Redacción Canal Abierto | Uno de los muchos focos de unidad que surgieron para contrarrestar los efectos hambreadores de las políticas de Cambiemos fue La Mesa de Encuentro por el Trabajo y la Vida Digna. El amplio abanico de espacios diversos se destacó por haber logrado la confluencia de sectores tan disímiles como sindicatos y centrales obreras con empresarios y cámaras industriales, organizaciones sociales y universidades públicas con nucleamientos del campo y cooperativas con espacios de distintas religiones, entre otros.
Cuando el obispo Jorge Lugones pasó de la Diócesis de Lomas de Zamora a la Conferencia Episcopal Nacional, a cargo de la Pastoral Social Nacional, comenzó a recibir diagnósticos desalentadores en relación a las políticas del gobierno de Mauricio Macri. El contexto apuró la génesis de la Mesa nacional, que rápidamente dio a luz un documento fundacional. A partir de allí, el espacio se mantuvo activo en cada disputa contra el ajuste macrista, con destacada actividad en la defensa de la industria nacional, por la ley de la emergencia alimentaria y manifestándose contra la represión en Chile, Ecuador y el golpe de Estado en Bolivia, entre otras acciones.
Entre los más destacados impulsores de La Mesa se encuentran la Universidad Nacional de Lanús y dirigentes como Hugo “Cachorro” Godoy de ATE y la CTA Autónoma, Esteban “Gringo” Castro de la CTEP y UTEP, Emilio Pérsico del Movimiento Evita y Juan Carlos Schmid, secretario General del sindicato de Dragado y Balizamiento y la Federación Marítima FEMPINRA, en la CGT.
Además participan, entre muchos otros, la Universidad Nacional de La Matanza; la Corriente Clasista Combativa, Barrios de Pie; el Frente Popular Darío Santillán; Vía Campesina; el Movimiento Cooperativo Agrario; la Federación Grafica Bonaerense; Coninagro: Suteba; el Llamamiento Argentino Judío; Confederación General Empresaria y representantes de la red de pymes.
El articulador de la MxTVD es Pablo Narvaja, licenciado en Ciencias de la Educación, docente y director del departamento de Desarrollo Productivo y Tecnológico en la Universidad de Lanús que, en esta conversación con Canal Abierto, no duda al perfilar uno de los postulados que dan sentido al esfuerzo de unidad: “La ganancia no puede ser el criterio de razonabilidad de una decisión”.
Detalles sobre uno de los espacios que resistió al macrismo y que publicará su último documento en los próximos días.
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¿Cuál es el espíritu con el que lograron las coincidencias entre los diversos sectores que componen la Mesa?
– Argentina necesita tener industrias porque con el campo solo no viven 45 millones de personas, el campo ocupa a tres millones y pico de personas y la capacidad de generar trabajo fuera de él es muy baja en relación con la industria u otras actividades como el turismo, entonces decidimos iniciar un proceso, y ahí tomamos la posta los laicos, miembros de organizaciones, de universidades, UIA (Unión Industrial Argentina), CGE (Confederación General Empresaria), mutuales, gremios, y generar consensos en torno a ese modelo de país, y así salió el primer documento del 2018 «Una patria fundada en la solidaridad y el trabajo», que pensamos que son los elementos básicos para fundar un modelo en el que nadie sea descartado, donde cada sector, cada comunidad y cada individuo encuentre su lugar para vivir dignamente, y la centralidad del trabajo es lo que hace que haya solidaridad a partir de los mecanismos de protección social a los que el trabajo aporta.
Necesitamos fortalecer la industria nacional, la producción, sabiendo que los que quieren que vayamos ingenuamente a competir en el mercado exterior no toman en cuenta las injusticias y los desequilibrios de poder que hacen que las normas internacionales beneficien a los países centrales y nosotros, como país periférico, iríamos a la cola de una distribución internacional del trabajo que nos pone como productores de materia prima, como lugar de extracción financiera y de recursos naturales, entonces la especulación es el enemigo número uno de la Mesa porque es todo lo contrario al trabajo. Todas las propuestas que hacemos giran en torno a la solidaridad, sobre todo por aquellas personas que están fuera del sistema del trabajo registrado y de los movimientos sociales, que es la perspectiva de los más perjudicados por la injusticia social. También nos preocupa la cantidad de trabajadores que están bajo convenio pero que también están por debajo de la línea de pobreza. Y sobre las reformas laborales, no consideramos que estén orientadas a mejorar el empleo sino a producir otro fenómeno pegado al de la especulación que es el de la ganancia como justificativo ético de cualquier medida, sin considerar los perjuicios a las personas y las comunidades. La ganancia no puede ser nunca el criterio de razonabilidad de una decisión, sino el bien común, y también en eso hemos acordado.
La democracia también es un valor en dos polos: la articulación entre el rol de Estado, que valoramos como ordenador del desarrollo, y la organización comunitaria.
¿Hacia dónde apunta el nuevo documento?
