Redacción Canal Abierto| Formado con clásicos del tango como Osvaldo Pugliese, pero influenciado por referentes de la vanguardia como Astor Piazzolla, el bandoneonista y compositor Rodolfo Mederos no sólo supo llevar su carrera artística por esas orillas. También logró desbordarlas, participando en discos clave del rock nacional, bandas sonoras de películas y volcándose a la experimentación con su grupo de fusión Generación Cero.
Hoy divide su tiempo entre la orquesta típica y el trío con el que se presentará el viernes 11 y el sábado 12 de enero en Cirse (Córdoba 4335). Desde estas propuestas -que llevan su nombre e impronta- vuelve al repertorio clásico del género porteño por excelencia. Además, se encuentra en la búsqueda de una reformulación acorde a los tiempos actuales de Generación Cero.
«El tango merece una revisita. Esto no significa ponerse en una situación melancólica, plantear que todo tiempo pasado fue mejor, ni el lagrimón. Se trata simplemente revisitar esas músicas que son fundantes y que han sido lo que ha construido una identidad», dice en relación al trabajo junto a la orquesta típica y el Rodolfo Mederos Trío. Consultado por el retorno a Generación Cero, el bandoneonista cree que «la ciudad está necesitando una música que la represente, ahora ya la licuación es tan poderosa que no hay nada que la represente. No quiero decir que yo soy el que la va a representar, pero por lo menos quiero intentar esto».
«Hay que tener otra lectura de estas cosas y menos prejuicio de compartimentación, lo cual no significa la promiscuidad de hacer cualquier cosa con cualquiera porque eso tampoco lleva a ninguna situación buena», agrega Mederos.
«El sincretismo no es una mala palabra. El idioma en el que hablamos no es quechua ni maya, es español. Reaccionamos a una condición colonizada. No digo que sea maravilloso ser colonizado, sino plantear que hacemos con esa colonización. ¿Qué hacemos con esa cultura que de alguna manera nos preñó y nos dirigió hacia un lugar?¿Cómo con eso mismo podemos ser nosotros mismos?»
Un planteo que viene haciendo desde hace tiempo es que el tango, como género, es una obra concluida. Al respecto, afirma que «es un fenómeno del jazz también, y de todos los géneros: del bolero, de la bossa nova o el flamenco. Han dado lo que tenían que dar, son obras concluidas, libros terminados, pinturas concluidas. Tendríamos que disfrutar de ellas y al lado tenemos una hoja en blanco que llenar. Esa es nuestra responsabilidad».
Sobre la tensión entre los géneros clásicos y la actualidad, agrega: «hay que alimentarse de eso para generar una nueva cosa. Lo que pasa es que la sociedad no nos está dando un estímulo para una nueva cosa, nos está quitando ese estímulo. Este es un problema. Porque esos géneros existen como costumbres o amaneramientos, pero un hecho cultural genuino que sea representativo de un grupo social ya no existe como tal y la globalización es un claro socio de esa destrucción».
Ante el planteo sobre su relación con el advenimiento tecnológico de las últimas décadas, Mederos asegura haber incorporado las nuevas tecnologías, aunque «a duras penas, como puedo hago cosas y me manejo. Tengo gente que me ayuda. Pero la pregunta que tengo y que subyace es ¿tan necesarias son? O en todo caso, ¿nos harán tan felices? Esa pregunta de si el hombre será más feliz con esa tecnología es la que me sigo haciendo. Y en todo caso podría haber otra pregunta: ¿Qué es la felicidad? En un mundo tan tecnificado y con esta tecnología el hombre es cada vez más dañino, más agresivo, más autista, menos cooperativo, más competitivo. Esto nos debería hacer pensar si estamos en la senda correcta. Insisto, no estoy descalificando la tecnología ya que estoy usando el reloj y prendo el fuego para hacerme el mate cocido en mi casa, cosas que también son tecnologías. Sin embargo, ciertos condicionamientos que la tecnología nos pone nos lleva a un terreno complicado».
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Entrevista: Manuel Rodríguez