Redacción Canal Abierto | En una semana se recalentó hasta estallar por los aires la frágil institucionalidad democrática del Perú. Un sistema político que se acostumbró a jugar en los pasillos y despachos del Congreso la suerte del país y de quienes deben ocupar la presidencia del mismo, se vio desbordado por un pueblo que se cansó de manoseos y salió a las calles a gritar, como los chilenos, que “Perú despertó”. Una juventud que replicó en miles de pancartas y a lo largo de todo el país: “Se metieron con la generación equivocada”, y a la que el breve gobierno ilegítimo de Merino y su primer ministro Flores-Aráoz le arrebató dos vidas.
Cinco días después de vacar (se utiliza en Perú la figura de vacancia presidencial) a Martín Vizcarra en un juego palaciego, Merino y su gabinete ultraconservador debieron dimitir para dar lugar a un nuevo gobierno de un perfil similar al que habían desplazado.
La tarde de este miércoles juró como Presidente interino Francisco Sagasti, congresista por el Partido Morado. Habiendo trabajado en organismos multilaterales como el Banco Mundial y en ONGs como el Foro Nacional/Internacional, es una señal de tranquilidad para el exterior y que no incomoda a los poderes locales, sin estar, por el momento, salpicado por denuncias de corrupción. “Francisco Sagasti es un liberal de centro. Representa una línea política similar a la de Vizcarra, él proviene de la bancada Morada que muchos consideraban como la bancada oficialista del depuesto presidente. Es una salida institucionalista”, señala Álvaro Campana, secretario General del Movimiento Nuevo Perú, en diálogo con Canal Abierto.
Una crisis detrás de otra
“Pensando los antecedentes de esta situación, podemos recordar que el gobierno previo al de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) fue el de Ollanta Humala. Un gobierno que prometía cambios de fondo, constitucionales, pero que nunca se llevaron a cabo. Humala expresó esa voluntad de cambio que se había ido forjando desde la lucha contra la dictadura de Fujimori y que llega a ser gobierno pero se frustra. Ese movimiento de cambio que se forjó durante años quedó golpeado y eso produjo que en 2016, finalmente, pasaran a la segunda vuelta dos fuerzas de derecha. A pesar de lo cual, hay un tercer bloque, el representado por Verónika Mendoza, que se queda fuera de la segunda vuelta por pocos votos, y planteaba ya entonces la necesidad de cambios profundos”, historiza Campana.
“En ese contexto empiezan a caerse los precios de los minerales y se comienza a resquebrajar el relato del boom económico que, supuestamente, había sacado a millones de personas de la pobreza y, según el cual, estábamos a punto de entrar al club de los países ricos de la OCDE», continúa describiendo Campana. “Según este discurso, teníamos un gobierno de lujo con PPK y sus tecnócratas, pero que empieza a encontrar grandes dificultades: el escándalo de los sobornos de Odebrecht, la mayoría opositora en el congreso encabezada por Keiko Fujimori y el fenómeno climático del Niño costero que destruye toda la infraestructura de la zona de la costa norte del país. En ese escenario se da una pugna entre dos sectores del poder económico: uno, el del fujimorismo, vinculado a sectores mafiosos e informales y el de PPK, más vinculado al gran capital. Así comenzamos a entrar en una crisis política aguda que se extiende hasta hoy”.
El destape de los sobornos de Odebrecht mostró a los peruanos que toda la clase política y el poder económico, de ambos bandos, estaban implicados en la corrupción. La caída de PPK, que renunció antes de ser vacado por su participación en el escándalo, desemboca en la llegada de Vizcarra, quien –sostiene Campana– “desaprovechó una oportunidad histórica de encabezar un gobierno de transición, que generara reformas importantes, y a pesar del respaldo popular importante que obtuvo, produjo cambios muy limitados, a mitad de camino, y cuando convocó a elecciones para generar un nuevo congreso, no presenta bancada propia, promoviendo las condiciones de debilidad que terminaron con su gobierno”.
“Se ha configurado una crisis de régimen, tanto por las dificultades institucionales para resolver las contradicciones y también por una creciente distancia de la ciudadanía con la clase política, un malestar muy grande. Y, finalmente, nos encontramos con otra catástrofe que es la pandemia en la cual el Perú es uno de los países con mayor mortalidad del mundo. Eso nos hizo ver que teníamos un sistema de salud muy precario, y que el Perú tenía muchos ahorros que no sirvieron de mucho pues no se utilizaron para atender el sistema de salud público, ya que había sido privatizado. Todos estos elementos han confluido para agudizar esta crisis”.
