en donde les aseguró que la política energética de la Argentina no se modificará tras la salida de Aranguren, al menos para los inversores norteamericanos en materia de petróleo.
Sin embargo, anunció un plan para profundizar la inversión y reestructurar la política energética, que como ya es costumbre con las modificaciones que realiza Cambiemos, si afectará a los trabajadores.
Entre los puntos más destacados de este plan, se encuentra una reforma estructural que permita poner foco en la investigación, el desarrollo y la innovación en energía nuclear.
Adrián Delao, delegado de ATE Nucleoeléctrica SA (NASA), expresó al respecto: “Quieren flexibilizar la empresa, tanto a NASA como a Comisión Nacional de Energía Atómica, y llevarlas al punto de ser obsoletas. Hablan de gente de más, de muchos puestos y poco salario, de darle autonomía a las direcciones de las empresas para que ellos consideren unilateralmente las necesidades que tiene la empresa con respecto a personal y gastos. Es reducir a NASA a ser un mero operador de centrales, quitándole la capacidad obtenida de ser montador y con una puesta en marcha que está entre las mejores del mundo”.
Iguacel también intentará convertir a la CNEA en un instituto de tipo privado con propiedad estatal y aportes del Estado provincial, municipal y del sector privado. En este clima también destacó que la Argentina tiene la oportunidad de ser uno de los protagonistas de la revolución energética del Siglo XXI.
Esta revolución energética, claramente deja de lado a la energía nuclear, ya que las inversiones que se buscan son en el campo de la energía eléctrica. “Apuntan a que todo en materia energética quede en manos privadas. Como no lo pueden demostrar, lo disfrazan con el discurso de la energía renovable y limpia, pero estas son muchísimo más caras que la nuestra, que de hecho no es una energía sucia”, explica Delao.
Más ajuste
Más allá de la inversión de $ 16.500 millones que el Gobierno destinará al sector este año, la reestructuración sólo trae más recortes. “La dirección nos comunicó que la empresa, en Córdoba y Buenos Aires, tiene un total de 3.500 personas y ahora sólo tienen que quedar 2.500. Por lo que estamos ante unos 1.000 o 1.100 telegramas. Por eso, los sindicatos nos estamos uniendo para paliar la situación y tratar de evitar los despidos y el vaciamiento de la empresa”, agregó el delegado de ATE NASA.
Por otra parte, el Ministerio de Energía realizará modificaciones en el marco legal para que a estas empresas deje de financiarlas el Tesoro Nacional, y ante esto, Delao remarcó que “la empresa es autosustentable, y del Tesoro Nacional sólo depende la unidad de gestión y proyección de vida, tanto en Embalse como Atucha I”.
Entre la reducción de la estructura gerencial y la cancelación de la construcción de las centrales nuclearen Atucha III y Atucha IV, los trabajadores encuentran la situación como parte de un “ajuste grosero” y sin una causa legítima. “Mágicamente, después de las negociaciones con el FMI se empezaron a poner en tela de juicio las negociaciones con China, que iban a aportar los fondos para la construcción de las plantas 4 y 5. Por eso suponemos que es un interés extranjero que China no tenga una planta nuclear en Sudamérica. Por otro lado están los negocios con las termoeléctricas, que en insumos son energías que se realizan rápidamente, pero con un costo altísimo que a su vez se traslada a las facturas de luz y gas que pagamos todos –mientras Iguacel aseguró que no habrá retoques en el esquema tarifario en 2019-. En cambio, la energía nuclear, en cuanto a costos de generación, está muy por debajo que los de una termoeléctrica”, finalizó Delao.