Redacción Canal Abierto | La amodorrada campaña electoral fue sacudida este martes por la movilización de los trabajadores de PepsiCo: un acto político más convocante que cualquiera de todos los proselitismos partidarios rumbo a octubre realizados hasta hoy.
Decenas de organizaciones sindicales, sociales y de derechos humanos marcharon desde el Obelisco hasta el Congreso, pasando por Plaza de Mayo, para repudiar el despido de más de 600 operarios en la multinacional. Y con ello, el pedido de reincorporación para las cientos de miles de personas echadas producto del ajuste del gobierno macrista en todo el país.
Adelante, los trabajadores reprimidos la semana pasada en Vicente López encabezaban la columna junto a Nora Cortiñas de Madres de Plaza de Mayo. Resguardaban sus espaldas dirigentes de la CTA Autónoma, ATE, la Unión Ferroviaria, metrodelegados, trabajadores de prensa de Sipreba, docentes de SUTEBA, judiciales, agentes de propaganda médica, profesionales de la Salud y cientos de otros encolumnados con su organización sindical, social o estudiantil.
Entre ellos estaba el secretario general de ATE nacional, Hugo Godoy, que en declaraciones a Canal Abierto dijo que “todas las luchas son políticas, pero ésta sin duda adquiere relevancia, porque PepsiCo es una transnacional floreciente, que cierra su planta para condicionar a su comisión interna que demuestra que otro sindicalismo es posible. Esta asociación ilícita entre ciertos jueces, el ministerio de Trabajo y empresas transnacionales no puede seguir adelante”.
Germán llevaba ocho años en la empresa hasta que le llegó un telegrama. “Dice que me despiden porque no acaté lo acordado con el sindicato”, nos cuenta mientras de fondo suena, como a lo largo de toda la marcha hasta Callo al 100, el ingrato canto dirigido a Rodolfo Daer, secretario general del sindicato de la Alimentación.
“Daer nos traicionó: le pedimos paro general y nos respondió que por cada despedido no se podía hacer paro. Que hay que esperar a derrotarlos en las elecciones de octubre. Le pedimos luego una ayuda para para nuestros gastos y nos lo negó”, nos dice Mercedes, que contaba con 19 años de trabajo en PepsiCo.
Ella es parte de ese 70% mujer en la planta, muchas madres solteras que alquilan, único sostén de familiar en algunos casos.
Entre el nubarrón vislumbra un haz de luz, proyectado por la Cámara de Apelaciones del Trabajo que la semana pasada ordenó la restitución de una decena de trabajadores. Los magistrados concluyeron que la multinacional no demostró haber cumplido con el procedimiento preventivo de crisis que empleó como maniobra para echar a más de 600 operarios. “Ayer quisieron ingresar cuatro, pero no los dejaron. Veremos cómo sigue. Los otro seis ya arreglaron”, revela Mercedes.
En verdad la gran mayoría de los trabajadores arreglaron. “No lo hicimos contentas”, nos confiesa una de ellas. “Nos llamaban día y noche, nos amenazaban con no darnos nada, nos acorralaron y por necesidad arreglamos”, dice.
“Nos quedamos solas y esto nos hace bien”, dice ahora Patricia, luego de 17 años en PepsiCo. “Este no es un hecho aislado, pasa en todo el país”.
Fotos: Luciano Dico