Por Sergio Alvez | La Picada Indumar se encuentra a unos cuatro kilómetros del centro de la localidad de Dos de Mayo, en la verdosa zona centro de la provincia de Misiones. Una sucesión de parcelas rurales enclavadas a los costados de un típico camino de tierra roja conforman este paraje, donde la mayoría de las familias subsiste de la yerba, el té y -en menor medida- el tabaco.
Aquí nació, creció y vivió toda su vida Mario Golemba, a quien en la colonia recuerdan como un muchacho sencillo, bondadoso, creyente, que gustaba de jugar al fútbol y pescar; que tocaba y cantaba canciones en la iglesia y estaba a punto de casarse con Angélica, una chica que también acudía a la Iglesia de Dios. Tenía sueños, proyectos y enormes esperanzas de un futuro próspero y feliz. En eso andaba hasta que el 27 de mayo de 2008 desapareció.
“Estoy en una plaza. Parece que va a llover. Tengo que hacerme unos análisis a la tarde”, fue el último mensaje de texto que Mario le envió a su madre, Irma Komka esa tarde a las 14:43 hs.
Dos días después, el 29 de marzo, la familia de Mario radicó la denuncia en la comisaría seccional Primera de Oberá, donde el caso quedó caratulado como “desaparición de persona”. No hubo novedades desde esa fecha hasta que en el primer trimestre de 2009, Antonio Golemba, padre de Mario y su esposa se entrevistaron por separado con tres presos de la Unidad Penitenciaria de Oberá, que en la noche del 27 de marzo de 2008 estaban en calidad de detenidos en la comisaría de Dos de Mayo. Estos testigos (Ramón O.; Marcelo O. y Vas A.) coinciden en sus relatos. Aseguran y describen haber visto y escuchado cómo esa noche, entre varios policías de esa seccional –a cargo entonces del comisario Ewaldo Katz– ingresaron a Mario esposado, para luego darle una paliza y volver a llevárselo en un vehículo policial vaya a saber dónde.
A Don Antonio Golemba, padre de Mario, se le fue la vida buscando a su hijo. Recorrió todos los puntos fronterizos internacionales de la provincia, viajó al Sur del país, incansablemente, tras pistas falsas. La única hipótesis que avaló y que exigió a la Justicia que profundice, fue la que aportaron los testigos que le dijeron haber visto a Mario en la comisaría de Dos de Mayo.
“Los testimonios son coherentes. Lo vieron entrar a Mario esposado, y al ver a uno de ellos, que lo conocía porque es un muchacho que vive en el barrio Macuco a pocos kilómetros de Indumar, le pidieron que dejaran de golpearlo”, relató Antonio, fallecido hace dos años.
Los testimonios de estos testigos fueron incorporados a la causa, que lleva adelante –sin avances significativo en la investigación– el Juzgado de Instrucción 1 de Oberá, a cargo de la jueza Alba Kunnzman de Gauchat, quien pese a los reiterados pedidos de la defensora de la familia, la doctora Mónica Sosa, nunca ordenó la prueba fundamental: el careo entre los testigos y el personal policial actuante esa noche.
Respecto del Gobierno provincial, hay un antes y un después muy marcado en la relación que estableció con el caso Golemba. Previo a los testimonios de los presos, a través del entonces ministro y ahora diputado nacional Jorge Franco, el Estado ofreció toda la contención posible a la familia, bajo promesa de mantenerla informada una vez por semana. Corrió por cuenta del Ministerio de Derechos Humanos de la Provincia la impresión de afiches con el rostro de Mario que fue dispuesta en todas las comisarías, terminales y organismos de la provincia.
En agosto de 2008, el propio gobernador Maurice Closs y el ministro Franco rubricaron el decreto 1.480, que proponía una recompensa de 100 mil pesos a quienes pudiera aportar datos fehacientes sobre el paradero de Mario Golemba. Curiosamente, un artículo del decreto excluía de la posibilidad de recompensa a los policías de la provincia.
Cuando quedó involucrada la Policía de Misiones a partir de testimonio de testigos de la causa, según denuncia la familia Golemba “el Gobierno se hizo a un lado totalmente, nos abandonaron”. Además de disponer de inmediato el traslado del comisario Evaldo Katz y de diez efectivos policiales de la comisaría de Dos de Mayo hacia otras localidades luego de conocerse la declaración de los presos. Katz encontró asilo justamente en la propia ciudad del gobernador Closs: hoy es comisario de Aristóbulo del Valle.
En 2010, el Superior Tribunal de Justicia (STJ), entonces compuesto en su totalidad por magistrados que son parientes directos, probados amigos o ex funcionarios del gobierno provincial, rechazó el pedido de juicio político a la jueza de Instrucción 1 de Oberá, Alba Kunzmann de Gauchat, impulsado por el abogado posadeño Jacobo Mass, y dispuso el archivo de las actuaciones. El pedido de juicio político a la jueza, derivó a partir de sus desempeños en casos emblemáticos de impunidad en Misiones. Uno de ellos, es el asesinato de Marylin Bárbaro, y el otro, la violación y asesinato de Silvia González, en Campo Viera. Estos casos tienen, además de mantenerse en la absoluta impunidad, una característica en común: en ambos pesan las sospechas de culpabilidad sobre parientes directos del poder político, los llamados “hijos del poder”.
Sobre su accionar, la abogada de la familia Golemba, Mónica Sosa, relató: “La doctora Gauchat nunca se ha expedido a favor o en contra de incorporar la figura del actor civil que le hemos solicitado, hemos presentado una queja por retardo de Justicia pero recién el 16 de septiembre de 2012 pasó el primer voto del ministro Sergio Cesar Santiago y el último viernes el de Roberto Uset. Hasta que no pase por los siete ministros que componen el tribunal no sabemos si van a dar lugar a nuestra queja. Todo se dilata más de lo debido. Es vergonzoso que tengamos que recurrir a la Justicia nacional por la desaparición de un ciudadano misionero y teniendo todos los elementos necesarios para descubrir la verdad, pero no nos dejan otra opción”.
A diez años de la desaparición de Mario, el 27 de marzo de 2018, la Coordinadora Provincial de Trabajadoras y Trabajadores en Lucha, junto a familiares de Mario, se manifestó en las escalinatas del Palacio de Justicia del Poder Judicial de Misiones, y solicitó al Superior Tribunal de Justicia que “intervenga de manera urgente” en el caso de Golemba, dado que el mismo se encuentra “cajoneado” desde una década en el Juzgado de Oberá con la carátula «desaparición de persona».
La acción en unidad de las organizaciones que componen la Coordinadora, logró que la familia pueda ser recibida por primera vez en diez años por representantes del Superior Tribunal de Justicia.
Los tíos de Mario, Anatolio Golemba, Margarita Wolim, y sus primos Daniela y Fabián, junto a la abogada que lleva el caso, Mónica Sosa, y la delegada de Misiones del Ministerio de Derechos Humanos de la Nación, Norma Elías Couto, entregaron un documento al Poder Judicial, solicitando su inmediata intervención en favor del esclarecimiento, juicio y castigo a los culpables de la desaparición de Mario Golemba.