Del paradigma de la “soberanía alimentaria” que da cuenta de las experiencias campesinas y de economías populares a una radicalización democrática que incorpore a los protagonistas en las decisiones sobre qué y cómo producir en materia alimentaria. El modelo agroindustrial atenta de manera directa contra la salud de la población, al tiempo que la monopolización del sector alimentario y la lógica de los grandes supermercados contribuyen al deterioro de la calidad de los alimentos en contextos inflacionarios: es decir, la peor ecuación precio-calidad. Por su parte, la lógica exportadora y la concentración de la tierra en concordancia con la concentración económica exponen a la población a la indisponibilidad de lo necesario para cubrir una alimentación saludable y disfrutable.
Una conversación con Marcos Filardi* y Soledad Barruti**. Pone la mesa Ariel Pennisi. En la cocina, Nahuel Croza.
Algunos destacados de la charla:
Marcos: Como humanidad no hemos logrado resolver la cuestión de la carencia de alimentos. Tenemos casi mil millones de personas que no tiene acceso a las calorías mínimas para mantenerse con vida. Al mismo tiempo, más de 2.500 millones de personas que padecen distintas formas de malnutrición y 2 mil millones de personas que padecen sobrepeso y obesidad que al mismo tiempo esconde carencias nutricionales.
Entonces, el debate de la satisfacción de las necesidades alimentarias básicas está lejos de estar zanjado porque este modelo que se impuso, este modelo opaco, que ha venido con la promesa bajo el brazo de alimentar al mundo y no lo ha logrado. Estamos asistiendo a niveles de malnutrición en todas sus formas, una humanidad mal comida -como bien diría Soledad- problema que lejos está de resolverse y, más aún, de agravarse en este contexto de pandemias simultáneas, porque tenemos la pandemia del COVID que es la antesala, en este contexto, de una pandemia del hambre de proporciones bíblicas como ya más de uno está diciendo por ahí; pero que coexiste hace tiempo con la pandemia del sobrepeso, la obesidad y de las enfermedades crónicas no transmisibles y la pandemia de la desigualdad.
Soledad: Cuando uno despeja todas las mentiras del agronegocio lo que aparece es una alternativa, no solamente como promisoria sino, real y auténtica y que tiene muchísimos años de desarrollo que es la producción alimentaria basada en alimentos reales, producidos por personas con saberes propios de la naturaleza y en ese trabajo hecho desde hace tantísimos años que permitió y que permite aún que se produzcan alimentos diversos, sanos, ricos y culturalmente adecuados en geografías sumamente diversas, de una manera que no fue interrumpida, de una manera sumamente abundante, sumamente rica y sumamente saludable para todos.
Entonces corriendo el problema, identificando el problema, entendiéndolo, explicándolo, abriendo su mentira, como desencantándolo, aparece enseguida la solución. La solución no es como una especie de aparición romántica y encantadora sino que está también avalada por estudios y avalada por evidencia que indica que por ahí está la cosa. A mí lo que me interesa como periodista es poder contar eso, poder desenmascarar la trampa, poder prender la lucecita y dónde está todo realmente en tinieblas y poder mostrar que existe otra manera de hacer las cosas que no nos avergüenza como humanidad y que encima garantiza que tengamos sobrevida de acá o unos cuantos años más.