– Al cambiar el gobierno cambia el modelo de desarrollo que se planteaba, de un modelo neocolonial a uno que busca la soberanía, que busca defender el interés de la sociedad como se ve con la asistencia a la salud y la asistencia económica a los sectores más perjudicados, entonces planteamos la necesidad de que el Estado administre los recursos naturales, la reforma del sistema financiero que favorece la especulación y la fuga de capitales, un gran acuerdo productivo nacional y mayor conciencia ambiental, entre otros puntos.
¿Creen que las propuestas de La Mesa puedan tener mejor recepción con este gobierno?
– Vemos con buenos ojos la mirada que tiene el Presidente de la Nación sobre los problemas de Argentina. Somos conscientes de una relación de fuerzas muy desigual, creo que aún desde la presidencia, la resistencia del poder concentrado hace que sea más fácil bajarle el salario a los trabajadores que votar un impuesto solidario por única a vez para que los más ricos pongan algo de plata, eso también muestra de un modo muy claro la asimetría de las relaciones de fuerza, mas allá de errores propios que haya podido tener el gobierno. Hay una relación de fuerza adversa, la deuda sirvió para eso, porque endeudar al país es para disminuir su soberanía y capacidad de toma de decisiones, hoy eso está muy restringido y nosotros somos conscientes que el gobierno enfrenta ese espacio de adversidad de aquellos que quieren que sigamos participando de esa división internacional de trabajo donde Argentina no tiene que tener ciencia y técnica, no tiene que tener industria, etc.
En esa mirada consideramos que La Mesa es un espacio de apoyo, pero no aplaudidor, porque somos concientes de errores o desacuerdos, y entendemos que como coalición el gobierno también tiene tensiones hacia adentro, por eso, la mayor contribución que podemos hacer es a la unidad nacional, y que la unidad sea un objetivo pero un método también, saber cuáles son los consensos sobre los que tenemos que pivotear y que eso nos englobe a todos.
¿Cuál fue el aporte que hizo la mesa para luchar contra esas políticas de ajuste del gobierno anterior?
– La palabra unidad puede sonar grandilocuente, pero cuando vos te das cuenta que a partir de la interacción dentro de La Mesa los movimientos sociales se reunieron con la UIA, dialogaron y se generaron proyectos que bancó la UIA, estás viendo que no es un sello, la unidad es generar el espacio para que los distintos sectores se encuentren y evaporen prejuicios.
El gran aporte es generar ese espacio. Por ejemplo, organizaciones dentro de La Mesa que tienen hospitales, como la Federación del Círculo Católico de Obreros, le está comprando a la economía popular insumos para enfermería como delantales descartables, barbijos, etc., eso significan 2 millones de pesos para 20 familias, esas interacciones que pueden ser menores son muy importantes en el ahora, porque la estrategia siempre lleva tiempo.
Ese puede ser un elemento, y también tenemos un eje vertebral que es el de una patria fundada en la solidaridad y el trabajo, en eso estamos todos de acuerdo. Me parece una pena que el gobierno no nos haya convocado todavía a dialogar, sí dialogamos con los ministros, pero no hay una valoración del esquema de unidad que representa La Mesa, aunque creemos que con el tiempo eso se va a dar. Estamos satisfechos con la interacción que hemos tenido con Arroyo, con el Banco Nación, con diputados.
En la Mesa hay sectores que podrían suponerse reacios a articular iniciativas con la iglesia.
– La Mesa no es eclesial, porque de hecho hay otras organizaciones basadas en la fe como el Llamamiento Argentino Judío, o la Pastoral de las Iglesias Reformadas que forman parte de la Mesa, y es una tarea laica, por supuesto cuando hicimos el documento se lo presentamos a Monseñor Lugones y al presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Oscar Ojea, y les pedimos que nos guíen, que nos orienten, que nos asesoren, pero La Mesa tiene su autonomía. Sí está claro que los movimiento sociales, muchas organizaciones sindicales, incluso empresarias y del campo, plantean el Magisterio del Papa Francisco como una orientación y una guía fundamental. Algo que hacemos carne desde La Mesa es que la mirada tiene que ser desde esas personas más vulneradas, que más padecen la injusticia social para que desde ahí construyamos un país, y no que ellos sigan descartados de la toma de decisiones políticas, eso nos ha ayudado mucho para tender puentes entre el movimiento de los trabajadores organizados, las centrales obreras y el movimiento de los trabajadores que no están registrados, porque para nosotros es un solo movimiento de trabajadores. Para eso la autoridad del Papa Francisco nos da un apoyo muy fuerte para plantear la unidad en los términos de no ser indiferentes ante el dolor de los más humildes.
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¿Cuáles son las acciones en las que están trabajando en la actualidad?
– Estamos ahora trabajando en grupos, por temáticas, armamos otro documento que va a tomar estado público en los próximos días, haciendo encuentros con ministros sobre temas que nos preocupan como Vicentin o la Renta Universal, y ahora estamos preparando un foro nacional sobre tierras, población y desarrollo local, para visibilizar que el acceso a los bienes, tanto simbólicos como materiales, que requiere cada persona para la efectiva realización de su dignidad, no puede estar sujeto a el lugar de nacimiento. Volver a plantear la necesidad de que el Estado tenga políticas activas para la redistribución, con mejor calidad de vida y oportunidades en todo el territorio nacional.