Redacción Canal Abierto | «Estamos en presencia de una transformación del clima que amenaza la supervivencia de buena parte de la humanidad. Frente a eso, no se puede optar entre lo social y lo ambiental. Es una opción falaz, hay que resolver la cuestión de fondo que refiere a una lógica y un sistema que simultáneamente combina el saqueo con el deterioro social y ambiental».
Quien plantea esa afirmación es José Seoane, investigador y docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires.
«Vaca Muerta es una falacia, un mito, una ilusión. Para garantizar la llegada de inversiones extranjeras -bastante modestas-, para la explotación de las reservas, fue necesario profundizar la política de desplazamiento de las poblaciones que son afectadas por estos emprendimientos, derogar los convenios colectivos trabajadores petroleros y someterlos a peores condiciones laborales, otorgar subsidios suculentos, porque el Estado subsidia a las corporaciones que explotan Vaca Muerta, y garantizarles el precio interno del petróleo a nivel del marcado mundial. Hay que garantizar un conjunto de beneficios, ¿Para que los automovilistas argentinos no puedan cargar combustible? Me parece que es una gran falacia, un gran negocio para un pequeño conjunto de corporaciones».
Las relaciones entre capitalismo financiero y explotación de los bienes comunes no se agotan en el multimillonario negocio de la energía, sino que afectan la cuestión más básica de la supervivencia humana del corto plazo, como es la alimentación. En este sentido, Seoane se pregunta: «El precio de los bienes comunes en el mercado mundial, esto que mal se llama commodities, ¿quién lo fija? Lo fijan las bolsas de valores en las que participa el capital especulativo. Por eso hemos visto procesos de crecimiento enorme del precio de los alimentos con procesos de hambruna desplegándose en vastas regiones del sur», explica.
«La financiarización afecta directamente al precio mundial de los bienes comunes de la naturaleza. Y el neoliberaismo supone que ese precio mundial debemos aplicarlo en los mercados domésticos. Hay que construir otra alternativa. Es posible construir otro proyecto de país», concluye.
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Entrevista: Juan Alaimes