Redacción Canal Abierto | La semana pasada, en el Salón de Pasos Perdidos del Congreso de la Nación con presencia de la diputada Carmen Polledo y adhesión de la vicepresidenta, Gabriela Michetti, el Ministerio de Salud y Desarrollo Social presentó en sociedad un acuerdo que había sido firmado en diciembre del año pasado con Evelyn Rodríguez, titular de la Fundación Vida en Familia. Se trataba de la “Red nacional de acompañamiento a la mujer con embarazo vulnerable” en todo el país y de un 0800 donde atender los casos, que quedarían a cargo de un conglomerado federal de entidades evangélicas.
El acuerdo acaba de ser revocado por Nación ya que éste estipulaba que debía estar enmarcado en el Plan nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), que tiene entre sus objetivos “fortalecer políticas para la prevención del abuso, la violencia sexual y el acceso a la interrupción legal del embarazo (ILE) según el marco normativo vigente” pero las organizaciones a cargo se negaron a informar a las jóvenes que se contactaran acerca de la posibilidad de una ILE.
Pese a esto, el Estado ya desembolsó el 50% del monto total acordado, que las organizaciones antiderechos pueden conservar, aunque deben rendir cuenta de qué realizan con él.
Las relaciones entre el oficialismo y el sector evangélico son bastante más amplias. En las elecciones del domingo pasado, Horacio “Pechi” Quiroga -el candidato de Cambiemos en Neuquén que sacó poco más del 15% de los votos-, llevó como segundo en su fórmula a David Schlereth, pastor evangelista. Lo hizo luego de haber anunciado que en ese lugar iría una mujer “muchísimo más joven”, que luego fue relegada a encabezar la lista de diputados provinciales.
“Políticamente, juegan en todo el espectro ideológico. La tradición cristiana es lo suficientemente compleja y amplia como para aceptar variantes tanto progresistas como de la ultraderecha. Uno podría hacer la pregunta inversa ¿por qué la derecha es bastante más hábil para captar hoy el voto evangélico que opciones más transformadoras?”.
Schlereth se acercó al macrismo en 2017 gracias a Pechi, y dio un batacazo encabezando esa lista al derrotar en octubre a Alma «Chani» Sapag, la candidata del histórico Movimiento Popular Neuquino (MPN), y convertirse en diputado nacional. Desde ese puesto, militó contra el aborto legal y votó en contra.
Meses antes de la elección del domingo, el propio Quiroga junto con su hija Ayelén , diputada provincial, inauguró una iglesia evangélica enorme llamada “Casa de las naciones”, donde solía estar el boliche Ticket, sobre la avenida Olascoaga de la capital provincial.
Si se rastrean los lugares ocupados por los adeptos a cierto sector del evangelismo dentro del gobierno de Cambiemos, llegamos a la ex diputada Cynthia Hotton, actual miembro de la misión permanente argentina ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington. Hotton es jefa del partido Valores para mi País.
También está el salteño de la famosa campera amarilla, el diputado Alfredo Olmedo. Es parte del interbloque de Cambiemos desde 2017 y fue bendecido en cámara por un pastor en una fallida ceremonia en noviembre pasado que acabó con el escenario, y todos los participantes, desplomados.
El intendente cambiemita de Junín, Pablo Petrecca, también pertenece a una familia de fe evangélica, según sostiene Andrés Fidanza en Perfil.
El fuerte vínculo entre esta religión y los partidos de derecha en la región se explica en la habilidad política de este sector “para adaptar el discurso a lo que el mundo evangélico es más sensible”
La influencia regional
“Políticamente, juegan en todo el espectro ideológico. La tradición cristiana es lo suficientemente compleja y amplia como para aceptar variantes tanto progresistas como de la ultraderecha. Uno podría hacer la pregunta inversa ¿por qué la derecha es bastante más hábil para captar hoy el voto evangélico que opciones más transformadoras?”. Ésta es la pregunta que se hacía el sociólogo e investigador del CONICET, Joaquín Algranti, hace poco en una entrevista al programa radial Sobre la Hora.
En la Argentina, sin embargo, el partido más vinculado a la iglesia evangélica es Cambiemos, una suerte de aglutinador del votante nacional más volcado hacia la derecha.
Por otra parte, si bien dentro de la iglesia evangélica hay infinidad de ramas, los acuerdos del oficialismo nacional son, en general, con una muy poderosa y de un origen particular: los neopentecostales. Esta rama tiene una relación directa con Estados Unidos. Su representante máximo en la Casa Blanca es el vicepresidente Mike Pence, quien se definió “cristiano, conservador y republicano”.
El crecimiento de su influencia en la política latinoamericana gracias a sus millones de fieles ha sido motivo de preocupación hasta para el El Vaticano. Tanto es así, que el mismo Papa Francisco viajó a Brasil en el inicio de su Papado donde el actual presidente, Jair Bolsonaro, estrechó rápidamente relaciones con la Iglesia Universal del Reino de Dios para expandir su base social. Justo es decir que, en su momento, también había hecho lo mismo el ex presidente Luis Inacio «Lula» Da Silva.
Para Algranti, el fuerte vínculo entre esta religión y los partidos de derecha en la región se explica en la habilidad política de este sector “para adaptar el discurso a lo que el mundo evangélico es más sensible”.
“Todo este discurso del orden y las crisis, todos los elementos proféticos que Bolsonaro actualiza en su discurso, la demonización del adversario político o la persecución –explica el académico-. Recordemos que a Bolsonaro lo acuchillaron, entonces aparece como un mártir. Todos esos también son elementos religiosos que están presentes en el discurso y que de pronto tiene afinidad con el mundo evangélico, pero no es que el mundo evangélico sea de derecha o de izquierda naturalmente, son articulaciones y coyunturas que se van dando. Hubo todo un sector evangélico que apoyó en su momento a Dilma Roussef también”.