Redacción Canal Abierto | Una vieja personalidad reconocida por su actividad creativa vuelve después de muchos años al pequeño pueblo de provincia que lo vio nacer y se reencuentra con los espacios y personajes de su infancia. Esta es la única oración que tienen en común Cine de Pueblo. Una película itinerante, un documental de Sebastián Hermida, y El Ciudadano ilustre, ficción de Gastón Duprat y Mariano Cohn.
Partiendo de una misma idea, el espíritu de las historias que se reflejan en ambos films son completamente diferentes. Si el escritor Daniel Mantovani, el personaje al que dio cuerpo Oscar Martínez volvía al ficticio Salas, su pueblo natal, en un plan que orillaba la egolatría y la dádiva, José Martínez Suarez lo hace con una actitud de agradecimiento y ofrenda a su Villa Cañás.
Masivamente reconocido por el hecho fortuito de ser hermano de Mirtha Legrand, Martínez Suarez fue un referente del cine de género de nuestro país, responsable de películas como El crack, Los muchachos de antes no usaban arsénico o Noches sin lunas ni soles.
La travesía en cuestión no pasa por celebrar su obra, sino como parte de su labor al frente del festival Internacional de Cine de Mar del Plata, del que fue director durante más de una década. Además de la realización del evento en la ciudad balnearia, Martínez Suarez se puso al hombro el Festival Itinerante, instancia en la que llevó a pequeñas localidades una selección del material proyectado. Tampoco lo hizo en solitario, sino que se hizo acompañar por un contingente de realizadores de distintas generaciones como Mario Sábato, Cristian Bernard y el propio director de documental.
En diálogo con Canal Abierto, Hermida recordó que «desde el minuto uno que salimos en el auto, todo fue entretenimiento, diversión y anécdotas. Era como vivir una película dentro de la película. Yo intuía que algo podía pasar, así que me cargué la cámara y traté de pescar cada momento y rescatar lo más relevante de lo que iba sucediendo. Pero la película fue naciendo allá«.
«Cada cosa era novedosa. Desde que nos levantábamos y salíamos del hotel ya teníamos material. Era el ídolo del pueblo que volvía y se cruzaba con niños, niñas y adolescente y salían anécdotas. Y él trataba a todos por igual«, contó el realizador.
El caso que ocupa la película de Hermida tiene el valor narrativo de que, a partir de este retorno, el protagonista rememora su vida y su carrera, mediante fragmentos de la filmografía de Martínez Suarez intercalados.
A la llegada del Festival Itinerante se le suma el hecho de que se reabre el Cine Dante, en el que Martínez Suarez dio sus primeros pasos como espectador. Estas funciones servirán por un lado para recaudar fondos para la escuela en la que estudió de chico como para que quienes hoy asisten a ella vean por primera vez una película en el contexto para la que fue pensada.
«Algo llamativo que me pasó es que él es Martínez Suarez en el mundo del cine, pero cuando llegó pasó a ser Joselo. Empezó a tutear a sus amigos, cosa que jamás vimos hacer acá. Fue como si, de repente, al llegar volviera a tener 12 años», planteó Hermida.
Una suerte de clase magistral como introducción a la proyección, una entrevista realizada por alumnas de la primaria y una visita guiada por el protagonista por los escenarios significativos de su infancia son los tres grandes momentos que estructuran la narración por la que van pasando su afición precoz por la lectura, su relación con las viejas amistades, sus cinefilias (y fobias), los recursos del lenguaje como la metáfora y la alegoría como herramientas para referirse a la realidad burlando las redes de la censura en tiempos peligrosos y la perseverancia que le permitió lograr su cometido.
Rodada en 2009 y concluida en 2015, Cine de pueblo fue estrenada a través de la plataforma Cine.Ar Play, de acceso libre y gratuito, la semana pasada, al cumplirse un año del fallecimiento de su protagonista, quien llegó a ver el documental finalizado.
«Cuando estuve allá ya surgió la idea de que algo iba a salir. Una vez que llegamos acá le dimos forma. Aunque él no le veía destino. Siempre me decía «usted con este material no va a poder hacer nada». Cuando se lo mostré, que hicimos juntos el primer visionado y cuando terminó empezó a aplaudir se quedó helado. Es especial mirarse a uno mismo. Esa fue una experiencia hermosa», concluyó Hermida.
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