Canal Abierto Radio | La posibilidad de comprar de manera remota y recibir el producto por correspondencia se convirtió en una habitualidad durante la cuarentena, y los “peces gordos” del mercado virtual incrementaron no solo sus ganancias, sino el acceso a datos de los usuarios. “No es que se compren más cosas (que antes de la cuarentena) sino que se canalizan más a través de unos pocos intermediarios”, indicó el periodista, docente e investigador Esteban Magnani, en diálogo con Canal Abierto Radio.
Esta tendencia comenzó en las últimas décadas, con la llegada del Home Banking o las compras al supermercado a través de la web. Sin embargo, el boom de las redes sociales y, ahora, la cuarentena hizo que lo virtual ya no sólo pasara por el consumo o la interacción entre humanos, sino por la actividad laboral y educativa. “Las grandes corporaciones internacionales venían viendo amesetar su negocio ya que el mercado virtual y la publicidad no son territorios vírgenes como lo fueron a principios del siglo», explicó el especialista.
Por eso, según detalló Magnani, estas empresas están diversificando sus mercados, ofreciendo servicios de streaming, creando nuevas criptomonedas e, incluso, trabajando codo a codo con aparatos gubernamentales de seguridad. “Google cada vez tiene vínculos más estrechos con el aparato de defensa estadounidense”, aseguró en relación a desarrollos tecnológicos como el reconocimiento facial, los pilotos automáticos o la inteligencia artificial.
En este sentido, Magnani alertó sobre los riesgos de la educación a través de las plataformas virtuales privadas y la importancia estratégica de la soberanía tecnológica. Todos los especialistas coincidente en que la continuidad pedagógica se solucionó en base a la buena predisposición de una comunidad educativa, aunque sin recursos, infraestructura ni formación en el asunto: “muchos cayeron en el Whatsapp, en el Zoom, en el Google Classroom y en el mail”.
El riesgo que implica la utilización de estas plataformas es la entrega masiva de los datos personales, incluso -alertó Magnani- «en menores de edad”. Por lo tanto, nada impide que -en base a los historiales de lecturas, consumos y actividad en la web- estas empresas puedan elaborar perfiles de millones de usuarios alrededor del mundo, y así determinar capacidades cognitivas u enfermedades, entre otros caracteres.
“Esa información en algún momento puede llegar a una empresa de contrataciones, y ese pibe puede aparecer marcado como una persona con problemas cognitivos, o lo que sea que no lo haga contratable, lo mismo aplicaría para el crédito», ejemplificó el docente e investigador. Es lo que se llama “extractivismo de datos”.