#MerinoNoEresMiPresidente
Desde el primer día de la asunción de Manuel Merino, la declaración de vacancia y el enroque propuesto por el Congreso fue rechazado en las calles. A medida que crecían las movilizaciones, recrudeció la represión. La designación de un gabinete de neto corte conservador encabezado por Antero Flores-Aráoz, hizo que la respuesta popular frente al giro conservador se agudizara. La violencia represiva se cobró la vida de los jóvenes Jordan Inti Sotelo Camargo (24) y Jack Bryan Pintado Sánchez (22) el pasado sábado 14 en la enorme marcha contra Merino.
Frente a la presión popular no tardaron en renunciar los ministros y poco después el presidente declaró por televisión: “Quiero hacer de conocimiento a todo el país que presento mi renuncia irrevocable al cargo de presidente de la República”.
“Nosotros creemos que frente a esta crisis se configuraban tres posibles salidas. Una por la vía autoritaria y reaccionaria, con los sectores más retrógrados del país, compuesto por militares violadores de derechos humanos, sectores mafiosos, iglesias fundamentalistas, que apuestan por una salida de mano dura y autoritaria. Buscaron siempre el favor de los grandes grupos de poder empresarial, y han tenido vínculos con la CONFIEP (Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas); de hecho en este gabinete renunciante ha estado representada parte de la organización empresaria. Es el sector que expresaba el fujimorismo que, al ser derrotado, intenta recomponerse con otras fuerzas populistas de derecha. Estos sectores son los que desde el Congreso dan el golpe contra Vizcarra”, describe Campana la posición de Nuevo Perú.
“Vizcarra representaba la salida liberal, moderada, más de centro, pero que no consideraba importante cambiar la Constitución ni el modelo económico sino que procuraba garantizar la gobernabilidad y que, a lo sumo, se necesitaban algunas reformas que se hicieron a medias y quedaron truncas. Sagasti viene a continuar ese rumbo”, en los pocos meses que restan del mandato original hasta las elecciones de abril.
“Nosotros creemos que hay una tercera línea, más constituyente, que nosotros queremos representar, porque asumimos que se necesitan cambios de fondo, cambios democráticos con participación popular que deben traducirse en una nueva constitución y un proceso constituyente”; para el secretario General de Nuevo Perú estas son las fuerzas en disputa.
#PerúDespertó
“Creo que el Perú ha despertado, la gente ha salido masivamente a las calles, incluso más que en otros momentos claves de la historia. Miles de jóvenes han salido a las calles con una voluntad de rechazar la arbitrariedad, el autoritarismo y el carácter reaccionario del gobierno que se instaló. Ha sido bastante intuitivo, muy desde las subjetividades, las singularidades, y creo que es un sector que ve que en estas condiciones no hay futuro, que no se están garantizando los derechos de las personas y que intuye que se requieren cambios de fondo luego de esta prolongada crisis política. Es, también, una reacción al ver cómo los políticos no son capaces de dar cuenta de los temas fundamentales del país y como los grupos del poder económico siguen ganando mucho dinero en medio de esta tragedia”.
“Todo este combo sienta las bases para poder generar una fuerza que cuestione lo establecido, hemos visto una gran fuerza impugnadora y destituyente que tiene que avanzar a convertirse en una fuerza constituyente”.
#NuevaConstituciónPerú
“Nosotros hemos planteado la posibilidad de establecer una segunda urna en los comicios de abril de 2021 –en los que se elegirá un nuevo presidente o presidenta y un nuevo congreso–, para que la población se pronuncie a favor o en contra de la posibilidad de tener una nueva Constitución y avanzar hacia una asamblea constituyente. Camino a eso necesitamos darle contenido a esa nueva Constitución que instale un estado al servicio de las mayorías y que garantice derechos y una economía que pueda superar la situación de amplios sectores de la ciudadanía muy precarizados. Se abren expectativas muy interesantes para el cambio”, concluye Álvaro con la esperanza de que el Movimiento que integra pueda ser parte de la construcción de esa fuerza constituyente.