Redacción Canal Abierto| Plaza de Mayo volvió a estremecerse con un multitudinario reclamo por verdad y justicia en el caso de la desaparición forzada y muerte del joven artesano. En esta oportunidad, a tres meses de la brutal represión encabezada por Gendarmería en cercanías de la Pu lof en Resistencia mapuche Cushamen, Chubut.
Este miércoles 1 de noviembre, al igual que cuando se cumplieron uno y dos meses de aquella jornada, la familia de Santiago Maldonado obtuvo una respuesta masiva a la convocatoria para “pedir de forma pacífica que se sepa la verdad”.
Bien arriba, en alto, la fotografía con la cara de Santiago fue, como en otras oportunidades, el elemento común, en banderas y remeras, en la pantalla de fondo en el escenario, en los carteles. Su mirada, imagen ya ícono de solidaridad y lucha en los tiempos que corren, también quedó inmortalizada en un tatuaje a la altura del antebrazo de Sergio, su hermano.
«Santiago era un pibe de paz, en su memoria, una vez más, reclamamos saber qué le pasó y quiénes son los responsables de su muerte y de entorpecer y de encubrir las razones de su desaparición y su muerte. Quiero agradecer a todos los que se movilizaron. No vamos a abandonar hasta que sepamos la verdad y haya justicia por Santiago”, fueron las simples aunque elocuentes palabras de Sergio, único orador del acto.
Luego el aplauso cerrado, la mirada del hermano al cielo frunciendo el ceño, como pidiendo fuerza o reafirmando una promesa.
Santiago Maldonado tenía 28 años y hasta el momento de su desaparición vivía en El Bolsón. Hasta el 20 de octubre –cuando fue hallado el cuerpo– el joven había sido visto por última vez el martes 1 de agosto mientras era perseguido por la Gendarmería durante la brutal represión que la fuerza de seguridad llevó adelante en el Pu lof en Resistencia mapuche Cushamen, en Chubut. Desde entonces, familia y amigos lo buscaron intensamente. En varias oportunidades, masivas movilizaciones exigieron al Estado argentino que acompañe esa búsqueda. Hoy el reclamo es, nada menos, que por verdad y justicia.
Fotos: Juan Alaimes