Por Inés Hayes | En Argentina, donde se producen alimentos para dar de comer a cientos de millones de personas, el 62,5% de los niños y las niñas es pobre. En el país de las espigas de oro, más de 8 millones de chicos viven en la pobreza y la mitad de ellos pasa hambre. Sólo en la Ciudad de Buenos Aires, 7 niños mueren por día antes de su primer cumpleaños. En Cuba, la tasa de mortalidad infantil es de cinco por mil. Este miércoles 5 la Federación Nacional Territorial de la CTA-A moviliza en todo el país. En la Ciudad de Buenos Aires, a las 12.00, marcha al Ministerio de Desarrollo para volver a denunciar que el hambre es un crimen.
Bajo las doradas galerías de la Avenida Alem, en pleno centro porteño, una veintena de chicos se acomoda sobre cartones para pasar la noche. Recostados en hilera, aspiran pegamento con las miradas perdidas en el cielo. A metros de la Casa presidencial y de la Plaza de Mayo, cuna de la independencia, un bebé recién nacido llora buscando el pecho de su madre adolescente que revuelve la basura en busca de comida.
La desnutrición sufrida durante el embarazo y en los primeros meses de vida produce daños irreparables en el ser humano: retraso mental y físico, bajo peso y talla y dificultades en el aprendizaje. Según Unicef, el 66% de los niños y las niñas mueren en su primer mes de vida: “Más de la mitad de estas muertes son evitables”, detalla el documento.
Unicef aclara que en Argentina, el lugar de nacimiento condiciona las posibilidades de sobrevivencia: “Las probabilidades de morir antes de cumplir un año son tres veces superiores en Formosa que en la Ciudad de Buenos Aires. En las Provincias de Jujuy o Chaco, la probabilidad de muerte duplica a las de jurisdicciones más favorecidas”. «Paro cardiorespiratorio» es el eufemismo con el que se encubre la desnutrición en los hospitales nacionales y provinciales colapsados por la falta de médicos, enfermeras, insumos y presupuesto.
En la Ciudad de Buenos Aires, la tasa de mortalidad es de 6,7 por mil nacidos vivos; incluso en la orgullosa, rica y poderosa Capital Federal, el índice supera al de Cuba. Y también depende del barrio en el que se nace: mientras que en barrios como Recoleta, Palermo, Caballito, Belgrano, Núñez y Colegiales la tasa va de 3,7 a 4,7, en Lugano, Soldati, Parque Patricios, Pompeya, La Boca y Barracas llega a 8,9, justamente el doble. En 2017, 234 bebés murieron antes de cumplir un año en la Ciudad de Buenos Aires mientras que en 2016, fueron 282 y en 2015, 246.
Cientos de cruces de madera adornadas con guirnaldas de flores de todos colores brillan con la luz del sol en un cementerio de la quebrada de Humahuaca. “Se ha ido un angelito”, dicen en el Norte cuando se muere un bebé y toda la gente va al velatorio vestida de blanco. La falta de alimentación está sumada a las condiciones de vida: la carencia de agua potable y de desagües cloacales favorecen la aparición de enfermedades infecciosas como la diarrea o la parasitosis que, en edades tempranas, provocan la muerte. Según los aportes nutricionales, por pobreza crónica hay dos tipos de carencias: la falta de alimentos, que los hace bajitos, y la dieta farinácea, que los hace gordos.
Según explica la Sociedad Argentina de Pediatría, sobrenutrido no es un indicador de bienestar, se traduce en graves enfermedades en adolescentes y adultos: hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes y accidentes cerebrovasculares. Nuestro país es uno de los primeros países del mundo en índices de muertes por estas enfermedades.
Argentina produce alimentos suficientes como para dar de comer a varios cientos de millones de personas, posee un alto índice de PBI per capita y un elevado desarrollo científico-tecnológico. En las entrañas de su tierra hay petróleo, gas, oro y plata. El acuífero Guaraní, compartido con Brasil, Paraguay y Uruguay, es una de las reservas de agua potable más importantes del mundo.
El territorio de la República Argentina es el segundo más grande de América del Sur y el octavo en extensión de la Tierra. Tiene 3.694 kilómetros de largo de Norte a Sur y 1.423 kilómetros de Este a Oeste. Además posee 4.665 kilómetros de costa. La zona del Océano Atlántico sobre la plataforma continental es inusualmente ancha y se la denomina Mar Argentino; bajo su superficie hay importantes recursos pesqueros e hidrocarburíferos. En la actualidad, Argentina es la tercera potencia en materia económica de América Latina, superada por Brasil y México. La producción de alimentos provenientes de la agricultura y la ganadería es uno de los ejes de la economía argentina.
En total la producción rural, incluido el sector forestal, representó en 2017 el 5,61% del PBI total. Por otra parte, el país posee una considerable riqueza petrolera, minera y gasífera. Los principales yacimientos de petróleo se encuentran en la Provincia de Neuquén y los recursos mineros se concentran en las provincias cordilleranas a lo largo de 4.500 kilómetros. Sin embargo, mediante reformas constitucionales, leyes y decretos, los sucesivos gobiernos nacionales desde 1880 a esta parte, han permitido y continúan permitiendo que las compañías transnacionales saqueen los recursos naturales. La renta que se llevan es superior a los 20 mil millones de dólares anuales, cifra que supera ampliamente lo que se necesitaría para acabar con el hambre en el granero del mundo.
En Cuba, pequeña isla ubicada en el medio del Caribe, a expensas de los huracanes y el mal clima donde no crece más que la caña, la mortalidad infantil es de cinco por mil nacidos vivos. Igual al de Canadá e inferior al de Estados Unidos (siete por cada mil), el índice cubano se sostiene pese al bloqueo que lleva casi tantos años como los que acaba de cumplir su revolución. Más de 1000 millones de personas tienen hambre en el mundo. La meta del milenio fijada por la ONU para reducir la desnutrición parece imposible de lograr dentro del sistema capitalista, en el que todo sobra, hasta los seres humanos.