Redacción Canal Abierto | A pocos días de finalizar el ciclo lectivo, con los alumnos ingresantes ya inscriptos, el 26 de noviembre pasado la Dirección de Educación Artística dependiente del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, informó que la Escuela de Cerámica Nº 1 del barrio de Almagro sería trasladada a 78 cuadras de distancia de su ubicación actual en Bulnes 45.
Sin consultar a las trabajadoras y trabajadores docentes y auxiliares, ni al equipo directivo, ni a los estudiantes y sus familias, la directora de Artística Helena Alderoqui comunicó por un correo electrónico el traslado. El destino es un edificio en la calle Juan B. Alberdi 4139, en la Comuna 10, que está adjudicado a la Escuela Artística Rogelio Yrurtia, con la que compartiría el predio por el que la comunidad de esta institución hace años viene luchando.
La reacción de la comunidad educativa no se hizo esperar: asambleas, cortes de calle, juntadas de firmas, campañas en las redes que sumaron a muchos referentes sociales, artistas y políticos con la consigna: “El Cera no se va. No al traslado, Sí a la ampliación”.
El planteo realizado por el gobierno es que la institución en la que se cursa el bachillerato con especialización en Cerámica, la Tecnicatura en Cerámica Artística y talleres para adultos se desdoble. La escuela media es la que pretenden trasladar. Claudina Flores, docente de la escuela, nos explica que de concretarse el proyecto “el barrio de Almagro pierde una secundaria en una zona densamente poblada donde hay pocas escuelas medias y sólo ésta con una propuesta artística”.
La docente resalta que sólo hay dos escuelas de cerámica en toda la ciudad de Buenos Aires, “llevarse el bachillerato de esta escuela a Mataderos, implica un desguace de herramientas, de insumos y de espacios, que seguramente termina con la especificidad cerámica como lenguaje propio con derecho a tener una escuela propia para convertirse en una orientación de una escuela de artes visuales del ‘Polo de las artes’ o como rimbombantemente se lo quiera llamar”, concluye Flores.
La megalómana ministra Acuña no tuvo mejor idea que decirle a los representantes gremiales que los docentes “van a estar encantados cuando conozcan el edificio”.
Luna, vicepresidenta del Centro de Estudiantes señala otra razón de peso: “el 80% del alumnado es del barrio de Almagro”. A su vez Bárbara Oruch, psicóloga de la institución, señaló que “como escuela queremos crecer y no queremos ser trasplantados ni extirpados de nuestro lugar de origen. Un traslado generaría que la comunidad educativa se disipe y se extinga en este intento de traspolarnos a un edificio que es una conquista del Yrurtia”.
La comunidad tiene otra propuesta que fue llevada a la Legislatura y consiste en la ampliación con la adquisición o alquiler del predio lindero que se encuentra a la venta. El 22 de noviembre, se iba a tratar el proyecto presentado por la legisladora Victoria Montenegro para declarar de utilidad pública y sujeto a expropiación el edificio de Bulnes 27, y la puesta en valor del edificio histórico. El bloque oficialista no permitió el debate y cuatro días después llegó el citado mail con la disposición del traslado.
La comunidad se movilizó al Ministerio de Educación a realizar una clase pública frente al organismo esperando ser recibidos por la ministra quien no dio lugar a la reunión. La esperaron y luego de tres horas los representantes gremiales comunicaron que el mensaje de la funcionaria era “que no hay nada para nosotros y que no van a dar marcha atrás, que la decisión es un hecho”, narró Flores. Este lunes 10 realizaron un corte de la avenida Rivadavia y tienen previstas acciones en conjunto con el Yrurtia y otras instituciones. «Vamos a tratar de agotar todas las instancias posibles para quedarnos en nuestra escuela», sostuvo Luna, compartiendo la posición de toda la comunidad.
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El nombre de la Escuela de Cerámica es «Fernando Arranz», homenajeando al maestro ceramista que la fundó en el año 1940. En ese predio funcionó el primer estudio cinematográfico de Argentina Sono Film. Se trataba de una vieja casona con entrada para carros y al fondo un gran galpón, óptimo para el desarrollo de las actividades de una escuela de este tipo.
Ese local remodelado en sucesivas ocasiones a lo largo de los años guarda recuerdos entrañables de generaciones de artistas que lo poblaron. En una de sus paredes, una escultura en bajorrelieve de cerámica homenajea a tres estudiantes desaparecidas durante la última dictadura cívico-militar. Entre ellas a Irene Bruschtein, una de las hijas de la diezmada familia de Laura Bonaparte, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
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