Canal Abierto Radio | El Gobierno nacional promulgó esta semana la Ley 27573 que declara de interés público la investigación, desarrollo, fabricación y adquisición de las vacunas para el COVID 19. Fue en ese marco que se firmaron los convenios con el Estado de Rusia y los laboratorios AstraZeneca y Pfizer para la adquisición de millones de dosis.
En este momento, entre laboratorios privados y estatales hay 10 vacunas en Fase 3, y cada una cuenta con entre 20.000 y 40.000 voluntarios que están siendo observados. La investigadora del Conicet e integrante del colectivo Ciencia Nuestra, Belén Almejún, explicó en Canal Abierto Radio que muchos Estados hacen convenios de antemano “para garantizar que la población tenga las vacunas en un tiempo razonable y no esperar a fines del año que viene” o a recibir las donaciones, teniendo la capacidad económica para adquirir las dosis.
“Hoy en día se habla de abrir los ensayos a una fase intermedia, donde cuando se alcanza cierto número de personas que se han infectado naturalmente tras recibir la vacuna o el placebo” realizadas “a doble ciego”, es decir, ni el paciente ni el médico saben si está recibiendo la vacuna de prueba. Al abrirlos, se ve a qué grupo pertenece (placebo o vacuna) y se analiza si el medicamento es eficaz “y en qué porcentaje, para prevenir el contagio”.
“Las vacunas son bastantes diferentes entre si, porque son plataformas distintas”
El lunes 9 de noviembre, el laboratorio Pfizer anunció que abrió los resultados para un ensayo preliminar, con 96 personas que ya se contagiaron, “y dijeron que tenía una eficacia del 90 por ciento”. Almejún comentó que ésta vacuna es del tipo genética: “utiliza un mensaje que llega a nuestras células, que no es igual a nuestro material genético ni el del virus” y que, al leerlo, nuestras células generan “un pedacito del coronavirus y nuestro sistema inmune lo reconoce como extraño y monta una respuesta inmune”.
Otra de las que se está probando en Argentina viene de China, con quien también se está previendo un posible convenio. Denominada Sinovac, esta vacuna “trata al virus, inactivándolo por calor o por químicos para que esté muerto y eso es lo que se inyecta”. De este tipo no se conocen en nuestro país, pero han tenido éxito en tratamientos de virus como el ébola entre otras afecciones.
“Pero después está la de AstraZeneca o la Rusa que se basan en una tecnología similar, y utilizan otros virus, en este caso los del resfrío que saben como llegar a nuestras células, como delivery de una información para que nuestras células generen una partecita del coronavirus, que nuestro sistema inmune reconoce como extraño y monta una respuesta inmune”, comentó. En este caso, la primera con un virus de chimpancé y la segunda con virus humano, “pero ambos están modificados para que no generen enfermedad, no se multiplican”.
La científica remarcó que dentro de los calendarios de vacunación “también existen vacunas que son diferentes”, y hoy en día gracias a la pandemia, “la población se está interiorizando de los diferentes tipos y plataformas vacunales que pueden existir”. Y en el caso de las candidatas contra el coronavirus, si bien se aceleran pasos, “no se han salteado ninguna de las fases de prueba de vacunas que tienen normalmente”. Pero además se contaba con el conocimiento de los coronavirus anteriores, el SARS y el MERS, lo cual facilitó la investigación sobre este en particular.
“No sabemos de dónde vienen las vacunas, por ejemplo, la Pentavalente viene de Cuba, que gana mucha plata por exportación de vacunas, porque realmente tiene una producción muy importante” remarcó. Así como otras vienen de distintos laboratorios del mundo, “en realidad lo que se está comprando es la reputación y los ensayos de pruebas y eficacia que entregan a los organismos de control para poder comprar el lote vacunal” subrayó la científica.
Además, agregar vacunas al calendario nacional tiene que ver con una decisión política vinculada a la salud pública: hay grupos que por distintas afecciones en la salud, enfermedades previas o sistemas inmunes deprimidos no pueden recibir distintas vacunas. En ese sentido, Almejún explicó que no es una cuestión individual: que se inmunicen personas “es una cuestión altruista y solidaria”.
En el caso de la vacuna para tratar el coronavirus, ya se definió que en un principio será voluntaria, pero también que será la ANMAT la que defina a qué grupos les puede resultar mejor una vacuna que otras. También “el Ministerio (de Salud) va a generar una cuestión optativa pero empezando por grupos más expuestos y grupos de riesgo” como personal de salud, seguridad, o adultos mayores.
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Ilustración: Marcelo Spotti