Redacción Canal Abierto | En las dos semanas posteriores a su asunción, el gobierno de Mauricio Macri dio vuelta el juego. Sin transpirar la camiseta, volvió a poner en el centro de la escena económica al capital financiero y habilitó los mecanismos para una fuga que en pocos años conducirían a un endeudamiento vertiginoso y sin precedentes cuyos impagables vencimientos hoy se roban las tapas de los diarios. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Qué vuelve a la Argentina vulnerable a la toma recurrente de deuda? Muchos encuentran la respuesta en una norma y en una fecha: la modificación de la Ley de Entidades Financieras, allá por 1977.
“Ese año, la dictadura cambió todo el funcionamiento del sector financiero que hasta ahí era funcional al desarrollo industrial, era una herramienta de estímulo del sistema productivo”, sostiene Juan Santarcángelo, investigador del CONICET y de la Universidad Nacional de Quilmes quien, junto a Juan Padín, analizó las transformaciones en el marco regulatorio del sistema financiero a lo largo de los años y su consecuencia en el deterioro de la economía nacional.
En el trabajo titulado “La reinstauración del neoliberalismo en Argentina durante el gobierno de la Alianza Cambiemos”, publicado recientemente en la revista Realidad Económica, Santarcángelo y Padín dan cuenta de las modificaciones a la Ley realizadas por el gobierno de facto que cambiaron radicalmente el juego financiero y que hasta hoy continúan vigentes. “La reforma puso un cepo a los mecanismos utilizados por la industrialización por sustitución de importaciones, en su última etapa: se terminó con la nacionalización de depósitos, donde el destino del crédito era determinado por el Banco Central; se dio por finalizado el control de las autoridades monetarias sobre la tasa de interés; y se posibilitó al sector privado contraer deudas financieras con organismos financieros del exterior”, detallan.
Desde entonces, la economía real pasó a subordinarse al sector financiero, y lo hizo sin mayores intervenciones desde la dictadura militar hasta finales de la crisis de 2001.
“Cuando Néstor Kirchner ganó las elecciones en 2003, se encontró con un país devastado donde el sector financiero había colapsado con la crisis de deuda, los bancos se quedaban con los depósitos y la gente que tenía algo de plata no la depositaba –explica Santarcángelo en diálogo con Canal Abierto-. Lo que empezó a hacer, con todos los aciertos y errores que se pueden tener en una gestión, fue crear un modelo de desarrollo productivo, centrado en la generación de empleo, en el crecimiento económico. A armar otra maquinaria para que funcione la economía. Pero no modificó la Ley de Entidades Financieras”.
Con las reglamentaciones para facilitar la especulación intactas, Macri no necesitó hacer mucho: le alcanzó con pagarle a los fondos buitre, volver al acceder al crédito, subir la tasa de interés y volver a endeudarse.
“Gracias a la Ley de Entidades Financieras, los capitales pueden fugar la plata afuera, el país se queda sin dólares y después te ofrecen prestártelos los mismos que te los robaron”, resume Guillermo Robledo, integrante del Observatorio de la Riqueza padre Pedro Arrupe y coordinador de PIA (Peronismo de la Inteligencia Artificial). Para Robledo, la regulación del sistema financiero es central.
Desde su organización, presentaron el Proyecto de Ley de Emergencia Económica, Financiera y Comunicacional donde plantean la necesidad imperiosa de imponer a la Argentina estándares internacionales en materia financiera, lo que significa regular el mercado de capitales. Allí sacan una cuenta alarmante: “el fenómeno de dispersión y desvalorización de la riqueza nacional y valorización en el exterior, al cabo de 45 años totaliza la salida de 1.020.000.000.000 de dólares” que se han valorizado en el exterior un promedio de 17,5 veces.
“Hasta el 77, la tasa de interés estaba por debajo de la inflación y había unos 700 bancos, un Banco de Desarrollo, un Banco Hipotecario nacional, instituciones financieras del Estado, cajas de crédito en todo el país, mecanismos para la producción porque el negocio era producir. Desde entonces quedan 20 bancos, en su mayoría extranjeros, que trabajan para llevar la plata afuera. Y no hubo ningún negocio que pueda equipararse con la renta financiera”, sostiene Robledo.
Poner el tema en agenda
Santarcángelo también considera vital establecer nuevas reglas de juego. “Si no cambiamos el funcionamiento del sector financiero, siempre quedamos abiertos a la posibilidad de que nos vuelva a pasar lo que nos pasó. Si dejamos eso vivo, mañana gana Macri de vuelta y hace lo mismo”.
Robledo, por su parte, cree que para modificar el escenario hay que cambiar la correlación de fuerzas. “El pueblo no tiene este tema en agenda. Si el movimiento obrero organizado, los movimientos sociales, lo pusieran como principal punto de lucha habría otra presión, incluso el Gobierno podría negociar la deuda de otra manera. Pero no hay una gran movilización por esto, como la hay por otros temas, aunque éste sea el eje del problema”
En lo inmediato, el próximo 12 de febrero habrá una Jornada Nacional de repudio al FMI, impulsada por la CTA Autónoma, la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie, y la CTEP, entre otras organizaciones que marcharán por la investigación de la deuda en el marco de la visita de la misión del Fondo Monetario a la Argentina.