Redacción Canal Abierto | «La Feliz. Continuidades de la violencia» es un documental en el que Javier Diment aborda la temática de la violencia política en distintos momentos de la historia en un punto geográfico, la ciudad de Mar del Plata. El mismo está siendo proyectado durante todos los sábados de abril en el MALBA a las 18 horas.
A lo largo de 85 minutos, el film revisa el accionar de la CNU en la ciudad balnearia en los años 70, la denominada Noche de las Corbatas, en la que en plena dictadura fueron desaparecidos 11 abogados laboralistas y el recrudecimiento de grupos de derecha y filonazis con accionares violentos en los últimos años.
La construcción de la película se hizo a partir de material de archivo, numerosas entrevistas y la cobertura de dos juicios que se dieron casi en simultáneo, pero sobre hechos que ocurrieron con 45 años de diferencia entre sí: por el asesinato de la estudiante de arquitectura Silvia Filler en 1971; y contra grupos neonazis por ataques vandálicos en 2016.
Entre los entrevistados se encuentran referentes de la derecha marplatense, como el abogado defensor de ambos juicios o el referente nacionalista local Carlos Pampillón. «A partir de cierto momento, con el crecimiento del macrismo sobre todo, la derecha empezó a salir a la luz. Empezaron a mostrarse, a sentir que tenían compañía, que tenían banca, que podían aspirar a cargos, que podían volver a reinstalar el concepto de la teoría de los dos demonios, que antes estaba ahogada por el poder. Era un discurso no oficial; el discurso oficial se había desecho de la teoría de los dos demonios» afirma Javier Diment, en diálogo con Canal Abierto.
«Entonces es gente que tiene ganas de hablar, que quiere expresarse. Quiere ocupar espacios en el Poder Ejecutivo nacional, en la legislatura y quiere, además, tener una influencia cada vez mayor en el poder judicial. Y lo están logrando. Por lo tanto, ellos saben perfectamente quienes somos nosotros, nunca ocultamos nada. A cualquiera de nosotros que nos googleen, salta cuál es nuestra ideología. Así que entendían que si no les traicionábamos lo que ellos decían a ellos les podía servir», agrega.
Un testimonio central es el de Marta García Candeloro, compañera de uno de los desaparecidos en La Noche de la Corbatas, quien narra con todos los detalles el calvario sufrido durante su cautiverio. A diferencia del resto de las entrevistas, ésta produce un cambio de registro y de narración en el film: si las otras van avanzando de manera fragmentaria y complementaria, la de García Candeloro es una suerte de freno en el que narra de corrido los sucesos padecidos a partir de esa noche.
«Acá tenemos las voces de la derecha y las voces de la izquierda. Cada uno tiene, como dice uno de los entrevistados, su biblioteca respecto de las cuestiones. En términos de debate y de argumentaciones, nunca van a llegar a una verdad que esté por encima de ellos, porque la lógica no encuentra una verdad, sino que se cierra. Nunca vas a llegar a una verdad a través de eso. En medio de todo esto, aparece la verdad del cuerpo, la verdad de la experiencia, la verdad de la bestialidad y la monstruosidad a la que es capaz de llegar el ser humano. En este caso, del ser humano que adscribe a determinada visión política del mundo. Contra eso no hay más argumentaciones para mi» plantea el director sobre esta decisión estética.
Quizá el contrapunto más importante es el de la típica postal veraniega de Mar del Plata, con las playas y los lobos marinos con todo lo que se cuenta en La Feliz. También el del mar como parte de ese paisaje acogedor visto de las orillas y el de su profundidad, donde eran arrojados los cuerpos en los vuelos de la muerte.
«El hecho de que tras la fachada de La Feliz haya monstruosidad, no quita el concepto de La Feliz. La Feliz existe. Cuando yo era chico e iba a los hoteles sindicales a pasar mis vacaciones en Mar del Plata, era feliz. Sentía que estaba en el lugar en el que había que estar. A mi me parece muy importante conservar eso. Pero atrás de eso hay monstruosidad, como en cualquier lugar en el que hay gran concentración de capital y gran desparramo de desocupación y miseria. Entonces, aparece esta cuestión ambivalente. No es ambigua, sino que es ambivalente. Están los dos valores presentes y reales. Del mismo modo está el mar como solaz de los veraneantes y el mar como tumba de los desaparecidos» concluye Diment.
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