Redacción Canal Abierto | Los números no son alentadores para el Gobierno. La relación que emerge de lo que se recauda y lo que se gasta se ve en rojo: este año se anota en la carrera por el déficit fiscal más alto de la historia.
Lo cierto es que, si bien el déficit fiscal primario que el Gobierno se fijó para este año podría ser cumplible –la meta es no sobrepasar el 4,2% del PBI- los números cambian cuando se incluyen en la cuenta los pagos de intereses de deuda que también se acerca al récord.
En números: en lo que va de su mandato -18 meses-, el gobierno de Cambiemos colocó títulos públicos y letras por casi 46 mil millones de dólares. En abril, sólo los intereses de esa deuda sumaron más de $30 mil millones, un 391% más que lo pagado en 2016. La deuda se convirtió así en el sector que más crece en el gasto público.
Los datos surgen del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), que basa su análisis en las cifras oficiales comparadas con números internacionales provistos por Bloomberg. Según esta escala, Argentina casi triplica a quien ocupa el segundo lugar en el ránking de endeudamiento entre países emergentes, Arabia Saudita (17.500 millones de dólares). Y supera la sumatoria de la deuda contraída por los árabes junto a México y Egipto, que ocupan el tercer y cuarto puesto en endeudamiento respectivamente.
Este estudio, por cierto, no contempla la deuda que vienen contrayendo los estados provinciales y las empresas privadas. De hacerlo, el monto treparía a 82 mil millones de dólares, un récord de endeudamiento y el doble de las metas pautadas para este año en relación al PBI. Para Horacio Fernández, director del IDEP, «esa partida de intereses de deuda crece de modo de tal que sólo puede cubrirse pidiendo más deuda”.
Completando el penoso cuadro, un informe de la consultora Economía & Regiones sostiene que la política del Ministerio de Hacienda, a cargo de Nicolás Dujovne, con un déficit fiscal en franca escalada, se da de bruces con la política anti-inflacionaria del Banco Central (BCRA), que intenta enfriar la economía para bajar la inflacionaria.
Según esta consultora, «si todo sale bien y las actuales metas de déficit primario son honradas”, recién en 2019 el déficit fiscal volvería a los niveles de 2015. Valores que, si bien no eran esperanzadores, eran mucho mejores que los presentes: dependiendo de cómo se lo midiera, fue de 2,3 o 3,5% del PBI. Ecolatina explicó que durante la gestión de Axel Kicillof al frente de Economía “el rojo primario aumentó más de tres puntos porcentuales en términos del PBI”, aunque la carga de intereses del sector público se mantuvieron constantes, en el orden del 1,2% del PBI. La explicación radica en el que el gobierno kirchnerista financió “el rojo fiscal a través del uso de ‘cajas especiales’, como la estatización de las AFJP y, fundamentalmente, con emisión monetaria (asistencia del BCRA al Tesoro)”.
Un estudio de Héctor Luis Giuliano, economista especialista en temas de deuda pública y externa, recuerda que durante al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ésta “aumentó más de 100 mil millones de dólares. En la práctica se trató de pagar “a niveles históricos récord”, de acuerdo a “la regla permanente de cancelar vencimientos íntegramente con nuevas obligaciones”, por lo que el desendeudamiento por baja efectiva del monto total jamás se produjo, sino que el monto siguió creciendo con deudas nuevas adicionales. El déficit fiscal se mantuvo, de todas formas, relativamente bajo porque el PBI aumentó en niveles proporcionales a la deuda.
Para Giuliano, incluso la metodología de reestructuración de deuda –sin investigar su legitimidad y utilizando el arbitraje de los tribunales de Nueva York- persiguieron siempre la posibilidad, que hoy se efectiviza, de volver al mercado global de bonos.
El gobierno de Cambiemos cumple con su parte y cubre el déficit con endeudamiento, que genera intereses y aumenta el déficit. Y así.