Redacción Canal Abierto | «No pongo las manos en el fuego por nadie. Solo por mis hijos y por mí, pero por nadie más», fue la respuesta de Cristina Kirchner al ser consultada por la responsabilidad de De Vido en la tragedia ferroviaria de Once, que dejó un saldo de 51 muertos y 789 heridos en el 2012.
Las cautas declaraciones de la ex Presidente el 11 de octubre en el programa radial de la «Negra» Vernaci guardaban cierta lógica en un contexto de campaña, sobretodo siendo la “corrupción k” un caballito de batalla de la estrategia de polarización de Cambiemos. Sin embargo, concluidas las elecciones, CFK continuó con su actitud esquiva respecto de los múltiples reveses judiciales y detenciones de funcionarios de su gestión.
Desde entonces cayeron presos el ex ministro de Planificación, Julio De Vido; quien fuera la mano derecha de este, Roberto Baratta; y nada menos que Amado Boudou, quien tras su paso como director de ANSES devino en ministro de Economía (desde julio de 2009 a diciembre de 2011) y luego Vicepresidente de la Nación. Ya habían sufrido la misma suerte José López y Ricardo Jaime.
La avanzada judicial acompañada de show mediático que en estos dos años vino montando un sector de la Justicia en connivencia con el Ejecutivo, no tiene precedente en la historia “político-judicial” argentina. El turno esta vez fue de Amado Boudou: esposado y con chaleco antibalas, el ex Vicepresidente fue paseado por Comodoro Py ante las cámaras de televisión.
Ni por Ciccone (la causa que lo tenía más complicado) ni por la compra de autos de lujo para el ministerio de Economía en 2009 la Justicia había apresado a Boudou por no poder justificar el origen de 80 mil dólares, la compra de un departamento de su ex novia Agustina Kampfer y el patrimonio de su socio y supuesto testaferro José María Núñez Carmona. Pese a que el expediente lleva ya más de cinco años, el juez Ariel Lijo entendió hoy que existe la posibilidad cierta de que el ex funcionario entorpezca la investigación.
Cabe recordar que Lijo fue denunciado esta misma semana por el macrismo en el Consejo de la Magistratura, acusado de cajonear causas de corrupción, algo que para muchos fue un signo de apriete. El magistrado también había sido señalado anteriormente por Elisa Carrió, quien desde hace tiempo sostiene que Alfredo Lijo, hermano del juez, era «lobista» de De Vido.
El silencio y la falta de respaldo de la ex Presidente para con sus subordinados es patente, y pareciera formar parte de un intento por despegar su gestión de la avalancha de denuncias por corrupción. Habrá que ver si esta actitud termina provocando una desbandada entre las filas kirchneristas que –delaciones mediante- complique aún más la situación judicial de otros funcionarios y de la propia ex mandataria.
El mismo Julio De Vido, desde su celda en Ezeiza, hizo pública un carta donde –aunque sin nombrarla– aludía a las declaraciones de Cristina: «Como todo tiene que ver con todo, días anteriores a mi arbitrario e ilegal pedido de detención ocurrió algo que sin duda alguna tuvo una particular influencia en los medios y no dudo también que en el Congreso, fue cuando alguien dijo, al ser consultada sobre mi gestión, que no ponía las manos en el fuego por nadie, salvo por su entorno familiar e íntimo. Todo muy simultáneo; todo muy coincidente. Demasiado explícito».
Otro personaje que salió a cruzar a la ex Presidente fue el siempre polémico Luis D´Elia. Desde su programa radial, el dirigente disparó: «Le pido a la conducción del kirchnerismo que no mire para otro lado. Cristina no puede hacerse la pelotuda».
La líder de Unidad Ciudadana, hoy senadora electa por la provincia de Buenos Aires, adoptó igual postura con las anteriores detenciones de funcionarios que integraron su gobierno. Nada dijo de Ricardo Jaime, cuyo nombre estuvo vedado y a quien ni siquiera el programa ultraoficialista 6,7,8 osó defender. Lo mismo ocurrió con Roberto Baratta, detenido horas antes de De Vido. Distinto fue el caso de Julio López cuando, más de un año después de su detención, en una entrevista con el portal de noticias INFOBAE, Cristina Kirchner declaró: «Creo que lo odié, como pocas cosas odié en mi vida. Pensé en los miles pibes que nosotros habíamos incorporado a la política, cómo se podían sentir con esa escena. Hasta el día de hoy quisiera saber cuándo, quién, le entregó ese dinero”.
Ahora pareciera repetirse la historia. Ni las manos en el fuego ni mucho menos, la ex Presidente sigue optando por no ensuciarse. Tan sólo un twitt en referencia al estruendo político que significa la detención de Amado Boudou: “Está en riesgo la democracia argentina”.