Canal Abierto Radio | La cuarentena por la que está pasando un tercio de la población mundial obliga a analizar la realidad con categorías, dimensiones y herramientas distintas a las que se usaban habitualmente por “el parate económico y su impacto en el mercado de trabajo”, indicó el economista Luis Campos.
Al margen de la crisis económica local, la pandemia sirve como “un experimento generalizado rapidísimo a gran escala de cambios en las formas de organizar los recursos productivos”. En ese lugar se ubica el teletrabajo, que además de posibilitar sólo algunas actividades, requiere condiciones físicas y materiales que no son accesibles para toda la población.
Desde los discursos patronales se remarcan las ventajas en el ahorro de tiempo y dinero para trasladarse a los lugares de trabajo, y la mejor administración de los tiempos laborales. Sin embargo, esto implica primero “incrementar los gastos de sus consumos hogareños” y segundo, una jornada indefinida de trabajo donde “no está claro ni cuánto tiempo ni cuándo se trabaja”.
“Ese desdibujamiento entre el ámbito laboral, el tiempo laboral, el ámbito personal, donde entran las cuestiones familiares, los amigos, los hobbies, es todo parte de un continuo donde uno no termina de saber si está cocinando, si está contestando un correo electrónico o si está yendo a buscar a sus hijos a la escuela, o limpiando, o llenando una planilla, termina generando impactos muy fuertes en la salud laboral, deteriorando las condiciones de trabajo”.
Eso en términos individuales, pero está la dimensión colectiva. “Uno de los objetivos que tiene para los empleadores es debilitar la organización sindical: es mucho más difícil verificar cuando hay un problema”, porque al individualizarse las relaciones laborales con los jefes, es más difícil saber qué le pasa a los compañeros y compañeras.
“Es muy difícil verificar cuando uno está solo en algún lugar de la casa teletrabajando, sin ver cuánto trabajo le dan a otros, hablar con un compañero o compañera y socializar lo que le está pasando. Definitivamente uno de los objetivos de los empleadores es debilitar la reacción colectiva, fundamentalmente a través de las organizaciones sindicales pero no solamente, sino debilitar el malestar colectivo donde todos los trabajadores y trabajadoras se encuentran”.
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Ilustración: Marcelo Spotti