Por Carlos Saglul | Al igual que durante el anterior gobierno, desde el que intentaron condicionamientos en materia de pluralidad informativa, los periodistas de la TV Pública tuvieron sus escaramuzas con el macrismo. El actual gerente de Noticias, Néstor Sclauzero, llegó a decir que al Informativo había que ingresar con el cuchillo a la cintura.
De duelos criollos los periodistas saben poco, mucho menos seguramente que de profesionalismo y respeto por la libertad de expresión. Han generado un Consejo Profesional que sigue los contenidos que se emiten al aire, cuyo objetivo central es garantizar la pluralidad, que se respete a la comunicación como un derecho.
Agustín Lecchi, delegado del Informativo de Canal 7, miembro de la conducción del SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires), habla de las dificultades de convivir y ponerle límites a funcionarios públicos que no pocas veces piensan a los medios en manos del Estado como un botín.
-Se han vuelto a escuchar versiones sobre el traslado de Canal 7 a Tecnópolis, en lo que tendría un trasfondo de negocio inmobiliario. ¿Qué hay de veracidad?
-Según la versión oficial que nos dan las autoridades no hay mudanza. Lo que se armaría en Tecnópolis es para señales que están bajo el sistema de medios públicos, pero no para la TV Pública.
Ese rumor que circuló en un primer momento sobre una posible mudanza era una locura, porque nosotros tenemos un edificio que si bien tiene problemas por falta de mantenimiento durante muchos años, se armó para ser un canal de televisión, una productora de contenidos televisivos. Ningún canal del país tiene los estudios, el lugar que hay acá, y además está ubicado en una zona privilegiada para la cobertura diaria de noticias
-¿Cómo ven el lugar de los medios públicos en la actual política de comunicación?
-El lugar de los medios públicos siempre es importante, aunque con cada gestión hay determinadas particularidades. Durante una segunda etapa del kirchnerismo, luego de que se rompe el acuerdo que el gobierno de Néstor Kirchner sostenía con el Grupo Clarín y sobre todo a partir del enfrentamiento por la Ley de Medios, con la cual nosotros estuvimos en muchos puntos de acuerdo y eran planteos históricos de los trabajadores de prensa de los medios públicos, el rol de Canal 7, Radio Nacional o la Agencia Télam fue central. Era el canal a través del cual el Estado expresaba su línea editorial que contrastaba con la de la mayoría de medios privados que bombardeaban al gobierno. Eso lo llevó a sostener una gran presión sobre los contenidos y produjo que muchas veces chocáramos como trabajadores con la gestión, ya que nos mantuvimos con una posición independiente.
Si bien siempre fuimos críticos y combatimos con la concentración mediática de grupos como Clarín u otros medios privados, también nos enfrentamos al kirchnerismo cuando pretendían soslayar o cubrir de manera parcial determinados temas relevantes. Eso nos llevó, por ejemplo, a tener enfrentamientos públicos e incluso a realizar medidas de fuerza como un paro cuando en el noticiero no se quería mostrar la represión en la Panamericana durante el conflicto de los trabajadores de Lear o el reclamo de los Qom en la 9 de julio.
El macrismo no tiene esa necesidad que sí tuvo el kirchnerismo, ya que los medios más importantes le son funcionales. Lo podemos ver cotidianamente con temas como la desaparición de Santiago Maldonado, la política económica o represiva.
En los medios públicos, desde que asumió la actual gestión, hay una mirada menos política y más profesionalista del manejo de la información. En el caso de la TV Pública solemos tener instancias en que podemos abordar las diferencias que tenemos sobre estos temas y, si bien hay cuestiones que no compartimos, creo que el noticiero muestra una pluralidad de voces en la mayoría de temas.
Los trabajadores, a través de nuestro Consejo de Redacción votado en Asamblea, realizamos un seguimiento de los temas, cuestionamos cuando entendemos que algo se trata de manera sesgada e intentamos ser garantes de que en cada noticia que salga al aire esté la voz de los sectores populares que no tienen lugar en las pantallas privadas, porque creemos que ese es el rol de un medio público: informar y dar voz a los que no tienen voz. No es casual que en los programas en que sí hay un sesgo particular, los trabajadores de la TV Pública no tenemos injerencia, como “Cada Noche”, en que suele entrevistarse a personajes afines al gobierno
-En general es complicado diferenciar en la televisión actual un programa de chismes o de teatro de revistas de uno periodístico. ¿A qué atribuís esta decadencia?
-En el noticiero de la TV Pública esa distinción está clara: no hacemos chismes y tratamos de no editorializar para que lo que se destaque sea la información. En los medios privados también hay una intención ideológica de parte de las empresas de medios para instalar temas que no cuestionen el orden social vigente o las políticas de gobiernos o empresarios. Eso tampoco es nuevo, sucedió siempre, salvo que en la actualidad hay determinados medios como el televisivo en que esto se lleva a un extremo
-El actual gerente de noticias del canal declaró en su momento que a la redacción del Informativo debía entrar con un cuchillo. ¿Es ese el clima constante con las autoridades actuales?
-El gerente periodístico dijo eso y nosotros lo repudiamos públicamente, pero ese no es el clima de trabajo cotidiano. Hay situaciones particulares con las que no estamos de acuerdo y que hemos denunciado en nuestras asambleas, y tratamos de resolver en el marco de las instancias de negociación que sostenemos regularmente con la empresa.
Sostenemos que todos los trabajadores de prensa de la TV Pública, tengan la ideología que tengan, están en condiciones de realizar cualquier cobertura, ya que somos profesionales. Es por eso que combatimos la estigmatización ideológica, que es la antesala de la persecución
-El bloque de medios K desapareció en medio de un gran tendal de despidos. ¿Qué pasa con los otros medios? ¿Cómo caracterizan la ola de cesantías y retiros voluntarios?
