Redacción Canal Abierto | Hace 22 meses, el 17 de junio de 2017 cerca de Rawson se hundió el buque pesquero «Repunte». La tragedia dejó 7 desaparecidos, 3 fallecidos y 2 sobrevivientes. A partir de ese momento y gracias a las mujeres familiares de los tripulantes que se organizaron, quedó al descubierto una trama terrible donde la mayoría de los barcos de pesca son viejos y no están en condiciones de navegar, pero las empresas ganan más con los permisos. Y en ese negocio vale menos la vida de los trabajadores en el mar: los barcos siguen saliendo y las tragedias ocurren de manera reiterada.
En esta entrevista, Gabriela Sánchez, hermana del capitán del Repunte, Gustavo Sánchez y referente de “Ningún Hundimiento Más”, cuenta que el buque “tenía más de 50 años y un hundimiento anterior. Era chatarra, nunca debería haber salido a navegar».
En Argentina el promedio de edad de los pesqueros es de 60 años. Es uno de los más altos del mundo. En nuestras aguas se permite navegar a barcos que se consideran descarte en la mayoría de los países.
«Acá hay varios responsables, el empresario Luis Caputo y sus hijos de la empresa Ostramar en primer lugar. El buque estaba armado con chatarra después de haber salido a navegar luego de dos años tirado. Prefectura nunca debía dejar salir un barco en esas condiciones», dice la mujer.
La renovación de la flota pesquera es el centro de la lucha de “Ningún Hundimiento Más”. El senador Fernando «Pino» Solanas presentó un proyecto en ese sentido y Gabriela, junto a otras representantes, fueron a presenciar el plenario de comisiones donde se discutió el tema.
También estuvieron más de una vez con la comisión de Intereses Marítimos de Diputados. Golpearon puertas, interpelaron a ministros, empresarios, funcionarios, a la gobernadora María Eugenia Vidal y el presidente Mauricio Macri. Entre las cosas que consiguieron se destaca el Comité de Crisis, para acompañar a los familiares durante y después de la tragedia.
«Hacer el duelo por un desaparecido es muy difícil. Nosotros lo hacemos como podemos, movilizando en la calle».
Un tema no menor es que los permisos de pesca en Argentina cuestan más que los barcos. Es parte del entramado de corrupción donde, como el buque vale menos, no se lo renueva. Y se pone en riesgo la vida de los trabajadores porque el empresario puede sacar enormes ganancias de una tragedia.
«El hundimiento de los barcos es un negocio redondo si muere un trabajador. Las compañías de seguros no investigan nada. El empresario cobra el seguro en dólares, tenía un buque viejo y chatarra, pero compra uno nuevo. Sigue manteniendo el permiso de pesca y encima le aumentan la cuota de pescado».
ENTREVISTA COMPLETA
Entrevista: Lucas Cordero