Por Marina Caivano | El miércoles pasado, a las 15, una vecina se acercó a la esquina porteña de Pueyrredón y Tucumán donde personas de civil pateaban en el piso a un detenido esposado mientras los policías permanecían al lado, inmóviles. La joven trató de impedir que siguieran golpeando al detenido inmovilizado y filmó con su celular. Por ello, fue insultada y hasta golpeada por la gente enfurecida que pedía muerte para el supuesto ladrón.
Desde enero de 2016, el Tribunal Supremo de Justicia de la Ciudad habilitó a la Policía para detener sin motivo a cualquiera en la calle bajo el argumento de la “prevención”. Todos los meses se viven escenas como la que se describe en la esquina de Once. Y cada vez son más las personas que se suman a la turba que pide matar al detenido de ocasión. “Pero esta vez me extrañó que ni una sola persona pensaba como yo. Es terrorífico”, relató María Alejandra Larroque, la vecina interviniente.
No es la primera vez que Alejandra camina por ese barrio y se encuentra en esa misma esquina con situaciones violentas. El año pasado, una tarde de junio a las 6 de la tarde, se había chocado con dos policías que tironeaban de la remera a un pibe claramente menor de edad. Preguntó la razón de esa detención y maltrato y recibió como respuesta: “dicen los vecinos del barrio, que lo conocen, que andaba choreando”. Sin embargo, el joven no llevaba nada encima que pudiera haber sido robado. Alejandra vive a una cuadra de ahí y nunca lo había visto. Pero nadie la escuchó y le respondieron que “ellos no son niños, ellos matan niños”. Al final, una vez comprobado que no tenía antecedentes, debieron liberar al chico, quien agradeció a Alejandra por haberse quedado filmando. En tanto, los oficiales W. Bosquez y Braian Galarza no alcanzaron a taparse la identificación, aunque no se privaron de amenazarlo con un “cuídate, pero mucho”.
A diferencia de entonces, esta vez la violencia fue mayor. Desde que venía caminando por la avenida Pueyrredón, Alejandra vio de lejos cómo un hombre (de civil) le pateaba la espalda a otro que estaba en el suelo, esposado. A su lado había un policía que dejaba hacer al que pegaba. “Cuando me acerqué diciéndole que dejara de golpear así al caído, me empezó a gritar que el hijo de puta le había pegado a la policía y que qué hablaba yo”, cuenta Alejandra. En ese momento, se empezó a juntar gente, unas treinta personas junto a los seis policías que rodeaban al detenido inmovilizado.
Muchos se asomaban para gritar que había que matar al detenido y para insultar a Alejandra que filmaba con su celular. “Me gritaban que yo era una desubicada, que por gente como yo este país está como está, que en este país de mierda todo es una basura por los hijos de puta como yo que defendemos a los chorros –relató-. Me explicaron que hasta que no me pasara a mí no iba a entender que los que defendemos a estos hijos de puta somos los culpables de que todo esté como está”. Se fue juntando más gente y llegaron más policías. En eso pasó un señor de unos 65 años y le golpeó fuerte el brazo con el que ella sostenía el celular. Ahí Alejandra, nerviosa, también los puteó a todos, los llamó violentos e ignorantes de la Constitución. Pero se sintió muy sola. Y tuvo miedo.
La policialización de la cotidianeidad
Los nervios que tenía Alejandra mientras era blanco de agresiones verbales y hasta de golpes le impidieron tomar nota de las identificaciones de los agentes policiales. Sin lugar a dudas, esos momentos son peligrosos y hay que obrar con cautela.
Al respecto, vienen a cuento los consejos de Ismael Jalil, abogado de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi): “Hay que ser muy claro. Hay que parase de manos frente a los hechos que uno visualiza en la calle como potenciales puestas en peligro de nuestros pibes. Si yo puedo filmar desde un lugar donde también estoy a resguardo, mucho mejor. No se está cometiendo un delito por filmar lo que está haciendo la Policía. No hay que dejar de registrar y hay que tratar de hacerlo con cierta discreción. Cuando se impide que alguien registre el procedimiento policial y se le inventa un delito, eso es policialización de la cotidianeidad”.
Fuente: Los dichos de Ismael Jalil se tomaron de Notas.org