-Lo de los llamados medios k es una irresponsabilidad absoluta del gobierno anterior y de los empresarios, algunos estafadores como Spolski y Garfunkel, que dejaron a cientos de compañeros y compañeras en la calle. Ahora tenemos un conflicto importante en el Grupo Indalo, que despidió trabajadores de TV en Canal 23, y a nuestros compañeros de Ámbito Financiero y Ambito.com les pagan con retrasos todos los meses. Los empresarios juegan a la lotería comprando medios y haciendo negocios sin tener sustento ni una mínima planificación. Después pretenden que la variable de ajuste, cuando la cosa anda mal, sean los trabajadores. Para enfrentarlo es imprescindible estar organizados gremialmente como viene promoviendo el SiPreBA. Pero también hay una cuota de responsabilidad importante del gobierno actual, el ministerio de trabajo y el ENACOM, que dejan hacer a esas empresas.
A su vez, así como criticamos al gobierno anterior por la discrecionalidad con que manejaba la pauta oficial, también hay que decir que la distribución actual es tan o más discrecional que antes, y que es claro el beneficio de los grandes medios de comunicación como el Grupo Clarín, La Nación o Editorial Perfil.
La ola de despidos, con más de 1400 personas en los medios de comunicación sólo de la Ciudad de Buenos Aires, es un ataque gravísimo en primer lugar a los periodistas y trabajadores de prensa que quedaron en la calle, pero también a quienes sostuvieron sus puestos de trabajo, ya que de la mano de la ola de despidos se avanza en un intento de flexibilización y precarización laboral: que se realicen las mismas tareas con menos trabajadores, que se tome gente con menos antigüedad o fuera de convenio como está sucediendo actualmente en el Grupo Crónica, por ejemplo.
No obstante, lo más grave en término sociales, es un ataque al conjunto de la sociedad, ya que se avanza sobre la libertad de expresión al profundizar la concentración mediática: hay un achicamiento del mercado laboral que conduce de manera directa a que haya menos voces, a contramano de lo que pregona públicamente el gobierno.
-Evidentemente nadie se opone –por lo menos públicamente- a democratizar a la comunicación. ¿Creen que eso es posible dentro de un modelo de distribución cada vez más desigual de la riqueza? En otras palabras, las clases altas siempre han tenido en cuenta que hambrear a los trabajadores y al tiempo mantenerlos informados complica la cosa…
-No se oponen a democratizar la información de manera pública, pero no hay políticas estatales tendientes a eso sino más bien lo contrario: se maneja de manera discrecional la pauta beneficiando a los grupos concentrados, se avala una política empresarial de despidos o al menos no se hace nada concreto para frenarlo, una política que como decíamos antes conduce de manera directa a un achicamiento del mercado laboral y a una menor cantidad de voces.
Los dueños de los medios son empresarios y más allá del color político y la línea editorial de sus empresas, en última instancia siempre van a defender sus intereses de clase. Los gobiernos o son funcionales o no quieren romper con ellos. Es por eso que la democratización de la comunicación sólo puede venir de la mano de los trabajadores y las trabajadoras de prensa
-¿De qué manera los trabajadores pueden incidir en la democratización de los medios?
-La verdadera libertad de expresión plena sólo existe en la medida en que los trabajadores estamos organizados colectivamente y tenemos capacidad gremial para enfrentar los ataques de los empresarios quienes no quieren un periodismo crítico. A su vez, el rol de los medios autogestivos es fundamental en esa tarea, como queda demostrado en la lucha por la aparición con vida de Santiago Maldonado, en donde cooperativas como Cítrica y Tiempo Argentino vienen jugando un rol fundamental para que se sepa lo que verdaderamente sucede.
La alianza de los trabajadores organizados gremialmente en las empresas de medios comerciales y públicos, con los compañeros y compañeras de medios autogestivos, es fundamental para esa tarea estratégica que es la democratización de la comunicación y la lucha por romper el aislamiento tal como lo proponía Rodolfo Walsh, salvando las distancias entre una etapa y otra
-¿Cómo impacta en el gremio de prensa la creciente des-sindicalización de los trabajadores, aparejada a la flexibilización laboral?
-La des-sindicalización vino de la mano de dos cuestiones: una estructural, que tiene que ver con los problemas de la industria de los medios -que es incluso una situación internacional-, con la desaparición del papel, la emergencia y la masificación e instalación de los nuevos soportes, que excede la coyuntura política. Y otra que está íntimamente ligada al rol de la burocracia de la UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires) y de muchas otras organizaciones sindicales de otros rubros que hacen las cosas tan mal desde hace años, que deslegitiman a los propios sindicatos como herramienta de organización en defensa de los derechos.
En prensa, paradójicamente respecto a la situación de los medios y el avance de la flexibilización laboral, el proceso actual es de recomposición del tejido gremial a través de la construcción del SiPreBA, de los compañeros que en las empresas reconstruyeron su organización gremial y se afilian masivamente, como sucedió en Telefé, en América TV, en la Agencia Télam, por mencionar algunos casos. Es el encuentro de una generación de luchadores que enfrentaron las privatizaciones, la reforma laboral de los noventa, olas de despidos, y lograron resistir y defender nuestros convenios y el Estatuto del Periodista, con una nueva camada de trabajadores y trabajadoras de prensa que ingresaron a los medios en los últimos años y se vieron obligados a formar un nuevo sindicato para enfrentar la crítica situación actual y contar con una organización gremial que organice la lucha en defensa de los derechos y de un periodismo al servicio del pueblo.