Por Mariano Vázquez | El jueves 5 de julio de 1984, tras una accidentada estadía en Barcelona, Diego fue presentado en el estadio San Paolo (foto principal). Estaba colmado. No había un partido y parecía que cada alma presente había ganado el campeonato intergaláctico. Esas caras de dicha inconmensurable que captó la cámara no se pueden describir con palabras. Allí y así se selló un pacto de amor indisoluble que Diego fue alimentando a fuerza de malabares con la pelota y en la defensa política pública del ser napolitano, del sur y pobre. Se puso esa camiseta con tal ahínco que él se convirtió en el orgullo de ese pueblo sufrido.
Los del norte insultan a los del sur con el despectivo terroni (los que trabajan la tierra). Los consideran salvajes, anticuados e improductivos. En aquellos tiempos en Italia, el centro mundial del fútbol, había un solo programa televisivo nacional deportivo, “La domenica sportiva”. Un día invitaron a Diego, quien colocó una bomba nuclear que no se desactivaría jamás: “En Italia hay racismo y no es contra los negros. Es contra los napolitanos y es una vergüenza”. Al respecto, el periodista Carlo Alvino dice en el documental de ESPN Ciudad de Diego: “Hasta el momento, nadie había tenido el valor de decir esto. Maradona, con coraje, da la cara y defiende a los napolitanos como nunca nadie lo había hecho”. Puño apretado, orgulloso y emocionado, ante los televisores del sur.
El sur siempre abandonado tenía a su héroe en el verde césped, un amor que se hizo eterno el 3 de noviembre de 1985 con el gol imposible de Diego (sí, otro), el mejor tiro libre de todos los tiempos con el que Napoli triunfó 1-0 sobre el equipo del poder, la Juventus de Michel Platini, que llegaba al convite con ocho victorias seguidas.
“Ahí se rompió el equilibrio”, señala Alvino. “Era la demostración que una ciudad del sur podía combatir con el norte. Ahora, el mejor lo tenemos nosotros”. Ya no era un jugador de Napoli, era un napolitano.
El 10 de mayo de 1987 se consagra la revancha de los pueblos del sur pobre contra el norte rico. Literalmente millones salieron a festejar el primer Scudetto de la historia de Nápoles de la mano de Maradona. Simbiosis única de pueblo y héroe. La siempre denigrada y excluida era la tapa de los diarios del mundo. El trapo más potente de ese título histórico fue el que pusieron los hinchas en el cementerio: “No saben lo que se perdieron”.
Tanto amaban a Diego que un año antes de ese título inconcebible Nápoles fue un reducto albiceleste en México 86. Los festejos en esas calles cuando Argentina le ganó la final 3 a 2 a Alemania fueron apoteóticos.
“Los napolitanos son italianos pero ¿Italia lo sabe?”, se preguntó Diego en la antesala de la semifinal entre Argentina e Italia que se iba a jugar nada más y nada menos que en Nápoles. Y Maradona obró otro milagro: el norte le pidió el aliento a los napolitanos para la patria que siempre los discriminó. “Solo el día anterior se acuerdan de Nápoles y los napolitanos, el resto del año no”, les espetó el 10. Así resumió qué pasó el 3 de julio de 1990 un tifosi napolitano: “Nosotros apoyábamos a Argentina porque Maradona es nuestro Dios”.
Cuatro días después en la final del mundo entre Argentina y Alemania en el Olímpico de Roma el himno argentino fue estruendosamente silbado. En realidad, ese abucheo fue dirigido a los napolitanos y a Diego. Un odio revitalizado por el atrevimiento político y futbolístico de los excluidos de siempre. Un capitulo vergonzante para Italia que explicitaba en esa actitud la xenofobia a los terroni que se atrevieron a sentir orgullo. Pero Nápoles, como Argentina, lloró con Diego esa final perdida intuyendo que ese día algo se quebró.
25 de noviembre de 2020, pasó una eternidad pero Nápoles sigue amando a Diego. Lo lloran los que lo vieron jugar y niños de seis años. Entre las bengalas y banderas, entre los sollozos y rezos, nace gutural ese grito de amor sagrado porque Diego demostró que se pueden cumplir los sueños hasta de los que no tienen permitido soñar.
O mammamammamamma
o mammamammamamma
sai perche’ mi batteilcorazon?
Ho visto Maradona
Ho visto Maradona
eh, mamma’, innamorato son.
Fotos: Napoles, 26/11/2020. Martín Errichiello, especial para Canal Abierto.