Por Gladys Stagno | Con la partida del país de Wrangler y Lee debido a “una reestructuración”, la debacle de la industria textil se convirtió en trending topic en Twitter este 6 de febrero. Los números rojos que afectan al sector se volvieron algo tangible para gran parte de los opinadores de la red más politizada cuando, además de barrer con otros 200 empleos, se cargaron a dos de las marcas más icónicas de jeans de la Argentina.
La situación dista mucho de ser nueva. Según los números publicados esta semana por el CEPA, del total de despidos durante 2018 (69.696 casos), 37.341 (el 54%) fueron de la industria. En un desglose por sector, luego de los trabajadores automotrices, los textiles fueron los segundos más afectados: durante el año pasado se perdieron en ese rubro 6.927 empleos.
En lo que va de 2019, los 200 despedidos de Wrangler y Lee se suman a los 80 de la textil Confecciones Riojanas, que alegó “baja en las ventas”; y a los 120 de Sport Tech, de la localidad bonaerense de Villa Lynch, quienes tras un intento de cierre y quiebra fraudulenta por parte del dueño de la empresa que produce mercadería para Nike, Adidas y Puma acaban de conformar la Cooperativa “8 de enero” –con el acompañamiento de la CTA Autónoma- en honor al día en que empezó el conflicto.
Como única respuesta, el Gobierno impulsó hace pocos días el llamado «Acuerdo por el Empleo en la Indumentaria», una suerte de flexibilización sectorizada. El proyecto permitiría para el rubro textil dos situaciones que iban a formar parte de la reforma laboral que no fue: un fondo de cese laboral y un banco de horas. En la práctica, el primero se trata de un fondo al que el propio trabajador o trabajadora irían aportando para indemnizarse a sí mismos en caso de despido. El segundo, de horas a crédito que se trabajarían cuando el patrón lo requiriese y se podrían compensar trabajando menos tiempo en el futuro. Es decir, la jornada laboral se podría extender hasta 10 horas sin el pago de extras.
De costos y consumo
En una reunión con el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, y el secretario de Trabajo, Luis Aparicio, la propuesta fue rechazada, inesperadamente, por todos los actores textiles.
En un documento conjunto, la Asociación Obrera Textil (AOT), el Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (Setia), de la Unión Cortadores de la Indumentaria (UCI)y del Sindicato Obrero de la Industria del Vestido y Afines (Soiva) comunicaron que ninguna de las reformas “implica una reactivación industrial y mejora la calidad de empleo y de trabajo”, que tampoco repercutirán en “un aumento del consumo” y que “violan toda la normativa referida a la negociación colectiva”.
Pero no sólo se opusieron los sindicatos, sino el propio empresariado. “El problema es que no hay renta, es que estamos en un país donde quieren poner leyes que te hagan producir barato para no venderle a nadie”, explicó Marco Meloni, vicepresidente de Industriales Pymes Argentina (IPA) y de la Fundación ProTejer, en diálogo con Canal Abierto.
La iniciativa estuvo amparada en un supuesto macrista que fue pronunciado por el actual Presidente hace décadas, cuando apenas soñaba con liderar Boca Juniors: “Lo que hay que hacer es bajar los costos, y los salarios son un costo más”. Pero, para Meloni, “el diagnóstico del Gobierno está equivocado”.
“La inflación es sobre el costo, pero el costo también es la presión impositiva, el gas, el agua, la logística, los peajes, la nafta. Hay muchas cosas que inciden en el costo –analizó el empresario-. Hubo unanimidad en que la prioridad es tomar medidas de fondo, fomentar el mercado interno. Hay muchos importadores que tienen sobre stock y no vendieron porque no es una cuestión de precios”.
Desde el mundo cooperativo tienen una visión parecida. Joaquín Fernández Sancha, presidente de la Red Textil Cooperativa y secretario de la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) afirmó: “Nosotros dependemos de los mismos factores que los empresarios, y sufrimos las caídas en las ventas. El problema que tiene que resolver este gobierno es la demanda, no los salarios. Pero este proyecto responde más a pedidos del Fondo Monetario Internacional y a exigencias de gente como el cuñado presidencial Daniel Awada, que a los intereses de los trabajadores”.
Al hermano de Juliana Awada también lo señalan como ideólogo de la iniciativa desde La Alameda, organización que impulsa la Cooperativa Textil 20 de diciembre y que denunció al dueño de Cheeky y de Cómo quieres que te quiera por “reducción a la servidumbre” de obreros textiles que trabajaban para sus locales. “Lo que también buscan con esta iniciativa, y es el principal interés de las grandes marcas, es cambiar la ley 12.713 que regula el trabajo a domicilio -detalló Tamara Rosenberg, referente de La Alameda-. Esta ley establece la responsabilidad solidaria de las marcas que tercerizan en talleres, que muchas veces son clandestinos y con trabajadores explotados. Hoy, si algo ocurre con esos trabajadores, son ellas las que en última instancia se deben hacer cargo”.
«Esto va a ser una masacre»
La apertura de las importaciones, la caída del mercado interno, el aumento del dólar, la inflación, las tasas siderales y los tarifazos son señaladas por los representantes del sector como las principales causas de una crisis que no vivían desde 2001.
Según los últimos números del Indec, la producción manufacturera sufrió en diciembre último una caída del 14,7% frente al mismo mes de 2017. La mayor desde 2002, cuando estalló la convertibilidad. A los textiles les fue peor que al promedio: en diciembre cayeron un 36,3% por el derrumbe del 45,1% en hilados de algodón. 2018 cerró para el rubro con una caída del 10,7%. Si sumamos toda la era Macri, los tres años le costaron al sector un tercio de su producción.
De acuerdo a datos difundidos por la Fundación ProTejer, el 89% de las empresas textiles del país declaró una caída en sus ventas durante el 2018.
¿Cuáles son, entonces, las medidas necesarias para bajar del tobogán? Para Meloni, las soluciones se inscriben en un cambio total de rumbo: “Para revertir esto no hay dudas de que se necesita tener una tasa de interés no usurera, hay que dar una moratoria generosa, pesificar las tarifas de los servicios y darnos previsibilidad, pero la prioridad es el consumo, y el consumo lo hacen los trabajadores. Las empresas se están cayendo a pedazos, en IPA tenemos 20 rubros y 18 están mal. Si no empiezan a tomar medidas, esto va a ser una masacre”.