Por Federico Chechele | Por más que lo quieran disfrazar como una jugada de pizarrón, el ofrecimiento de Mauricio Macri a Miguel Ángel Pichetto fue el Plan C: antes lo rechazaron Ernesto Sanz y Juan Urtubey. El presidente despedazó el ADN amarillo e hizo a un lado el purismo PRO porque no le cierran los números.
Con Pichetto como compañero de fórmula de Macri el espacio mutó a Frente Juntos por el Cambio con la idea de ampliar la base de la coalición y dar una señal de cambio. Esto fue avalado por la Unión Cívica Radical que, de pedir expresa y públicamente el segundo lugar, se deberá conformar con las presidencias en las universidades.
Habrá que ver cuánto le sumará el senador a la causa oficialista. Por lo pronto le agrega peronismo antiperonista: reclutará la ortodoxia del partido que se quiera seguir diferenciando de la formula Fernández-Fernández y promete garantizar mayor gobernabilidad a una Casa Rosada que discute para adentro, pero para que esto último suceda primero tienen que ganar las elecciones. En el gobierno se ilusionan con que Pichetto puede sumarle 5 puntos traccionando parte del peronismo, esa derecha preocupada por la inseguridad, la que quiere poner límites a la inmigración y la que pregona el capitalismo moderno sintetizado en reformas laborales.
Con la consagración de la fórmula, el PRO retoma aquella idea primaria que lo vio nacer, ese formato de neomenemismo y se disfrazará para no aparentar tanto antiperonismo. Una misión tan difícil como ganar en octubre.
Del otro lado del mostrador se vislumbra un esquema de mayor unidad. Alberto Fernández y Sergio Massa cerraron el acuerdo electoral y sellaron el frente opositor más grande que se presentará en estos comicios. El «Frente de Todos» quedó conformado por 16 partidos políticos entre los que se destacan el Partido Justicialista, Frente Renovador, Kolina, Unidad Popular, Nuevo Encuentro y Somos. La puerta que se dejó abierta es si el espacio que conduce Cristina Kirchner le otorgará las PASO a Massa. Hay tiempo hasta el 22 de junio.
La sorpresa la dieron Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey que irán juntos por «Consenso Federal 2030» y se ubicarán como la tercera vía, un espacio que complica tanto al oficialismo como a la dupla Fernández-Fernández. Además, se presentaron cuatro frentes electorales más.
En el gobierno se ilusionan con que Pichetto puede sumarle 5 puntos traccionando parte del peronismo, esa derecha preocupada por la inseguridad, la que quiere poner límites a la inmigración y la que pregona el capitalismo moderno sintetizado en reformas laborales.
Las provincias hacen su juego
Los oficialismos siguen ganando las elecciones provinciales, pero las palizas se las lleva la Casa Rosada. El pasado fin de semana votó el 14% del padrón. Cambiemos tuvo su primera victoria con el triunfo de Gerardo Morales en Jujuy pero perdió 15 puntos entre la reciente elección y la del 2015. Luego vinieron los triunfos opositores en Tucumán, Entre Ríos y Chubut. No cambió el escenario nacional, pero sí se acrecentó el rechazo a las políticas del gobierno.
El «Frente de Todos» piensa acumular votos en todas las provincias donde la Casa Rosada fue derrotada, más precisamente en las que gobierna el Partido Justicialista. Diferentes son los casos de Misiones, Río Negro y Nuequén que responden a partidos provinciales e irán con boleta corta llevando una lista de legisladores nacionales despegada de cualquier postulante presidencial. Esto favorecería a Macri, aunque los votos no son de nadie.
En ese contexto, Juan Schiaretti, que arrasó en Córdoba y le sacó 35 puntos a su rival de Cambiemos, deberá resolver a quién direcciona los 2 millones de votantes que tiene la provincia. Se verá si apoya a quienes fueran sus socios en la desmantelada Alternativa Federal o si se mantiene en silencio para que Macri acumule como ya lo hizo en 2015. Pero tiene un frente interno: varios intendentes del PJ cordobés ya avisaron que van a apoyar la fórmula Fernández-Fernández.
Resta saber cómo se definirá Santa Fe. Para ello habrá que esperar los comicios de mañana: Alberto Fernández, Macri y Lavagna se enfrentan con candidatos propios en una elección con final abierto. En las primarias del 28 de abril, el peronismo obtuvo un 39% de votos entre Perotti y Bielsa, pero el candidato más votado fue Bonfatti. Gane quien gane, en Santa Fe se repartirán los sufragios a nivel nacional.
Mientras que la dupla Lavagna-Urtubey sumará los votos “antigrieta” que se los repartirán con el FIT según la ideología del votante, incorporarán a la provincia de Salta, e irán por los votos bonaerenses de la mano del duhaldismo.
La madre de todas las batallas
Con la confirmación de la lista nacional de Lavagna-Urtubey, sin un candidato de peso en la Provincia de Buenos Aires, en el entorno de Vidal maldicen que no se hayan habilitado las colectoras bonaerenses. Macri decidió que no derogará el decreto que él mismo firmó meses atrás, también a pedido de la gobernadora, por lo que todos disputarán con sus propios candidatos. En el vidalismo se prendieron las alertas.
Vidal compite contra el 63% de niños pobres en territorio bonaerense. Las encuestas en la provincia están lejos de favorecer holgadamente a la gobernadora y la fórmula presidencial que encabeza Macri no la ayuda en nada. Para colmo, Vidal no pudo sumar refuerzos en el cierre de alianzas como sí lo hizo la lista nacional. Con números tan ajustados, los votos que obtenga el candidato a gobernador de “Consenso Federal 2030”, por pocos que sean, podrían ser decisivos para inclinar la balanza entre Vidal o Axel Kicillof.
Lavagna hizo público que quiere a Graciela Camaño como candidata a gobernadora. También suena el ex intendente de Bolívar, Eduardo «Bali» Bucca. En cualquier caso, habrá que ver el tono de la campaña que diseñe Luis Barrionuevo, esposo de Camaño, y jefe de campaña de Consenso Federal a expensas de Eduardo Duhalde. Sin posibilidades de ganar, con la intención de conseguir alguna banca, el propósito estará centrado en a quién se perjudica: si a Vidal o a Kicillof.
Vidal compite contra el 63% de niños pobres en territorio bonaerense. Las encuestas en la provincia están lejos de favorecer holgadamente a la gobernadora y la fórmula presidencial que encabeza Macri no la ayuda en nada.
La inclusión de Sergio Massa al armado de «Frente de Todos» todavía deja abierta la posibilidad de nuevas sorpresas. Vidal duda si competirá con la dupla Kicillof-Magario, otros tienen la misma incertidumbre sobre las candidaturas de Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Todo puede pasar. En Argentina el tiempo corre muy rápido, como si nos apropiáramos de otra duración de los acontecimientos.